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Miércoles, 19 de noviembre de 2014
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LITERATURA. Se presenta El negro Fontanarrosa (La biografía)

El hombre que fue una ciudad entera

Editado recientemente por Homo Sapiens, en sus casi trescientas páginas el libro escrito por Horacio Vargas contiene testimonios de amigos y familiares, fotos y cartas inéditas, dibujos publicitarios y algunas de sus últimas charlas.

Por Beatriz Vignoli
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Pitufo Fernández, Joan Manuel Serrat y el negro Fontanarrosa navegando en el río

"Hay varios libros dentro del libro", anticipa el periodista rosarino Horacio Vargas, autor de El negro Fontanarrosa (La biografía), recientemente editado por Homo Sapiens. "Mex Urtizberea me dijo una vez que hay personas que son un lugar, no una persona", testimonia Franco Fontanarrosa en la página 162 del libro. "Mi papá era un mundo". Tal vez por eso es que el libro se presenta mañana a las 19.30 precisamente en el Centro Cultural Roberto Fontanarrosa (San Martín y San Juan) y con una lista de oradores cuya serie de apodos ya ha desatado chanzas: el Negro Ielpi, el Negro Centurión y el Colorado Vázquez. Negro y colorado son los colores del "otro" equipo de fútbol local y no los de Rosario Central, al que el creador de la tira "Inodoro Pereyra, el renegáu" fue fiel hasta la sepultura.

Y esto es más que una metáfora. La vida del papá de Franco y de Boogie el aceitoso (y de su precursor, Ultra, y de aquel embrión de tinta, Sperman) comienza en 1944 en una casa en la esquina de Catamarca y Corrientes, con una criada llamada Quintina. Y termina en 2007: "Se acerca una piba y lanza una camiseta de Central al fondo de la tumba. El Turco (Galli) ve la escena y se quiebra", relata el cronista en la página 185. Que por suerte no es la última del libro.

Siguen una serie de semblanzas por los amigos y mucho más. De las 296 páginas del libro, 75 contienen, como anticipa Vargas, "fotos inéditas, cartas inéditas, dibujos publicitarios de los 70, el primer chiste gráfico...". El libro reproduce "las charlas que dio en los últimos años: en Córdoba cuando le dieron el doctorado honoris causa, su discurso en el Congreso Nacional y un diálogo absurdo con Eduardo Galeano en el teatro Broadway de Rosario", resume Vargas. Este último fue el discurso de clausura del Congreso de la Lengua en 2004, menos conocido que su ponencia allí sobre "Las malas palabras". La solemnidad se resquebraja a medida que el rosarino y el uruguayo van hilando un disparate tras otro: desde las propiedades afrodisíacas de la berenjena hasta chistes sobre dos presidentes americanos.

También se incluye, como uno de los capítulos, la transcripción casi completa de una charla de Fontanarrosa, en un canal de cable de fútbol, con otro escritor argentino inspirado en lo popular: Osvaldo Soriano. "Hablan más de fútbol que de literatura", dice Vargas y cita una frase del "negro" (así lo nombra en el libro, como firmaba, con ene minúscula): "Antes de querer parecerme a Hemingway, quise ser Ermindo Onega", había dicho en ese diálogo, que se convirtió en una especie de mito entre los periodistas. Explica Vargas en la entrevista que Ermindo Onega era un famoso 8 del equipo River Plate. "Por eso entré a la literatura con los botines llenos de barro", siguió diciéndole Fontanarrosa a Soriano. Y Vargas subraya como ejemplo de estilo esta segunda frase, que lo sintetiza todo en una imagen. "Tenía una cosa muy periodística que era tener voz y mirada --destaca--. Podía escuchar un relato en un bar y sobre eso podía escribir un cuento. Su primera influencia literaria fue David Viñas, en los años 50".

La familia, la primaria, la secundaria donde Fontanarrosa mismo admite haberse dado por vencido ante "la clara superioridad numérica de las matemáticas"; sus dibujos inspirados en Hugo Pratt, sus trabajos en publicidad y en humor gráfico; sus amigos, sus amores, sus pasiones y anécdotas disparatadas: todo desfila ante el lector con la agilidad de un relato coral donde el biógrafo articula múltiples voces de quienes conocieron de cerca al biografiado. Sorprende el making of de Inodoro Pereyra, que nace como una parodia de la poesía de Armando Tejada Gómez y del Martín Fierro ilustrado por Juan Castagnino.

El capítulo 18, "Una central eléctrica narrativa", fue firmado por el escritor Elvio Gandolfo y está dedicado a la valoración literaria de la obra de Fontanarrosa, proponiendo y rechazando confeccionar (en un mismo gesto típicamente gandolfiano) la antología de sus 30 mejores cuentos que situaría al negro en el canon literario.

"Hay capítulos fuertes, una historia que no se conoce", anticipa Vargas sobre el capítulo 10. "Su primera novia cordobesa, Ester, hermana de Liliana Felipe, es una desaparecida", desliza. El libro cita completo el texto homenaje que el negro escribió. "Y habla de los seres queridos. Un texto muy cálido en medio de tanta tragedia", dice.

Una asignatura pendiente (cuya solución quizás impulse el nuevo libro) es el destino del archivo, que reúne treinta mil dibujos. "Tuve acceso al archivo. Me parece lo más valioso. A partir del año que viene ya hay la posibilidad de armar una muestra itinerante pública. Ojalá que la familia pueda ponerse de acuerdo", concluye Vargas.

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