Conseguir que ese director de cine tan esquivo, sensible y temperamental que es Raúl Perrone abra sus puertas e intimidad para ser registrado durante uno de sus rodajes, parece difÃcil. Lo es. Pero quien ha superado la prueba y filmado y estrenado en el Bafici, es Patricio Carroggio, realizador español con vida en Rosario desde hace unos años. El trabajo se titula, apropiadamente, El perro de Ituzaingó. Y se proyecta esta noche a las 22.30 en El Cairo, en el marco de Conecta 0.5, muestra de cine interdisciplinaria que organizan Artea (Asociación de Realizadores y Técnicos Audiovisuales) y Rac (Red Audiovisual Cooperativa).
"Perrone hizo el documental que quiso a través de mi propuesta", comenta Carroggio a Rosario/12. "Después de entrar en cierta sintonÃa, hablando de diferentes asuntos por chat, le dije que querÃa filmarlo. 'Ni en pedo', me respondió. Pero después me dijo que fuera inmediatamente a Ituzaingó en las próximas semanas. Me dijo que estaba por comenzar una pelÃcula. Fui apurado, con apenas un par de ideas de lo que podrÃa hacer, pero las rechazó rotundamente. Asà que filmé improvisando y por instinto; precisamente como a él le gusta filmar sus propias pelÃculas".
Como referencia, Carroggio apunta que fue uno de los talleres de Perrone el mejor disparador (taller que Perrone dará en Plataforma Lavardén el jueves 30, a las 15). "Habló muy poco ese dÃa. Con unos cincuenta alumnos, me dà cuenta que en el ambiente habÃa un impulso por hacer cine que pocas veces he visto. Asà que me decidà a filmar ese impulso".
- ¿Por qué elegir a Raúl Perrone?
- Perrone tiene más de cuarenta pelÃculas hechas por fuera del sistema industrial o de subsidios, muy enfocadas en la poesÃa y la emoción. Me resulta muy interesante como referente. Ser director de cine implica poder articular todos los procesos y recursos de una pelÃcula. Y en el caso del cine independiente, hecho sin financiamiento externo, cada director se las tiene que rebuscar para llevar a cabo su pelÃcula, aplicando técnicas de persuasión para el trabajo en equipo, hacer valer la trayectoria, enganchar con un buen guión o con un chamuyo convincente. He participado en muchos proyectos donde se produce de esta forma, incluso trabajo de esta manera en mis propias pelÃculas. Cada vez me interesa más el trabajo como un continuado. No la obra única, cerrada, independiente. Sino una obra que no se entienda sin el conjunto, que sea como un pedazo del todo. Directores como Hong Sang-soo están en esa lÃnea. Es una forma de hacer más propia de otras artes como la pintura o la fotografÃa. También me interesa la relación entre narrativa-poesÃa e información-emoción.
- ¿Con qué Perrone te encontraste durante tu pelÃcula?
- Me sorprendió bastante porque nunca lo habÃa visto enfurecerse con nadie, y filmando me quedé impactado. Pero cuando ya estás en el baile hay que llegar hasta el final. Es por eso que filmé las escenas con los actores sin Raúl. De esta forma se compensa el punto de vista y se entienden mejor las complejidades y contradicciones en las relaciones entre los partÃcipes. Al mismo tiempo que es un viejo cascarrabias, egocéntrico, es un tipo con mucha energÃa, honesto y auténtico. Uno de los actores es casi maltratado por el director, pero sin embargo ha filmado cuatro pelÃculas con él. Son las clásicas relaciones de amor-odio que todos hemos tenido alguna vez. De alguna forma constructiva, hacés una pelÃcula en lugar de ir al psicoanalista. Durante la edición estuve muy inquieto. Estar con una cámara en el proceso creativo de una pelÃcula puede llevar a descubrir aspectos profundos de una persona. No tenÃa claro cómo iba a reaccionar Raúl, pero quedó muy conforme con el resultado final.
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