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Martes, 29 de mayo de 2007
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Sobre restos de lenguajes perdidos cercando un silencio

El artista español Joaquín Capa se luce en la galería Arte Privado con una muestra que jeraquiza el panorama local.

Por Beatriz Vignoli
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Joaquín Capa: Perfil y columna (2001). Técnica mixta sobre lienzo, 195 x 162 cm.

La muestra individual de Joaquín Capa que puede visitarse hasta el 5 de junio en la galería Arte Privado (Dorrego 26) es una de esas raras instancias en que el arte que se puede ver en Rosario alcanza sigilosamente las cumbres de lo mejorcito del mundo. El artista, español nacido en Santander en 1941 y radicado en Madrid desde 1964, ha participado en varias ocasiones de la feria Arte BA junto a la galerista, Silvia Guidotti. Fogueado en ARCO Madrid, colaborador de Julio Leparc, expositor desde 1970 en los lugares más prestigiosos de Europa y forjador de un estilo singular a partir de la década de 1990, Capa es además un viajero que incluye en sus itinerarios los sitios más remotos de América, Asia y Africa. Su sólida formación gráfica, tanto en dibujo como en grabado, no le impide combinar estas técnicas con la pintura y el collage, que domina igualmente. Un poco de todo eso puede verse en esta muestra cuya calidad enaltece el panorama local.

Joaquín Capa ilustró obra de reconocidos poetas como Miguel Hernández, José Hierro y Gerardo Diego. Como las de la mejor poesía moderna, sus imágenes son restos de lenguajes perdidos cercando un silencio. La de Capa es una abstracción que bordea lo inteligible al adoptar procedimientos próximos al pensamiento o al lenguaje. Capa pinta y dibuja en la tradición modernista fundada por Kandinsky y otros y, al igual que ellos, trabaja guiado por un sentido musical del espacio. Pero si hay en su obra una idea de la música, es a la manera de John Cage. Los diversos dialectos formales del modernismo coexisten en su obra como estratos de una ciudad a la vez contemporánea e históricamente densa. El pentimento inconcluso de una pintura, por ejemplo, deja entrever una base de transfer; trazos temblorosos de grafito, a su vez, surcan las acumulaciones de manchas pintadas como lo harían unos graffiti sobre alguna pared a medio pintar a la cal: con la fatalidad fulgurante de aquello que por absolutamente azaroso parece absolutamente necesario. La belleza de algunas de estas formas depende además en parte de la medida en que expresan el cansancio de ser conscientes de sí mismas: es como si supieran que llevan casi un siglo siendo nuevas. Otras, en cambio, llevan la historia del arte más allá de su final, ingresando de lleno en el campo de lo contemporáneo: el futuro incierto de entonces es este presente de bordes que vacilan.

"Mi relación con Joaquín Capa empezó en la Feria Estampa Madrid allá por 1994", cuenta la galerista de Arte Privado, Silvia Guidotti. "Me fascinó la obra, lo busqué, lo encontré, fui a su taller y me dio obra para traer a Arte BA. Hace 3 o 4 años le hice una exposición a él y a la mujer, la pintora María Luisa Sanz. Los dos son artistas de primera. En Buenos Aires, la obra de Capa tiene mucha aceptación, sobre todo su pintura; en Europa, el público comprador de arte entiende más de grabado que acá. Valoran un grabado en tanto pieza original aunque sea seriada y no única". Arte Privado participa además de la feria Art Madrid y de Expotrastienda, con artistas europeos y de diversas provincias, según un criterio federal.

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