A modo de cierre de la programación de actividades por los 25 años de Rosario/12, el próximo miércoles (desde las 19), en el Túnel 4 del Centro Cultural Parque de España se llevará a cabo una charla debate, abierta al público, que contará con la participación de los periodistas de la sección de Cultura y Espectáculos de este diario: Emilio Bellon, Julio Cejas, Beatriz Vignoli, Leandro Arteaga y quien esto escribe. La propuesta no es otra que la de abrir el juego y clarificar conceptos en torno a la crÃtica, uno de los ejes esenciales ya no sólo de esta sección, sino del diario mismo. Franquear, de cara al público, los modos de producción, criterios y enfoques con los que cada uno lleva adelante su trabajo como crÃtico en distintas ramas del arte. Porque, al fin y al cabo, no existe crÃtica posible si la labor periodÃstica se torna una tarea endogámica. O, peor aún, si se evade la autocrÃtica.
En su ensayo "Disparen contra el crÃtico" (http://www.teatroenrosario.com/notas/criticas/disparen-contra-el-critico.html), Miguel Passarini (periodista de El Ciudadano y referente de la crÃtica teatral a nivel nacional) ofrece una definición clara sobre el género: "Toda crÃtica deberÃa entenderse, si es que el interlocutor puede garantizar algún rasgo de inteligencia, como una mirada que ensaya un nuevo discurso a partir de uno ya existente. A partir de este primer concepto (acuerdo de partes, convención) que se vuelve fundante, todo lo que venga después será eso, puro diálogo".
En ese sentido, el crÃtico no debe correrse del eje esencial de su rol como comunicador, estableciéndose como un mediador entre artistas y lectores, favoreciendo un diálogo en el cual su propia mirada, su subjetividad, aporte a la construcción de nuevos sentidos. "La crÃtica se produce en el instante mismo en que piensa su objeto y, por lo menos para mÃ, aspira a producir sentidos más allá del que pudiera surgir de la materia tratada --apunta Juan Aguzzi, editor de Espectáculos y Cultura en El Ciudadano--. Tal vez no el sentido de revelar un mundo porque ya la obra es un mundo revelado, pero sà uno movido por un afán hiperbólico para captar otras formas posibles del discurso enunciado, las que tienden a recuperar cierta tensión en tal o cual imagen, trazo, palabra, frase, movimientos, gestos para desmontar un significado único. La crÃtica es una construcción, se construye un decir sobre algo existente; hay que armar y desarmar para que en ese pase se abran un poco más los ojos, los propios primero, los de los que leerán después. La crÃtica que no suelta es la que está afectada por la emoción y la experiencia, ambos inmejorables puntos de partida. La crÃtica periodÃstica está obligada, ampliando las fronteras del lenguaje, a nivelar para arriba desde ese impulso para encontrar, si se puede, un lector (o una escucha) más".
Especializado en el campo de la crÃtica literaria, el escritor Diego Colomba, quien actualmente se desempeña como columnista en La Capital, agrega: "Como la entiendo, la crÃtica literaria en el marco del periodismo cultural deber ser una actividad informativa y valorativa que haga de puente entre las obras y un público más amplio que el especializado. Aunque sea reducido, la crÃtica no debe renunciar a cierta impronta divulgativa y a un aire ligero y descontracturado que la haga interesante y amena, cuando no desprovista de humor. No debe dirigirse a los iniciados, aunque a veces sean sólo los iniciados los lectores reales de las obras tratadas, sino que debe aspirar a una figura más vaga e imprecisa que podrÃamos llamar público lector, actuar como si fuera posible que esa franja de lectores creciera con nuestro aporte".
Por su parte, Carolina Taffoni (hoy en el diario La Capital, pero con pasos previos por medios como El Ciudadano y la revista Rolling Stone), entiende que "leer una crÃtica deberÃa ser todo un viaje y un descubrimiento para el lector, deberÃa orientarlo pero también conducirlo a nuevos caminos, a hacerse preguntas y a relacionar la obra en cuestión con sus propias vivencias, sus experiencias personales y sociales". Sin embargo, advierte: "El problema de la crÃtica no es el poco espacio que se le otorga sino el tipo de crÃtica que se está haciendo, una crÃtica que se limita a la reseña y la descripción, gacetillas un poco adjetivadas y punto, propaganda y elogios entre amigos o determinados cÃrculos culturales, crÃticas insulsas en un tono beige que ya aburren desde el primer párrafo, gente que no tiene la más mÃnima idea de lo que está criticando, gente que cree que el `name-dropping' es hacer crÃtica. Los ejemplos abundan. En ese sentido creo que la crÃtica de cine todavÃa goza de cierta salud y prestigio, pero la crÃtica de rock y de música popular en general está en un estado terminal".
