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Juguetes abandonados conspiran en el altillo: "Un día de estos, cuando suba, lo agarramos". La escena que viene a la mente ante el nuevo libro de fotos de Paulina Scheitlin es esa viñeta de humor gráfico por Gary Larson. Las fotos analógicas de bares y vidrieras que sale a cazar Scheitlin en sus caminatas, reemplazando el flash con la exposición lenta, revelan aquella vida secreta de las cosas que el animismo infantil sospechaba. Del mismo rito de safari fotográfico urbano de donde surgió su libro El centro (EMR, 2012) nace, como una secuela, La foto de los lunes (2016), selección de 134 fotografías en 172 páginas color, con los mismos epígrafes de la publicación original en Facebook. El libro se presenta mañana a las 19 en Mal de Archivo (Moreno 477). "Si fuiste uno de los copados que ya adquirió su ejemplar a través de la campaña en Panal de Ideas, podrás retirarlo ese mismo día durante la presentación", advierte la autora.
Un antecedente decisivo fue la exposición, en 2014, de fotos de la serie en la Escuela Municipal de Artes Plásticas Manuel Musto. El 29 de julio, acompañando una exposición individual de 80 fotos, el libro se presenta en el Centro de Fotografía de Montevideo, Uruguay.
El lúcido prólogo de Daniel García desarrolla conceptos clave: el montaje, el disparate, la cultura como naturaleza. Las fotos captan pequeños mundos bizarros de simulacros y naturalezas artificiales en los márgenes, allí donde se rasga por las costuras la superficie de un totalitarismo del diseño. "¿Cómo es que existe esto?" es la pregunta que surge ante cada heterotopía y cada cambalache. Gracias a la fanpage de Facebook donde subió una foto cada lunes durante seis años, y al crowdfunding, la "nueva criatura se gestó con los años, de manera independiente y con la ayuda de mucha gente", según cuenta Scheitlin.
"Es algo que empecé a hacer un 25 de octubre de 2010", cuenta Scheitlin, evocando cómo decidió rescatar una carpeta donde guardaba lejos de su vista los escaneos en baja definición de aquellas fotos que le parecían "raras". Sin embargo, la víspera, "había ido con unos amigos a un recital de la banda Massacre. En un momento del show, su cantante Walas dijo sobre el escenario una frase que me hizo reír mucho: 'Los hijos de padres separados le decimos sí a la inseguridad'. La frase me quedó picando...". Al empezar la semana, sacó de la carpeta y empezó a subir a Facebook (una por lunes, con un epígrafe serio que resultaba cómico) esas hijas deformes (hoy muy queridas), empezando por la primera hallada al azar: una rana de juguete en skate. "Sentí que de alguna manera foto y frase se conectaban", recuerda Scheitlin.
- Cuando le preguntaron qué es la realidad, el escritor Philip K. Dick respondió: "La realidad es eso que, cuando dejaste de creer que está ahí, sigue ahí". ¿Podría ser el epígrafe de alguna de tus fotos?
- La verdad que sí. Es muy buena frase, es eso, es eso que queda.
- ¿Qué era lo que no te gustaba de esas fotos?
- Tenían esa dominante del color estridente y eran humorísticas, se salían del centro desolado, de las imágenes de negocios cerrados de mi libro El centro; la mirada no era tan distante. Se salían de mi trabajo "serio". Pero ahora las quiero un montón y me gustan.
- Se salían de tono... Hay en el nuevo libro un contraste cómico de tono entre ese humor de las fotos y lo solemne de las frases.
- Son recortes de lo que dijo alguien sobre algo. Al principio tomaba las frases de Internet pero después las sacaba de entrevistas. Un recorte de una frase se vuelve algo solemne al sacarla fuera de contexto. Siempre es un recorte y hace que la palabra se vuelva algo solemne. Las fotos son de objetos ordinarios, en el sentido de objetos comunes. Muchos son detalles de lugares que se ven en el otro libro. Por ejemplo en el bar Junior, que está en El centro, la foto de los lunes es la de un muñequito que alguien puso en el mostrador y que no se ve al entrar. Es un zoom in de ese lugar. Después ya empezó a ser una categoría: veía algo y pensaba "uy, esto es re foto de los lunes". Yo lo veo (a este libro) como una continuidad de El centro.
- ¿En qué momento empezó a ser una categoría?
- Al año de que empecé a subirlas. Cuando empecé a ver el volumen y todas las fotos juntas. Aún así seguían sin gustarme. Hasta que Andrea Ostera me llamó a mostrar las fotos en la Escuela Musto. Le ofrecí fotos de El centro pero me dijo: "Quiero ver La foto de los lunes". Empecé la edición y ahí todo tuvo más entidad. La muestra de fotos de la Musto fue la primera vez que las copié en papel. Pasó más tiempo, siguió creciendo y vi la necesidad del libro. Son casi seis años haciendo esto. Tienen más que ver conmigo esto que lo otro. Cuando hice lo de El centro yo estaba en una sintonía y ahora en otra. No tengo una regla tan clara para las "Foto de los lunes", no sé bien qué las define, pero lo que me gusta tiene que ver con un gesto amoroso del tipo que armó la vidriera, fuera del marketing y la decoración. Se ve la letra a mano del tipo, en un cartel que dice "Corpiños a 12 pesos". En el gesto empiezo a intuir, o más bien a imaginar, algo de la persona que hizo eso. No sé si estas fotos se entenderían en Europa o en Suecia. Es algo muy latinoamericano. Tiene que ver con el Río de la Plata. Está buenísimo que muestre allá en Uruguay. Fui hace mucho a Montevideo y saqué muchas fotos, que todavía no mostré. Y ahora vuelvo. ¡El Centro de Fotografía es muy bueno!
- Esa mezcla de humor y melancolía es muy rioplatense. Fui también hace años a Montevideo y la recuerdo ahora como una gran foto de Paulina Scheitlin (risas). Tal vez podrías encontrar también en Hollywood, Los Angeles, California, esa naturaleza artificial, ese kitsch, que allá lleva mucho más tiempo produciéndose que acá...
- Justamente ahora estoy con lo digital, trabajando en una serie, Artificios, que es una exacerbación de los paisajes artificiales.
- Los parques temáticos, como Disneylandia pero más "truchos"...
- Y lo trucho no es Disney.
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