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Miércoles, 6 de septiembre de 2006
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"LENTA PRISA" Y "FARO", PUBLICACIONES CULTURALES LOCALES

Se abren nuevos espacios de debate

El número dos de la revista editada por la secretaría de Cultura de la provincia trae un interesante dossier sobre Paco Urondo y analiza las políticas de Estado frente a la edición de libros. "Prisa", es el flamante medio cultural de Homo Sapiens Ediciones y la Facultad Libre de Rosario.

Por Edgardo Pérez Castillo
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"Lenta Prisa" la edita la provincia.

Producto lógico de la creciente importancia que, en los últimos meses, las producciones culturales han logrado en la vida pública (y política) de la ciudad, la aparición por estos días del segundo número de Lenta prisa y de la flamante Faro (de sombras y luces) son un síntoma de feliz crecimiento. Crecimiento de espacios de discusión, de puesta en escena de pensamientos de aquellas personalidades que, de una u otra manera, construyen ese enorme conjunto comprendido por la cultura. Porque, cada una a su modo y con sus particularidades, ambas aportan a un segmento editorial que en Rosario sólo se veía cubierto con la publicación de la revista Lucera, del Centro Cultural Parque de España. Con su llegada, y pensando en una saludable continuidad de sus ediciones, el espectro se amplía gratamente.

Habiendo contado con el respaldo de un debut tan prolijo como sólido, en su edición de invierno (distinción que sostiene en esa vaguedad de precisión temporal la ausencia de urgencias en la periodicidad de su publicación) el segundo número de Lenta Prisa hace foco sobre "Las fuerzas ficticias", título elegido para centrarse en las políticas de Estado frente a la edición de libros, pero también para hacer alusión a las responsabilidades que éste debe asumir en la construcción de la cultura. En ese marco, el dossier está dedicado a la figura del poeta Francisco "Paco" Urondo, quien por 1958 se convertía en el primer conductor de lo que hoy es la Secretaría de Cultura de la provincia, área responsable de la creación y edición de Lenta Prisa.

Y no es una elección menor la de Urondo como personaje central de un espacio que, en el primer número del proyecto, estuvo dedicado a la figura de Juan José Saer. De hecho, la propia visión de Urondo sobre la relación Estado y cultura dan un cierre a la editorial de este segundo número. "Suponemos que una elevación del nivel material de la vida ha de permitir un mayor desarrollo cultural. Pero no podemos pensar simplemente que éste sea una consecuencia de aquél. No es admisible establecer una relación casual y esperar que la riqueza promueva la cultura", cita Jorge Llonch (Secretario de Cultura provincial) a Urondo, en su búsqueda por dar pie a otra de las discusiones claves de todo el asunto, "la democratización de la cultura".

Una apuesta que tiene como eje a las políticas editoriales estatales, en un repaso que va desde el "Anuario Bibliográfico de la República Argentina" realizado por Alberto Navarro Viola en las últimas décadas del siglo XIX hasta la construcción de catálogos por parte de la Editorial Municipal de Rosario o Beatriz Viterbo Editora. Pero que también se permite visualizar el ámbito privado desde la amplia encuesta realizada a editores, escritores e investigadores, en un amplio abanico que va desde José "Perico" Pérez (director de Homo Sapiens Ediciones) y el escritor y ex director de la EMR, Elvio Gandolfo, pasando por Jorge Isaías o Daniel Samoilovich.

Proponiendo espacios más "relajados" -﷓como el ensayo fotográfico que da cuenta de la reunión entre Lito Nebbia y los coros de la ciudad de Esperanza o la recuperación del Museo Provincial "Dr. Angel Gallardo"-﷓, esta segunda publicación abre el espectro geográfico con su entrevista a Cristián Rojo Díaz (secretario Ministerial de Educación de la Región de Valparaíso, declarada como Patrimonio Cultural de la Humanidad) y genérico con la presentación del festival de arte electrónico 404 que, si bien se desarrollará en la Plaza Cívica (el espacio emblemático de la reinserción de la Secretaría de Cultura provincial en Rosario), es quizás el artículo más forzado dentro de los contenidos integrales de una publicación que cierra con su extenso dossier dedicado a Urondo.

Descubriendo algunos puntos de contacto con Lenta Prisa a partir de la presencia compartida de los protagonistas que alimentan sus páginas y, claro está, desde su rol como espacio de discusión y difusión de la cultura, desde la editorial inaugural de Faro se deja asentado que "la educación, la cultura y el arte, abren vasos comunicantes con otras versiones﷓-visiones del mundo, permiten un trasvasamiento de valores que es menester fomentar, desplegar". "Por eso, y por entender que el destino común, antes que un problema económico o político, es fundamentalmente un hecho cultural, en tanto campo donde se organiza el principio de la realidad y, por ende, el modo en que establecemos nuestros vínculos con el mundo, Homo Sapiens Ediciones y la Facultad Libre de Rosario hemos decidido hacer una revista de cultura que nos permita abrir el juego a una realidad que no consideramos agotada ni expresado su potencial", apuntan los responsables de haber dado vida a un proyecto que, distinguen, no tiene como norte el de la iluminación sino, más bien, el de sacar provecho de las sombras, "de las zonas grises que forman parte de la argentinidad como resto, como carencia, como deuda, como olvido". "Porque en un país en el que abundan las incertidumbres, no nos interesa hablar para los convencidos", destacan.

Sentadas esas bases, en su primer edición la publicación reúne un coro de voces amplio, en el que resaltan aquellas que dan vida a la propia Facultad Libre, y que se mezclan con las de actores culturales de la ciudad misma, en una diversidad que de tan amplia puede perder el rumbo. Y es probablemente en su afán por conquistar desde su debut, que la revista pierda ese hilo conceptual que se insinuaba serían las políticas culturales. Porque si bien se hacen presentes en las palabras de aquellos responsables de generarlas en el orden municipal, provincial y nacional, es cierto también que se entremezclan en un sumario informativo que, de tan amplio, llegan a desorientar.

En ese sentido, esta primer versión de Faro podría desdoblarse en dos ejes. Por un lado, aquellos vinculados con los anuncios de tapa, y desarrollados en una veintena de páginas mediante las reflexiones de un listado de firmas destacadas ante la relación de la cultura y los gobiernos post dictadura y, en un segundo segmento, en esa suerte de radiografía de los jóvenes del nuevo siglo. Por el otro, en los contenidos que, por fuera de una línea temática unificadora, hacen a toda revista cultural. Y allí están probablemente los puntos fuertes de Faro. En el ensayo crítico de Jorge Boccanera sobre Juan Gelman (de quien se rescatan además cuatro poemas inéditos), o en la presentación del también inédito cuento de Jorge Riestra que va cerrando este primer número de una revista que, en la medida en que se permita abarcar también ámbitos que excedan el de la propia producción que rodea a sus impulsores (tanto a la Facultad Libre como a Homo Sapiens) podrá alumbrar y alumbrarse con mayor intensidad.

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