En enero de 1994, la cadena ABC puso en pantalla The critic, serie animada que, bajo la dirección de Al Jean y Mike Ress, ponÃa en el centro de la escena a Jay Sherman, conductor de un programa de televisión dedicado al análisis de pelÃculas. Focalizada en la sátira a las producciones de la industria cinematográfica, funcionó también como una parodia del propio crÃtico, un actor controvertido de la comunicación y las artes. Como inspirándose en el tono irónico de aquella serie, José Luis Cavazza, actual editor del suplemento Escenario de La Capital, propone una descripción dramatizada sobre los profesionales en cuestión: "Creo que los crÃticos son como los buitres, viven de la carroña, comen carne ajena. Suena fuerte, pero es la más pura verdad. ¿Recuerdan la crÃtica teatral que aparece en Birdman? Una serpiente superstar, una diva que pretende trascender a partir de la rapiña, y lo peor es que lo logra. Seguramente, ella represente un mero estereotipo del crÃtico. Debo confesar que cuando me he visto obligado a asumir el rol de crÃtico, al tocar el teclado pude ver mis dedos y mis manos convertirse en garras, y en el reflejo de la pantalla mis ojos se inyectaron de rojosangre. Por eso, mi más rotundo rechazo a los crÃticos, esos seres resentidos, llenos de odio".
Para el editor de Escenario, sin embargo, hay un camino posible de conexión con el lector: "De ser posible, yo prefiero para los diarios una reseña, es decir, orientar al lector sobre tal pelÃcula o pieza teatral, telenovela o nuevo disco o libro. Una reseña, podrÃamos llamarla, orientativa, con información y algo de opinión -imposible desprendernos de lo subjetivo-, sin atisbo de petulancia y rapiñez".
Según la mirada del escritor Osvaldo Aguirre --ex editor del suplemento Señales de La Capital y actual colaborador de Perfil--, la labor de edición conlleva ya un aporte a la mediación entre productores y consumidores culturales. "La función básica de un editor consiste en elegir. No hay tiempo ni espacio suficiente para ocuparse de todas las actividades culturales. La cuestión pasa por seleccionar, dentro de ese espectro, lo que uno considera que debe ser tratado en un medio periodÃstico. El acto mismo de elegir un libro, una muestra, una pelÃcula, etc., implica un juicio de valor. Si no todos los libros reciben comentarios, si no todos los artistas o los escritores son entrevistados, la publicación de un comentario, de una entrevista, produce cierto efecto de legitimación. La crÃtica tiene que ser consciente, entonces, de sus posibilidades y de sus efectos en una ciudad como Rosario".
Los vÃnculos en la patria chica
Para Aguirre, un aspecto esencial de la labor periodÃstica es comprender precisamente que se produce para y desde Rosario. "El rol de la crÃtica es reconocer y dar valor a la producción cultural de la ciudad y su área de influencia. Lo que podemos ofrecer como propio y particular son notas e informaciones sobre la cultura de Rosario. Por supuesto que el lector tiene intereses muy diversos y complejos y quiere estar al tanto de lo que ocurre en el mundo, pero creo que sobre todo se trata de producir lo que no se encontrará en otros medios: la difusión, el análisis, la discusión sobre los hechos de la cultura de Rosario. No se trata solamente de desarrollar información sino de producir juicios de valor, de reconocer y decir que determinadas obras y autores del pasado y del presente son importantes y deben ser difundidos", analiza el escritor.
Ahora bien: ¿cómo producir crÃticamente en un medio en el cual la cercanÃa con los artistas es no sólo frecuente sino, muchas veces, inevitable? "Los periodistas no pueden tener relaciones estrechas con los autores de las obras que están criticando --afirma Taffoni--. Un crÃtico es lo más lejano que hay a un relaciones públicas. La crÃtica también es una actitud ante la vida. Si querés hacerlo, antes te tenés que preguntar: ¿Qué quiero realmente: ser un periodista enfocado en el terreno de la crÃtica o tener una vida social activa y vibrante? Hay que tenerlo claro porque son dos cosas incompatibles".
Por su parte, el músico y periodista Diego Giordano (con un amplio recorrido en medios como El Ciudadano y La Capital, y que hoy sostiene el muy recomendable laconspiraciondelruido.wordpress.com) reconoce: "En los textos que publico en mi blog intento analizar la producción local con sinceridad y buena leche, señalando lo que considero, en mi opinión, aciertos y metidas de pata. Creo que es la mejor manera de respetar al artista, su obra y mi profesión. En este sentido, el amiguismo es negativo porque una crÃtica honesta siempre es mejor que un elogio mentiroso".
