Detrás de una auténtica montaña de papeles, Susana Dezorzi pasa sus últimas horas al frente del Centro Cultural Parque España. "Es que todavÃa falta mucho por hacer", se excusa mientras cierra un correo, amontona unas carpetas y hace lugar en el escritorio para apoyar el grabador. "Hay que descolgar la muestra que tenemos, planificar el ciclo del verano, dejar armados por lo menos los primeros meses de programación, en fin... La tarea de programación de un centro cultural nunca se abandona. A lo largo del año, uno va proyectando la tarea de los dos siguientes".
-Algo difÃcil de entender en un paÃs en el que en materia de polÃtica, generalmente, el que llega suele hacer borrón y cuenta nueva...
-No en la tradición del Parque de España. Cuando a mà Silvia DomÃnguez (primera directora del CCPE) me dejó en este puesto, encontré más de la mitad del año `97 programada. Para nosotros es muy importante que no se generen vacÃos en la gestión, crisis institucionales. En la Argentina tenemos una vasta experiencia en este sentido y sabemos que es muy posible que una institución se vacÃe en un mes.
-Y es de suponer que cuando se han pasado casi diez años al frente de un proyecto, haya algo más que un mero compromiso polÃtico...
-SÃ, hay mucho de compromiso emocional, mucha energÃa propia puesta aquÃ, pero no dirÃa que se trata de un proyecto personal. Si hay un lugar que desde el comienzo se planteó como una empresa colectiva, es el Parque de España. Yo siempre he visto al Parque como una confluencia de voluntades, un punto de encuentro y de consenso. No por nada la historia de este centro partió de un grupo de gente de esta ciudad, con raÃces españolas, que tuvo la genial inspiración de generar un proyecto cultural y educativo en Rosario, donde se actualizara la imagen que los rosarinos tenÃamos de España. Fue una suma de acuerdos la que logró armar la fundación, lograr la cesión de los terrenos, lograr la adhesión del Ministerio de Asuntos Exteriores del gobierno español, lograr la adhesión de todos los actores sociales para que comenzara a funcionar, etc. O sea, si hay algo que es fundamental preservar aquÃ, es eso, la vocación de consenso que constituye la riqueza esencial del lugar. Si hay algo que el Parque no es, es un reducto de amigos.
-El año que viene cumplirÃa diez años al frente del centro, ¿cómo fue que llegó al CCPE?
-En ese entonces estaba como encargada de la videoteca del centro. Y siempre digo que cuando me hicieron la oferta, me pareció demencial, porque yo era consciente de la enorme distancia que habÃa entre Silvia, con su saber, con su enorme capacidad de gestión, y yo. Y luego de un tiempo de resistirme tomé la decisión de probar, me convencà de que si me lo ofrecÃan por algo serÃa. Y lo asumà con total inconciencia, tanto de lo maravilloso como de lo difÃcil de este trabajo, que es un trabajo para el cual en definitiva, es necesario tener un saber.
-¿Qué rescatarÃa de esos "altos" y "bajos" de la gestión?
-Hubo pruebas muy severas. Por fortuna este lugar venÃa con una energÃa saludable, con una inercia muy positiva que creo que aún conserva. Este es un lugar al que la gente se acerca con buena propuestas, a veces con ideas arriesgadas pero siempre de excelencia, y creo que con eso se sostiene la programación. Personalmente, me ha tocado de todo; momentos maravillosos y otros muy angustiosos. Sin embargo me siento afortunada de irme en un muy buen momento de la institución, con las cuentas más o menos saldadas en todos los aspectos y con muy buenas perspectivas. Y digo esto porque en enero vamos a estar -y digo vamos porque aunque yo ya no voy a estar, sà siento como un logro haber podido cerrar ese acuerdo- equipando el teatro del Parque de España en materia de sonido. Logramos concretar un aporte de la Agencia Española de Cooperación Iberoamericana de 30.000 euros para adquirir un interesante equipamiento de sonido para la sala.
-Se dirÃa que el saldo es entonces, positivo...
-Bueno, también hemos pasado momentos durÃsimos, como en 2001 cuando estuvimos a punto de cerrar. A fines de ese año no tenÃamos dinero para pagar los sueldos ni los servicios. Era imposible pensar en nada. Por suerte tuvimos un reflejo saludable en Jesús Silva, el ex cónsul de Rosario en ese momento en la dirección general de Asuntos Culturales del Ministerio del Exterior, que nos ayudó mucho. El fue quien nos incorporó a la red de centros de la AECI. Y es precisamente ese momento que yo también marco como el mejor, porque un par de años después, siempre a partir de esa crisis y de los mecanismos que se articularon para salir de ella, logramos un repunte muy importante, fundamentalmente a partir de la solidaridad y apoyo de todos: personal, artistas, colaboradores, proveedores, autoridades, etc. Se armó como una suerte de escudo humano alrededor del centro. Fue algo muy emocionante. Creo que en ese momento fue que sentimos que habÃa que seguir. De esos momentos crÃticos salió la idea de hacer Lucera (el órgano de difusión de la institución), un proyecto que venÃamos amasando desde hacÃa mucho tiempo. VeÃamos todo lo que pasaba por el centro, la gente, los espectáculos, y de nada de eso quedaba registro. De modo que Lucera vino a cubrir un hueco importante, y no solo en el centro sino en toda la vida cultural de la ciudad. Y eso que la revista ha tenido, a pesar de su corta vida, dos épocas; la primera, que tuvo una pérdida muy dolorosa con la muerte de su primer editor, Fernando Toloza; y una segunda, con MartÃn Prieto, que hace otra revista, distinta, pero que nos satisface tanto como la primera.
-¿Cuáles son su expectativas respecto al futuro del CCPE?
-Primero me gustarÃa que esta transición se hiciera de manera ordenada. También me gustarÃa detectar un cambio de rumbo. Y que mis limitaciones son superadas. Eso.
-¿Qué espera entonces del nuevo director?
-Espero que sepa discernir en qué aspectos debe respetar la tradición y en qué otros debe romperla. Espero que pueda encontrar una sÃntesis para su propio proyecto intelectual y los proyectos de todas las personas que convergen acá, todo ese rÃo de voluntades que confluye en este lugar y lo dotan de esa tan particular pasión.
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