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Miércoles, 3 de enero de 2007
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BALANCE/06. UN AÑO INTENSO DONDE ABUNDARON LAS PUBLICACIONES

La buena salud de la poesía rosarina

La aparición de nuevos autores que sumaron a los clásicos, hizo del 2006 un año donde la poesía mostró sus fuertes signos vitales.

Por Sonia Scarabelli
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La reedición de los poemas de Francisco Gandolfo fue uno de los hitos del 2006. La Editorial Municipal de Rosario mantuvo su política de rescatar viejos textos.

En una entrevista que le hicieron recientemente, mientras se encontraba participando en el Hay Festival de Segovia 2006 -que reúne a escritores de todo el mundo-, el narrador y crítico inglés Martin Amis afirmaba que "la historia se ha acelerado de manera vertiginosa. Ya no hay tiempo para detenerse y observar lo que ocurre, y por eso la poesía está muriendo". El comentario tuvo, en su momento, cierta circulación mediática. Ocurre, además, en un clima de pensamiento en el que parece resultar más expeditivo hablar del fin de las cosas que interrogar el sentido de su persistencia.

De algún modo, atender a parte de lo acontecido durante el año 2006 en esta ciudad con relación a la poesía no deja de sugerir la posibilidad de pensar en una dirección muy diferente. El argumento acerca de su inadecuación frente a las características vertiginosas del momento histórico actual, con el que se pretende sacarle carta de ciudadanía en el plácido mundo de las antiguallas culturales, no parece resonar aquí con la misma naturalidad. Y es que, antes que detener el tiempo, lo que la poesía permite es interpretarlo. En este sentido puede decirse que demanda atención y presencia; una disposición, en suma, a comprometerse con la intensidad de la experiencia que es lo que requiere, en general, toda práctica artística genuina. Y si la temporalidad de un poema entra en franca contradicción con los ritmos de un modelo de sociedad cuyas condiciones resultan estructuralmente violentas y alienantes para una enorme mayoría de personas, lo que esto puede poner a la luz no es su inoperatividad, sino, por el contrario, su potencial para resistir y cuestionar una hegemonía global que atenta contra la necesidad de los seres humanos de relacionarse afectivamente entre sí y con su entorno.

La proliferación de espacios vinculados con la poesía en Rosario durante el 2006 ofrece una interesante muestra de su persistencia como fenómeno cultural. Quizás lo más interesante del año que termina no esté dado únicamente por la cantidad y variedad de hechos con estas características, tanto como por la continuidad que muchos de ellos reafirman. El Festival Internacional de Poesía, que va ya por su XIV edición, organizado en forma conjunta por la Secretaría de Cultura de la Municipalidad y la Secretaría de Cultura de la provincia, renovó la apuesta de convocar a poetas de todo el mundo y contó asimismo con una nutrida asistencia.

Ciclos de lectura que llevan varios años de vigencia se combinaron con nuevas propuestas que han logrado una sostenida convocatoria de público. A riesgo de incurrir en algunas omisiones, vale la pena mencionar el Ciclo de Arte por la Paz, en la Subsede; Poesía y generación, en la Casa de la Poesía de Rosario; Poesía en los bares, en La Muestra; el ciclo "A dos voces", en la Biblioteca del Paraná; las lecturas en el Teatro El Círculo; el espacio de poesía en la Biblioteca Popular Centro Cultural Rosario, entre muchos otros.

Los encuentros, por otra parte, han ofrecido la ocasión de promover una relación más directa no sólo de los autores con sus lectores, sino de los autores entre sí, además de suponer la presencia de voces que abarcan un amplio registro estético e incluyen a varias generaciones de poetas, muchos de los cuales encuentran allí la ocasión de hacer conocer su producción inédita. De forma consecuente, estas iniciativas, con una amplia franja de autogestión, contribuyeron a generar un clima en el que la poesía, lejos de sentirse como cosa de unos pocos, dio pruebas de seguir teniendo algo que decir para muchos. En este marco no resulta menos significativo que Diario de Poesía haya elegido festejar en Rosario su 20º aniversario, o que las primeras Jornadas Hispanoamericanas de Traducción Literaria, organizadas por el CIEHUM y el CCPE/AECI, hayan mostrado una nutrida agenda dedicada a la traducción de poesía, ni que, luego de su lanzamiento en el mes de abril, la Revista Boga, editada por la Casa de la Poesía, haya alcanzado un feliz cuarto número.

En definitiva, puede afirmarse que la poesía en nuestra ciudad no parece mostrar signos de un estado terminal. Sin embargo, y por esto mismo, el 2006 fue un año en el que se hicieron sentir los reclamos, muchos de ellos planteados a partir de la posibilidad ofrecida por estos espacios, sobre la necesidad de discursos críticos que articulen la reflexión en torno a la vitalidad y diversidad de las producciones en la esfera local, y permitan proyectar una mirada histórica sobre el fenómeno, terreno en el que se cuentan todavía más carencias que logros, aún sin desconocer el aporte de emprendimientos como el de la Cátedra Felipe Aldana en la UNR. Sin duda, para que esto suceda, no es menos necesario que se abran mayores y nuevas alternativas que faciliten la edición de poesía, y el acceso a los materiales impresos, ya que la circulación oral de la producción no basta para equilibrar la asimétrica y poco aventajada posición del género en relación al mundo editorial.

Así y todo, el 2006 ha sido un año en el que fue posible celebrar la presentación de un crecido volumen de libros de poesía, tanto de autores con una extensa trayectoria, como de otros que publicaban por primera vez. Editoriales independientes de la ciudad como Ciudad Gótica, y otras que hicieron su aparición en el 2006, entre ellas Serapis y Gatogrillé, dieron pruebas de no amilanarse y apostaron a un catálogo en el que la poesía tuvo representación; también la Editorial Municipal de Rosario mantuvo su política de reedición de poetas cuya obra resultaba hasta hace poco inconseguible, como es el caso de Francisco Gandolfo. Aún así, muchos autores, para ver publicados sus libros, debieron recurrir a editoriales que trabajan por fuera del circuito local.

Para sintetizar, lo acontecido en el 2006 no sólo ha contribuido a señalar la buena salud de la poesía, sino que ha permitido plantear retos y demandas que se internan en el futuro y dan cuenta de la desafiante vitalidad del género.

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