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Jueves, 16 de julio de 2015
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CINE. El viaje de Gaia, de la Cooperativa de Animadores

Limones para salvar el mundo

Dirigido por Pablo Rodríguez Jáuregui, y coproducido junto a Señal Santa Fe, el largometraje se articula con un sitio web y un libro con actividades didácticas en torno a la concientización sobre el cuidado del medio ambiente.

Por Leandro Arteaga
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Gaia (cuya voz estuvo a cargo de Lila Barese Onocko) junto a dos amigos de aventuras.

Gaia, cuya etimología y significados la ligan a la Tierra, es la niña protagonista de esta nueva incursión en largometraje de Señal Santa Fe y Cooperativa de Animadores Rosario, a través de su mentor y acá guionista y director Pablo Rodríguez Jáuregui. El viaje de Gaia es la película que oficia como arista distinguible de un proyecto más amplio, que se articula desde el sitio web http://blogs.santafe.gov.ar/blogs/elviajedegaia/, donde película, libro y actividades didácticas complementan un todo que tendrá correlato con la distribución de los libros en las escuelas de la provincia.

Ayer se la estrenó en Cine El Cairo, el sábado próximo en Cine América (Santa Fe), para continuar luego en numerosas salas; entre ellas, Plataforma Lavardén (desde este sábado) y El Cairo durante la semana entrante. ¿Y qué es lo que Gaia cuenta? Es la historia de una niña del futuro reciente, con la preocupación ecológica puesta en lo que ha sido porque ya no podrá volver a ser.

La tarea de un libro guía -así como sucedía en Guía de Rosario Misteriosa y el Inspector Bigotudo- , encontrado en la basura, oficia aquí a través del nombre emblema de Florian Paucke, el jesuita que recorriera largamente la localidad de San Javier durante el siglo XVIII, y que el Ministerio de Innovación y Cultura editara de manera ejemplar en el volumen Hacia allá y para acá (2010).

Gaia y abuelito idearán entonces un viaje en el tiempo que permita alertar al presente. Acá las ideas ingeniosas de los animadores para el diseño de los recursos estrafalarios, deudores de fauna y flora santafesinos. Entre ellos, el colectivo mulita impulsado a limones que saltará años atrás para que Gaia se reencuentre con lo que la memoria de su abuelo y el libro de Paucke prometen.

Hacia la aventura, entonces, con las agujas del reloj en reversa, en busca de un desenlace menos fatídico.

De acuerdo con una lógica de producción que los trabajos de Jáuregui vienen desarrollando (Guía de Rosario misteriosa 1 y 2, Claustrópolis, Los misterios de Trulalá), y en consonancia con los envíos televisivos de Cabeza de Ratón, el tramado argumental de El viaje de Gaia es también coordinación de equipos de trabajo simultáneos, que permitan acelerar el proceso de realización mientras Jáuregui amolda las estéticas diversas en un todo coherente (con sueños o intermezzos informativos).

El modelo es, entre otros, García Ferré y su Libro Gordo de Petete, junto a referencias a Antonio Berni y unas pocas leguas de viaje submarino a través del Paraná.

Es este modelado el que permite la inclusión de recursos del cómic, infografías y stop motion (sobresale el flashback sobre la cultura mocoví, sintético y onírico; así como las secuencias de acuarela). Con estas herramientas a favor, El viaje de Gaia puede concretarse pero también perder algo de equilibrio, merced al poco tiempo del que dispuso para su realización. En este sentido, podrían observarse ciertos desniveles, pero lo que debe sopesarse es la puesta en práctica de un grupo de trabajo que demuestra solvencia para cumplir con fechas y presupuesto. (Acá hay un análisis que quedará entre paréntesis, pero que se revela sustancial en su urgencia, merced al incentivo acotado que el cine animado tiene en la región, las más de las veces -sino siempre - a cargo del Estado).

El resultado es un film de entretenimiento sostenido, de lectura clara para su público inmediato, que articula una narración con elementos diversos -animé, muñequitos, love story- , mientras procura una mirada ética que despierte interés por un mañana respirable.

Como nota final, destacar la tarea de los actores y actrices de voces, sobre todo la de Lila Barese Onocko, niña de verdad cuya voz sabe cómo ser Gaia y resultar verosímil. Un hallazgo.

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