"Los periodistas culturales o quienes hacen crÃtica están muchas veces demasiado cerca de escritores, artistas, músicos o directores de cine, pero sucede lo mismo en otros ámbitos del periodismo", apunta por su parte Pablo Makovsky (cuya pluma dejó huellas en los tres diarios de la ciudad, y hoy sigue aportando una mirada lúcida desde su blog pifiada.blogspot.com.ar"), que además suma en su análisis a otro fenómeno: el de los periodistas que, a su vez, son productores de obras culturales. "Creo que un creador (en literatura, arte, cine, música) es primero un crÃtico, porque leemos, vemos o escuchamos algo y lo primero que hacemos es 'escuchar' el eco de cosas que ya vimos o leÃmos. Es como cuestionarle a la presidenta o el gobernador que hagan polÃtica. SÃ, de eso se trata, de hacer polÃtica. Creo que los mejores crÃticos son aquellos que al señalar un libro y decir léanlo, dicen al mismo tiempo, léanme", explica Makovsky.
En esa lÃnea, Colomba aporta: "No es ni beneficioso ni contraproducente el hecho de que muchos crÃticos sean, a su vez, artistas y productores culturales -esa condición explica además que acepten hacer un trabajo mal remunerado- o tengan estrecho contacto con otros autores o editores, mientras no olviden que cuando se desempeñan como crÃticos cumplen un rol social, cultural. En algunos casos puntuales de nuestra ciudad, deberÃan reservar sus propios mitos para la producción artÃstica y leer sin anteojeras el libro que les llega a las manos. Esto es, dejar de señalar (a veces con inocultable desdén por el trabajo ajeno) lo que no son las obras para tratar de interpretar lo que sà son. En otros casos menosprecian -aun con algo de sorna- un libro como un modo de atacar estéticas o autores cercanos a quien lo escribió, en una suerte de tiro por elevación. Por supuesto que no se trata de impedir el ejercicio de la negatividad, sino de evitar que la crÃtica se vuelva la expresión irresponsable de las pasiones bajas de una persona que goza de cierta inimputabilidad mediática".
Para Giordano, el doble rol de crÃtico y productor "es beneficioso porque el conocimiento de primera mano de las condiciones de producción brinda más y mejores herramientas para un análisis serio y profundo". Aguzzi, por su parte, analiza: "Si algunos crÃticos ejercen otras prácticas artÃsticas y a la vez pueden descifrar la tensión entre el grado de realidad necesario para profundizar en la esencia de lo que se mira, se lee o escucha, y el poder imaginario para embellecer las incertidumbres surgido del acto creativo, a la corta resultan beneficiosos los roles a ambos lados del campo de juego, porque es en los pliegues entre ambas actividades, creo, en donde se obtienen recursos para abonar el jardÃn sensible de un goce entre el que hace y el que recibe. Por supuesto, no es para todos, y harÃa bien a la crÃtica y a los artistas que algunos se mantuvieran en un solo lugar".
La resistencia está en los márgenes
Con una tradición que, según la mirada de Aguirre, puede encontrar referencias en "la etapa del suplemento de La Capital que hizo Hugo MacDougall (a fines de los 50), las páginas literarias de La Tribuna que armaba Irma Peirano, las columnas de Raúl Gardelli, VÃctor Sabato y Gary Vila OrtÃz, el suplemento de cultura del diario Rosario, las extraordinarias crónicas y entrevistas de Fernando Toloza en la revista Lucera y en Vasto Mundo", en la actualidad la crÃtica periodÃstica todavÃa subsiste, en mayor o menor medida, en los tres diarios de la ciudad. En ese contexto, y siempre acotado a su condición de suplemento de un diario nacional, Rosario/12 continúa otorgando un espacio de relevancia al género.
Afortunadamente, la crÃtica periodÃstica sigue creciendo también en medios alternativos, aquellos que no suelen estar atravesados por los imperativos empresariales o las imposiciones de agenda, y desde los cuales nuevas generaciones de periodistas aportan a la construcción de una herramienta vital para devolverle créditos y reconocimientos a una profesión bastardeada (muchas veces, por impericias, negligencias y egolatrÃas de los propios protagonistas: los periodistas).
Si de crÃtica se trata, son muchos los nombres que aportaron a su historia, y no son menos aquellos que siguen produciendo desde el presente para darle vitalidad a un género que, sin embargo, debe ser revisado con frecuencia, debatido y puesto en discusión. Con honestidad y franqueza. El próximo miércoles, los periodistas de Cultura y Espectáculos de este diario intentaremos dar un paso en ese sentido. Esperando, además, que no sea el único.
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