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Sábado, 2 de julio de 2016
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MUSICA. Cecilia Zabala presenta esta noche El color del silencio

Diálogo esencial de voz y guitarra

Luego de que sus últimas producciones estuvieran marcadas por un carácter colaborativo, la artista le dio forma a un disco de impronta íntima, donde vuelve a ahondar en la composición a partir de sus dos principales herramientas.

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Cecilia Zabala y la guitarra de siete cuerdas creada por el luthier Oscar Trezzini.

Responsable de haber logrado, en casi veinte años, una discografía sólida que refleja su generosa mirada sobre los géneros folklóricos y populares, Cecilia Zabala encontró en la intimidad un modo para sintetizar el rico camino recorrido. Porque con El color del silencio --el disco que esta noche a las 21.30 presentará en el Gran Salón de Plataforma Lavardén, con Sandra Corizzo como invitada-- la guitarrista, cantante y compositora reunió canciones propias que son resultado de un regreso a la forma primaria de la creación: el encuentro entre guitarra y voz.

Así lo distinguió la artista, que apuntó: "Era una necesidad personal y artística volver a esa esencia de diálogo entre la guitarra y la voz, que por ahí tiene como un eje en toda mi obra. Pero en mis últimos trabajos estaba más escondido entre otras texturas más compartidas con otros artistas".

Esa interacción es clave en Fronteras, creado a dúo con Philippe Baden Powell (hijo del gran músico brasilero), con quien logró darle vuelo a un esquema de composición conjunta que le permitió profundizar sus vínculos con la Música Popular Brasilera (MPB). Antes había publicado Presente infinito (con formato de banda) y Violeta, editado en 2013 bajo la producción de León Gieco, y conformado por obras escritas para guitarra solista por Violeta Parra. "A pesar de que es un disco de solo guitarra, en la presentación de Violeta armé un espectáculo más integral junto a Fernando Noy, atravesando la obra de Violeta --aclaró Zabala--. Por eso tal vez El color del silencio es como un retorno a mi primer disco solista, Aguaribay, pero con una vuelta de rosca más, porque en Aguaribay reversionaba clásicos del folklore y el tango argentino, músicas reconocibles, y en cambio en este disco son todas músicas propias".

El rico recorrido realizado por Zabala entre aquel debut solista y este nuevo trabajo se traduce en estas composiciones, que se ven marcadas por un amplio rango de influencias. "Son las músicas que me atraviesan, que fui escuchando durante todos estos años --reconoció--. También de los colores musicales que uno empieza a descubrir a lo largo de los viajes, los encuentros con otros músicos, con músicas folklóricas de otros países". Entre esas influencias resalta esa MPB a la que se acercó cuando tenía 19 años y viajó a Brasil para asistir a un curso de, claro, MPB: "Fue un descubrimiento muy sorpresivo, pude descubrirlo con una inocencia casi adolescente. Sin querer, sin conocerlos previamente, me encontré con músicos como Egberto Gismonti, Hermeto Pascoal o Baden Powell. Desde entonces, y es un misterio, es casi como si tuviera un chip brasilero".

Sin embargo, otro elemento resultó esencial como fuente de inspiración para estas obras: la guitarra de siete cuerdas a la que Zabala accedió por recomendación de su luthier, Oscar Trezzini. "Se transformó en mi instrumento principal desde hace unos diez años. En ese momento estaba tratando de salir del sonido de la guitarra de seis cuerdas hacia otros registros. Oscar me aconsejó que la mejor manera era tener esa guitarra de siete, que iba a terminar siendo mi guitarra principal. Lo que más me gusta son esos graves que expanden el sonido de la guitarra. Para mí es una fuente de inspiración muy grande para componer".

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