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Domingo, 18 de febrero de 2007
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Historia del viejo y el joven que esperan un lunes extraordinario

Más allá de algunos impedimentos técnicos que requieren un
minucioso trabajo de dirección, es saludable que el público se
reencuentre con textos que van más allá del entretenimiento fácil.

Por Julio Cejas
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Héctor Barreiros y Alejandro Leguizamón protagonizan la obra "Esperando el lunes". En muchos pasajes aparece la frescura y el ingenio de la escritura dramática de Alsina.

El nombre del dramaturgo tucumano Carlos Alsina está asociado para muchos con aquel impresionante alegato que fue su obra Limpieza (1987) basada en el operativo realizado en Tucumán, por la dictadura del general Bussi que trasladó en un avión a mendigos y pobres para maquillar la cara de la ciudad que se preparaba para el Mundial 78. Esta obra y Esperando el lunes, escrita en 1990, obtuvieron premios nacionales a la mejor dramaturgia y posicionan a Alsina como uno de los nuevos realizadores del teatro político argentino.

Iniciando la temporada teatral del 2007, el actor y director Héctor Barreiros, estrena en su Sala de Empleados de Comercio, Esperando el lunes, uno de los textos más poéticos y vigentes del gran dramaturgo tucumano.

La obra plantea la relación entre un joven y un viejo que se encuentran en una plaza pública; frente a un edificio en "permanente" construcción.

La plaza y el edificio son una metáfora del país; un no﷓lugar donde estos seres solitarios van a renovar el ritual de encontrarse a la espera de "algún suceso extraordinario" como esperan encontrar la mayoría de los personajes del mundo de Roberto Arlt.

La locura del viejo se parece mucho a la de Cipriano, aquel personaje de La isla desierta de Arlt; que ingresa al mundo clausurado de una oficina para despertar a los empleados y tentarlos con la aventura de otras tierras y otras formas de vida menos rutinarias.

Este viejo por momentos es capitán de un barco y otras un republicano que pelea en la Guerra Civil Española, y hasta llega a transformarse en una anciana que espera volver a ganar la Lotería, siempre para tratar de conmover y alentar a su joven acompañante.

El joven estudiante de Psicología, pareciera haber perdido las esperanzas; trata de conquistar a una muchacha con poemas pero tampoco está seguro de poder lograrlo; es un símbolo de una generación que no visualiza un futuro cierto. Los dos se necesitan; los dos por momentos parecen aborrecer al otro pero ninguno se atreve a faltar a la cita en ese banco de plaza que pasa a ser un puente donde poder sincerarse y cotejar las diferencias y las similitudes.

El tema de la espera abreva en ese otro clásico de la dramaturgia universal, Esperando a Godot de Samuel Beckett; en donde también dos personajes intentan comunicarse infructuosamente mientras aguardan la presencia de alguien o de algo que los mueva de tanto estatismo.

La obra escrita en los años 90 reflexiona metafóricamente acerca de un tema que el teatro argentino de la época comienza a revisar insistentemente: la ausencia de una generación nacida muerta.

Los personajes de Esperando el lunes, intentan armar un rompecabezas en base a mentiras y engaños que se transforma en un juego irresistible y que reemplaza la imposibilidad de poder asumir sus verdaderas historias.

Un juego de máscaras propuesto por el Viejo para provocar al Joven que comienza a sentirlo como un héroe capaz de atreverse a lo que él no puede.

El texto de Alsina está estructurado con fuertes matices poéticos y una mixtura entre la ternura y el humor cáustico; ingredientes que el espectador agradece.

Héctor Barreiros vuelve a su clásico estilo de actuación que más allá de ciertas vacilaciones en la emisión del texto, parecieran seguir conmoviendo a su público.

En muchos pasajes aparece la frescura y el ingenio de la escritura dramática de Alsina que se cuela más allá de la falta de acciones precisas y la dinámica de una obra que por momentos se torna tediosa y naufraga en los espacios que separan los diferentes encuentros.

El joven actor Alejandro Leguizamón se adapta a la frescura y el arrojo de su personaje, sosteniendo por momentos los pasajes más intensos de la obra.

Más allá de estos impedimentos técnicos que requieren un minucioso trabajo de dirección de la que también es responsable el propio Barreiros; es saludable en estos tiempos que el público se reencuentre con textos que van más allá del entretenimiento fácil.

Una apuesta a seguir confiando en la vigencia de las historias que más allá de la ficción nos conectan con esa otra historia que sigue esperando algo más que un lunes.

"Esperando el lunes". De Carlos Alsina, con Héctor Barreiros y Alejandro Leguizamón. Sábados de febrero, a las 21. Teatro Empleados de Comercio, Corrientes 450.

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