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Viernes, 26 de septiembre de 2014
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MUSICA. Oscar Giunta presenta por primera vez en Rosario su nuevo grupo

Un sueño convertido en trío

Nacido en una ensoñación, el proyecto que el notable baterista comparte con los también talentosos Hernán Jacinto (piano) y Arturo Puertas (contrabajo) se va confirmando como uno de los números fuertes de la escena jazzera argentina.

Por Edgardo Pérez Castillo
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El baterista Oscar Giunta, considerado como el más importante del jazz argentino actual

Acto frecuente en tiempos de escuchas inmediatas, recorrer Youtube en búsqueda del Oscar Giunta Supertrío permite constatar rápidamente la validez de las expectativas puestas en el proyecto que el baterista conforma junto a Hernán Jacinto en piano y Arturo Puertas en contrabajo. Porque más allá de los firmes antecedentes de esos tres nombres fuertes del jazz argentino de la última década y media, repasar algunos registros en vivo de sus actuaciones permite chequear además que el trío es mucho más que la reunión de tres solistas talentosos: el grupo luce con un sonido compacto, conjunto. Situación, aunque previsible, no siempre frecuente en ese terreno (jazzero) tan fértil para el brillo individual. Miembro fundador del influyente Quinteto Urbano, reconocido por pares y crítica como el baterista más importante del jazz argentino, Giunta dialogó con Rosario/12 con motivo de la llegada a Rosario del Supertrío, ése que partió de un sueño y que, hecho realidad, actuará esta noche a las 22 en el Teatro de Plataforma Lavardén (Sarmiento y Mendoza).

"He compartido muchos años de música con Hernán y Arturo, en proyectos distintos, pero nunca había tenido la oportunidad de juntarlos a ellos, nunca había compartido un proyecto conjunto. Hasta que se dio una cosa medio mágica: una noche literalmente soñé que estaba tocando con mi trío en alguna parte, y la formación era con Arturo y Hernán. Confiando en ese pálpito se me ocurrió proponerles tocar música que tenía pensada para este formato. Y te diría que funcionó mejor que en el sueño", narró Giunta, que pronto plasmó otro de sus objetivos: el de lograr una "dinámica de funcionamiento".

"Algo que tenía planeado era tocar con continuidad y que eso generara una especie de aceitamiento para el grupo, que pudiéramos conocernos mucho más, que se entablara una comunicación musical más fluida --precisó--. Eso siempre redunda en que la música cobre vuelo para distintos lugares. Porque el trío no se inscribe únicamente en el jazz, y encuentro que tiene una personalidad única dentro de todos esos colores que tiene la música".

- Producto de este entendimiento hay algo que se percibe y tiene que ver con el brillo que el conjunto tiene como tal, cuando va más allá de una estructura jazzera que favorece el lucimiento individual.

- Para mí es un gran elogio eso que me estás diciendo, porque es parte de mi idea inicial respecto al trío. Realmente quería lograr un sonido colectivo, que el trío tuviera una personalidad en sí misma más allá de las individualidades. Si se quiere he pretendido que el trío tenga mi impronta más desde lo intelectual, de lo conceptual, que desde el hecho de plantear un show de un baterista. Hay muchos aspectos míos implícitos en la propuesta, no sólo en el hecho de tocar la batería, sino también la cosa de la dirección de la música y la faceta de compositor, que por ahí no es tan conocida dentro de lo que he hecho. Pero de ninguna manera pretendo que sea el grupo de un baterista desde ese punto de vista casi circense, de plantear solos de batería eternos, o dos solos de batería por tema. Sí es un grupo solista desde el enfoque que pretendo darle a la música en general, y en ese enfoque está implícito este asunto de que todos tengamos un lugar y que el sonido colectivo sea algo mucho más importante que las individualidades. Creo que es la mejor manera para que la música cobre vuelo.

En su rol como compositor (tarea que, según explicó, desarrolla desde el piano), Giunta fue volcándose hacia la canción, esquivando así cualquier condicionamiento vinculado con las diferentes formaciones. "Empecé a encontrar el valor de las canciones en sí mismas y no tanto en una excusa como para improvisar --remarcó--. Estoy muy feliz, porque es como un segundo renacer musical. Y lo tomo con cierta frescura, inocencia, y cierto espíritu adolescente también, lo cual siempre viene bien cuando uno viene haciendo música desde hace un montón de años".

- Al repasar tu trayectoria uno puede encontrarse con muchos momentos destacados. Si personalmente tuviera que imaginar dos de esos momentos serían, por un lado, el Quinteto Urbano, un proyecto emblemático y probablemente de lo más destacado del jazz argentino de los últimos quince años. El otro, tu actuación como parte del cuarteto de Wayne Shorter, en 2011, cuando su baterista no pudo actuar en Argentina. Sobre todo considerando allí la rapidez con que se dio esa situación.

- Sí, estás comentando dos situaciones que son bastante señeras para mí, en lo personal, emotivo y musical. Son situaciones antagónicas desde este lugar también: el Quinteto fue un grupo que codirigimos con Juan Cruz Urquiza con una idea bastante clara, la de tocar con continuidad, aún a contrapelo de un circuito que todavía no estaba formado. Recuerdo que con el correr de ese primer año de conciertos, que fue el 99, al cabo de 8 meses el grupo había encontrado un sonido importante, y casi inmediatamente grabamos el primer disco, que incluye un montón de música que aún mucha gente sigue recordando, incluso chicos más jóvenes, pibes de veintipico de años que han revalorizado esa música y la toman como bastante señera de esa movida de jazz argentino. Es un grupo que adoro, por muchos factores. Uno, por lo que vos estás mencionando, pero también lo recuerdo como un grupo de verdaderos grandes amigos. Y me alegro que puertas afuera sea visto como un grupo que marcó quizás un momento, o una bisagra dentro de este tipo de música en Argentina. Sobre lo de Wayne Shorter, tener la oportunidad de tocar con alguien que a esta altura no solamente es uno de los más grandes músicos del mundo sino también una leyenda viva de la historia de la música del Siglo XX, y de tocar con su grupo (que entiendo está entre los grupos número 1 del jazz mundial), es un grandísimo honor. Fue un hermoso desafío, pero tampoco encontré en ellos una actitud de hacérmelo sentir de tal modo. Encontré gente muy noble, educada, muy buena, gente que sencillamente me abrió las puertas para que tocara a mis anchas y pudiera proponer mi música dentro de la música de ellos. Encuentro en eso una actitud de respeto total, una actitud de franca amistad, de mucha generosidad. Fue una situación por demás emotiva, y gracias a Dios sigo en contacto con ellos, sobre todo con John Patittucci y Danilo Pérez, con quienes siempre hay una cosa abierta para volver a tocar. Me parece que éso es lo más valioso de la música: generar buenos momentos, más allá de los libros de historia.

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