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Sábado, 9 de junio de 2007
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ULTIMA FUNCION DE "LA BOHEME", EN EL TEATRO EL CIRCULO

El festival de las grandes voces

El elenco exhibió una coherencia y calidad de primer nivel. La puesta en escena fue ajustada, con buenas resoluciones.

Por Santos Cantoni
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"La Bohème" requiere no sólo dos grandes y bellas voces para Rodolfo y Mimí. También se piden voces excelentes para los bohemios y la Musetta.

La Bohème: 8 puntos

Puesta en escena: Rubén Berasain

Dirección musical: n

Intérpretes: Leonoral del Rio, Marcelo Puente, Fernando Grassi, Alejandro Meerapfel y Susana Moreno, entre otros

Sala: Teatro El Círculo


La Opera de Rosario, en coproducción con el Teatro El Círculo, está presentando en estos días uno de los títulos claves de todo el repertorio operístico: La Bohème de Giacomo Puccini, que brindará esta noche su última función. Si una idea sirve para resumir esta producción ella es: un festival de voces.

La Bohème requiere no sólo dos grandes y bellas voces para Rodolfo y Mimí sino que también se piden voces excelentes para los bohemios y la Musetta. En todos estos roles el elenco exhibió una coherencia y calidad de primer nivel. Fernando Grassi, un muy buen Marcello con momentos muy logrados en los actos primero y tercero con buena solvencia escénica, Alejandro Meerapfel, un Shaunard chispeante, vocalmente sólido, dueño de una teatralidad excelente, como se notó al fin del segundo acto. Cierra el círculo de los Bohemios el Colline de Marcelo Otegui con su hermoso "Vecchia zimarra", que llevó merecidos aplausos. Por su parte, Susana Moreno dio vida a una Musetta sensual y provocativa, en lo escénico, y de ajustada composición vocal.

La soprano Leonora del Rio creó una delicada y frágil Mimí, sin dejar de lado un toque de picardía en la primera escena. Logró momentos muy bellos en el primer acto con el "Sí, mi chiamano Mimì", su actuación aumentó en intensidad llegando a un cierre emotivo tanto vocalmente como escénicamente en el cuarto acto con su despedida de la vida.

El tenor Marcelo Puente, dueño de un instrumento sólido, se movió con total libertad por todas las exquisiteces vocales que Puccini regala al enamorado Rodolfo, con un "Che gelida manina..." delicado y potente. Puente mostró seguridad en los agudos, un fino fraseo y prestancia escénica. Un compacto grupo de muy buenos cantantes, que sin duda es lo mejor que se puede conseguir en nuestro país para esos roles.

En cuanto al coro, debemos decir que le queda mucho trabajo por delante, comenzó su intervención a destiempo y con una pronunciación ininteligible. Seguro que en las próximas funciones se podrá lograr un mejor desempeño.

La Orquesta Sinfónica Provincial de Rosario con la batuta de Javier Logioia Orbe, fue la encargada de traducir la partitura de Puccini, rica en colores, originalidades armónicas y juego de motivos. La orquesta sonó muy bien, evitando no sobreponerse a los cantantes, el director hizo una lectura directa sin dejar de subrayar los motivos sutiles que el compositor asocia a situaciones y personajes.

La escenografía del Teatro Municipal de La Plata se ajusta a una puesta tradicional y no muy imaginativa, fue adaptada al escenario de El Círculo por Nicolás Boni y su equipo. Con algunas notas discordantes como las lámparas que iluminan el cartel del Café Momus entre 1830 o 1840. Aquí hace falta preguntar por que razón con la calidad que ha demostrado en sobradas ocasiones el equipo que dirige Boni, la Opera de Rosario debe traer escenarios de otros lugares.

Se nos ha dicho que el motivo es la carencia de un lugar apropiado que sirva como depósito de las producciones locales. Apelamos a la Municipalidad y su Secretaria de Cultura para que prontamente pueda destinar un lugar apropiado para guardar las producciones locales que son de gran calidad, y de las que se pueden sacar un buen rédito económico alquilándolas a otros teatros.

La puesta en escena de Rubén Berasain fue ajustada, con buenas resoluciones y marcación. Lo menos logrado de su trabajo resultó el complicado segundo acto, con una superabundancia de figurantes y coreutas, pero este punto no logra opacar lo que podemos definir como una puesta de buen nivel desde lo vocal, orquestal y escénico.

Después de esta Bohème que logra emocionar al espectador, lo cual no es poco, no podemos más que recordar la frase de Arthur Schopenhauer: "En la música todos los sentimientos vuelven a su estado puro y el mundo no es sino música hecha realidad".

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