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Sábado, 29 de julio de 2006
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Un personaje conocido, una trama de misterio y una historia de amor

Así podría definirse a "Jack" (El Destripador), el nuevo espectáculo de Juan Rodó, que sube a escena en el teatro Broadway.

Por Fernanda González Cortiñas
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Rodó no sólo actúa y canta. También toca el piano. "Coincidimos en la idea de que Jack era el personaje".

Desde que la joven prostituta Mary Ann Nichols fue encontrada muerta en un desvencijado muelle del puerto inglés de Essex, el 31 de agosto de 1888, no fue poca la sangre derramada. Pero la tinta que correría a partir de aquélla morbosa noche la superaría con creces, tanto, que más de un siglo después, la historia del temible Jack El Destripador, continúa escribiéndose.

"Coincidimos en la idea de que Jack era, definitivamente, el personaje", explica Juan Rodó, que hoy a las 21, sobre el escenario del Teatro Broadway, ocultará su identidad con el capote y la galera de uno de los grandes sádicos de la historia del crimen. El plural involucra a Marcelo Taccagni, otrora compañero de elenco, hoy a cargo del libro y las letras de su nueva y personal apuesta: Jack.

Pero el debut en Rosario --que cuenta con la dirección general de Daniel Suárez Marzal y la musical de Angel Mahler-- es, además, doble, ya que en este caso Rodó también sorprende con un nuevo rol: "Mi formación original es la de músico. Yo estudié piano, pero eso casi nadie lo sabe. De modo que buscaba una obra que me permitiera explotar esa veta".

En este contexto, el personaje del destripador de Whitechapel resultó ideal. "Esta historia reúne muchas de las características que necesita un musical para ser atractivo --explica con conocimiento de causa el otrora protagonista de algunos de algunos de los más grandes éxitos del género, como El Jorobado, Los miserables, La Bella y la Bestia, Las mil y una noches y Dorian Gray, entre otros--: un personaje al que todos conocen, una trama llena de misterio y suspenso, y el ingrediente infaltable; una buena historia de amor".

Como en 1991, cuando bajo la dirección de Pepe Cibrián Campoy debutaba enfundado en la piel del Conde Drácula, Rodó vuelve a convertirse en un ser sediento de sangre. Despojado del halo fantástico del primero y profundizando en el perfil psicológico y el carácter urbano del segundo, el actor, cantante y --ahora también-- músico, se aboca ahora a pulir un personaje que aunque menos grandilocuente y más complejo es, de un modo extraño, más humano.

"La puesta no está basada en ninguna versión de la historia sino en la historia misma, en los hechos --cuenta Taccagni--. Investigamos bastante antes de empezar a escribir, sobre todo basándonos en los periódicos de la época. De modo que aquí las víctimas son las cinco prostitutas que en esos años aparecen asesinadas con el mismo modus operandi".

Aunque obviamente, el dúo arriesga una hipótesis acerca de la identidad de Jack --algo que, a diferencia de Scotland Yard, que jamás logró profundizar en ninguna de las pistas existentes, pese a que el asesino escribía a la agencia antes y después de cada crimen-- el resto de la narración se hilvana conforme a las crónicas policiales del momento.

Con una estética oscura y cargada, victoriana pero salpicada de elementos modernos y efectos visuales que acentúan el lado científico, quirúrgico, de la personalidad del aristócrata homicida.

"Tratamos de mostrar al personaje como un ser humano. Jack es, ante todo, un hombre enfermo, un esquizofrénico que en su dualidad, como todos los hombres, ama y odia con pasión", concluye Rodó.

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