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Miércoles, 22 de junio de 2016
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LITERATURA. El sol, de Virginia Ducler, por Editorial Casagrande

Una promesa cumplida

En su nueva obra la escritora rosarina incluye la nouvelle que le da título al libro, que funciona como lado A, mientras que el lado B es una novela corta: La dispersión, donde alude explícitamente a La montaña mágica de Thomas Mann.

Por Beatriz Vignoli
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La escritora rosarina Virginia Ducler, que mañana presentará su nuevo libro en Mal de Archivo.

"Cuando nos separamos nos prometimos tener una vida linda. Como si uno pudiera decidir eso. ¿Fue linda mi vida? ¿A ver? Estudié letras, me casé (me da vergüenza haberme casado) con un demente, tuve dos hijos con él. ¿Fue linda mi vida? ¿Hubo algo lindo después de Juan José, además de mis hijos? Lo dijimos en la cama, con las piernas enredadas. Nos juramos volver a vernos en treinta años". Esto escribe Virginia Ducler en la nouvelle que da título a su libro El sol.

El sol es el segundo título del sello Casagrande. Ezequiel Voltero lo presenta mañana en Mal de Archivo (Moreno 477) junto a la autora y a la actriz Andrea Fiorino, que leerá párrafos del libro. Como los viejos discos, tiene lado A y lado B. Lo integra además otra novela corta, una autoficción titulada La dispersión. Esta es uno de los experimentos literarios más musicales que ha deparado últimamente la narrativa de Rosario después de El destino de los huesos, drama cómico teatral de Andrea Fiorino basado en una novela homónima de Ducler que fue escrita hace más de quince años y que aún sigue buscando editor. Los espectadores de la obra "descubrieron" en 2015 a una autora rosarina que lleva más de veinte años escribiendo y publicando en diversos espacios, como en la contratapa de Rosario/12.

El sol es el primer libro publicado en papel y en Argentina por Ducler, egresada de la UNR, quien en noviembre de 2015 editó en formato electrónico su libro de cuentos Los zapatos del ahorcado, por Ediciones Revólver (Barcelona, España). "Si se publica a muy temprana edad se corre el riesgo de que el ego trunque esa búsqueda", dijo Ducler en 2015 en una entrevista radial del micro La biblioteca salvaje, del programa La Canción del País, por Radio Universidad (la entrevista puede escucharse completa en www.lacanciondelpais.com.ar).

"Es una mujer cuya cabeza no para en todo el día", contó allí Ducler, quien compuso en 15 días La dispersión en doce fragmentos que corresponden en forma ordenada a los meses del año y a las horas del día. La voz que "suena" en este cautivante lado B es la de una madre separada que baila tangos en sus pocos ratos libres, esos que no quedan atrapados en la vorágine de pequeños deberes domésticos cuyo recuento constituye la sustancia de su monólogo interior. Una letra de tango le taladra la cabeza. El año pasa, el día pasa. El ex marido, ausente físicamente, habita su pensamiento bajo epítetos crueles. Con sutil humor, la autora desdoblada en narradora desarrolla allí la paradoja de una escritura acerca del no poder escribir. "¿Dónde hay una birome?" es una de las frases recurrentes que articulan, como los motivos que se repiten con variaciones en una sonata o en una fuga, este texto escrito en capas, que por su método de composición evoca ciertas novelas cortas de Robert Walser, como El paseo y El bandido.

Lecturas de Thomas Mann cohesionan el libro. La dispersión alude explícitamente a La montaña mágica. Además ambas obras expresan cada cual a su modo la experiencia del tiempo vacío, que transcurre puro, ni siquiera como espera: el tiempo del convaleciente (en Mann) es parodiado (en Ducler) por el tiempo del ama de casa. La dispersión produce como efecto de lectura un deseo casi punk de escribir, una sensación de que es posible crear una gran composición literaria con humildes materiales y en el lenguaje cotidiano. Pocos autores generan una experiencia de lectura tan liberadora y regocijante: ese engañoso "cualquiera puede hacerlo" que detona el buen arte contemporáneo.

En cuanto a El sol (la nouvelle), puede pensársela (y contiene alusiones que abonan esta idea) como una reescritura de Muerte en Venecia en clave de comedia negra latinoamericana con hippies pobres, que también se ríe un poco de los reencuentros a lo García Márquez. Una promesa cumplida (la de la cita transcripta al comienzo de esta nota) arroja a la antiheroína a un lugar llamado "acá", donde todos viven en un puro presente lleno de sol, arena y mar. Parece el paraíso pero termina siendo el reino del abandono, la decepción y el ridículo.

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