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El sello independiente Rock Villero comenzó a funcionar en Rosario en 2014, casi como una reacción natural a un gesto compilatorio que buscaba reunir las grabaciones que distintos músicos realizaban por fuera de sus proyectos artísticos centrales. El material reunido fue entonces disparador para que Mauricio Vera y Juan Manuel Robles, compañeros en Los Commoners, definieran a ese conjunto de canciones como "rock villero". Dos años más tarde, el proyecto aparece consolidado desde su carácter cooperativo, autogestivo, autodidacta y estéticamente amplio.
"Cuando Mauricio hizo una compilación de los materiales que sacábamos dentro del grupo de amigos fue casi por una cuestión de diversión, sin una proyección profesional --apunta Juan Manuel Robles a Rosario/12--. Tenía que ver con lo que sacábamos paralelamente al trabajo principal con nuestras bandas pero, a su vez y paradójicamente, contenía bastante de nosotros, de nuestra información más íntima, más vital, porque eran trabajos que hacía cada uno en solitario".
Por estos días, Rock Villero acumula sobre sus espaldas producciones audiovisuales varias, dos discos compilados y un festival organizado en Villa Constitución, antecedente directo de la segunda edición del Rock Villero Festival que esta tarde, desde las 18, se llevará a cabo en La Toma con precios verdaderamente populares: en una ecuación insólita para los tiempos que corren, el festival ofrecerá 17 shows por sólo treinta pesos la entrada. Lo recaudado, además, tendrá un fin solidario, ya que se destinará para la nueva radio del Centro Cultural La Toma de Tucumán 1349.
La grilla para hoy incluye las actuaciones de El Tomy Eze, The Gay Gay Guys, Los Robles, Artificio Hard Rock, Jayless Machine Of Jay, Mauricio The Nicho's Experience Momentum Sonic, Alto Drama, Pola Obrero, Audia, Plan 9 del Espacio Exterior, Toba, Los Commoners, Hermoza!, No Satisfactorio, Premiseurs, La Razza y SemiJazz. Recorriendo las obras de buena parte de esos artistas (desde el bandcamp del grupo, donde pueden descargarse ambos compilados) es posible descubrir que el nombre del proyecto tiene más de ironía que de representación estilística: ni el rock en sus formatos convencionales, ni la cumbia o expresiones asociables a lo "villero" aparecen como puntos de contacto en proyectos más vinculados a lo electrónico y experimental. "El título del sello, por un lado, viene a marcar el sinsentido de esas divisiones que oportunamente mencionás. Rock Villero vendría a ser también la antítesis a ese canto que dice 'Luca no se murió que se muera Cerati'. O sea, que no se muera nadie, vamos a tocar todos juntos", define Robles.
Y remarca: "Lo que pasa mucho con el rock clásico, más que nada acá, es que tomó un fundamentalismo que ni siquiera tenía en Inglaterra cuando nació. Es una cuestión muy de fragmentar, de amurallar un concepto, de transformarlo en algo inexpugnable para una persona que no viene de éso. Es muy difícil que un pibe al que le gusta hacer cumbia villera sea bien recibido por un pibe que hace indie rock. No se van a cruzar nunca, no van a relacionarse. Es como que hay destinos predefinidos para cada uno según la música que le gusta escuchar, el lugar donde nació, la plata que tiene".
Desde esa lectura social, los miembros de Rock Villero apuestan a trazar nuevos lazos: "Nuestra idea es destruir esa brecha desde lo cultural y lo ideológico. Trabajar un poco el inconsciente colectivo para que esa estupidez se termine, para que se terminen las fronteras imaginarias en cuanto a lo musical".
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