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Miércoles, 3 de diciembre de 2014
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LITERATURA. Sanguíneo de Verónica Laurino y Fernando Marquínez

El libro de la buena memoria

En su obra, publicada en la colección Poesía de Baltasara Editora, los autores (y parientes) comparten referencias generacionales comunes en cuanto a costumbres de época, lo que expande la significación del libro más allá del álbum familiar.

Por Beatriz Vignoli
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Verónica Laurino y Fernando Marquínez, autores de Sanguíneo (Baltasara Editora)

Juntarse a tocar (música) es algo común; juntarse a escribir, no tanto. Pero los rosarinos Verónica Laurino y Fernando Marquínez habían escrito sendos libros en colaboración con otros autores cuando coincidieron en un evento cultural en Cañada de Gómez hace unos años y se preguntaron (evoca Marquínez): "¿Por qué no escribir algo juntos?".

Los dos presentaban libros. Ella, Comida china (Alción, 2009), escrito en coautoría con Carlos Descarga; él, con Fabricio Simeoni y combinando técnicas surrealistas con reescrituras por email, había coescrito Cavidades del recreo (EMR, 2007), ganador de un premio de poesía Felipe Aldana. Laurino y Marquínez se conocían de antes. Son parientes. Se criaron ambos en Barrio Parque. La memoria de aquella niñez compartida se hizo proyecto y tomó forma a través de conversaciones, paseos, la escritura en colaboración de un texto narrativo en verso libre en idas y vueltas de correo electrónico y, al fin, un libro.

Publicado en la colección Poesía de Baltasara Editora, Sanguíneo se presenta mañana a las 19 en la Biblioteca Argentina (Roca 731). El libro fue revisado con Tomás Boasso, coautor además junto con Laurino de una novela para chicos titulada Vergüenza (Sigmar, 2011) e invitado a presentar el nuevo libro junto con su editora, Liliana Ruiz, y con el pianista Héctor Oliveri.

En 2002, Marquínez fue parte con Fabricio Simeoni, Federico Tinivella, Lisandro González, Ricardo Guiamet, Germán Roffler, Orlando Valdez y Roberto Lobos del proyecto de escritura colectiva El aro en la lengua; y había participado en 1992 de las experiencias de escritura, lectura y performance del Malón Literario La Ira de Aguirre (con Sergio Gioacchini, Pablo Solomonoff, esta cronista y otros autores).

Boasso y Marquínez tienen o tuvieron grupos de música; Marquínez, el experimental y fantasma Pecis Alostis, cuyos videos y audios ha subido a su blog junto con sus fotos, algunas de las más nostálgicas de las cuales ilustran (por sugerencia de Ruiz) Sanguíneo, junto con algunas fotografías de archivos familiares. También se incluyen una nota dejada en la cocina por el padre de Fernando (y pariente de Verónica) y una letra de rock adolescente fechada en 1976.

La fantasía de una banda o trío (musical) sobrevoló el proyecto, pero confiesa Laurino: "Yo no toco ningún instrumento, no canto". Para ella, los "Sanguíneo tours" (como llamó Marquínez a sus paseos con Laurino por el cementerio El Salvador, el Parque Independencia, el club Horizonte, el perímetro de la Cárcel de Encausados, la librería Petetelandia, la escuela Juan Arzeno) fueron "viajes en el tiempo".

Nacidos ambos en la década de 1960, los autores comparten referencias generacionales comunes en cuanto a costumbres de época, lo que expande la significación del libro más allá del álbum familiar. Otra instancia no banal son ciertas alusiones adultas a la dictadura.

"La fascinación por las paredes pintadas:/ 'Murieron para que la patria viva'/ Cristina Costanzo y Analía Murguiondo./ La masacre de Los Surgentes/ y la fecha 17 de octubre de 1976/ ¿hoy es 17 de octubre?/ Nos siguen las coincidencias/ y las historias tristes".

Las referencias son el fuerte del libro, en cuyas últimas páginas se incluye un índice de ellas (Abejas: 90; Acónitos, 80; Aeromodelismo: 90; Aguas danzantes: 51; Afilador de cuchillos: 60). Involuntariamente, esta lista resulta más literaria y poética que el extenso relato ilustrado en verso que lo precede y que, según reconoce el propio Marquínez, "quedaba demasiado arduo para la lectura", aridez que se resolvió mediante un recurso de diseño: insertarle manchitas.

Además de dos libros colectivos, la obra "solista" de Marquínez consta del libro El resto no presenta alteraciones, publicado este año. Laurino publicó en poesía 25 malestares y algunos placeres (Ciudad Gótica, Rosario, 2006), Ruta 11 (Vox, Bahía Blanca, 2007) y las novelas Breves fragmentos (2007, primer premio del Concejo Deliberante de Rosario) y Jardines del infierno (Erizo Editora, 2013).

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