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Libero ("Anche Líbero va bene")
Dirección: Kim Rossi Stuart
Guión: Linda Ferri, F. Giammusso, F. Starnone y K. Rossi Stuart
Fotografía: Stefano Falivene
Música: Banda Osiris
Intérpretes:Alessandro Morace, Kim Rossi Stuart, Barbara Bobulova, Marta Nobili
Duración: 108 minutos
Salas de estreno: Del Siglo y Showcase
Calificación: 8 puntos.
¿Un film italiano en cartelera? Y pensar que décadas atrás, particularmente en los '50 y '60 se estrenaban mensualmente en la ciudad, en Argentina, cuatro o cinco films procedentes de Italia en salas como El Cairo y el Odeón. Sí, un número que igualmente era similar a films de otras nacionalidades, más allá de estas décadas en que decir "Cine de Hollywood" era toda una marca de fábrica.
Y si mal no recuerdo, el último film procedente de Italia que pudimos ver en Rosario fue "La vida que sueño" de Guiseppe Piccioni que transcurría, al igual que "El amante del teniente francés", en esa zona borrosa entre la realidad de los hechos cotidianos y la ficción.
Ahora este hallazgo que mereciera numerosos premios en muestras y festivales, su director Kim Rossi Stuart hasta el momento exclusivamente actor nos acerca su ópera prima a la edad de treinta y ocho años, habiendo logrado un amplio reconocimiento por parte del público y de la crítica por su particular tratamiento del mundo familiar, por su modo de focalizar su atención en la infancia, trazando un puente con el entrañable film de Gianni Amelio -que sólo pudimos conocer por la señal de cable Movie City- "Las llaves de casa".
Al mirar sobre el cine de François Truffaut y del maestro de toda una generación de cineastas, Roberto Rosselini, Kim Rossi Stuart plantea un verosímil cotidiano desde la mirada de un niño, Tommaso, quien vive junto a su padre y a su hermana mayor, frente a un madre que manifiesta una continua situación de fuga; la que nos lleva (como ha declarado el director) al epígrafe de la novela clásica de León Tolstoi, Anna Karenina. "Las familias felices se asemejan todas, aquellas infelices lo son cada cual a su manera".
Esta aseveración bien puede caracterizar el hogar del pequeño Tommaso y ya desde la primera secuencia se nos plantea el perfil y funcionamiento de un hogar, cuya figura femenina, Stefania, se puede pensar como una figura ausente. Es en el interior de esta morada que los conflictos entre dos generaciones se van insinuando. Relato en el que podemos reconocer aquella mirada del joven Antoine Doinel del primer largometraje de François Truffaut, inicio de toda una saga, "Los cuatrocientos golpes". Así, en esos momentos de incomprendido, el pequeño Tommi alcanza su refugio secreto, se dirige hacia la terraza para dominar desde allí la ciudad, debe soportar en silencio los comportamientos de una familia que sólo está unida por vínculos muy frágiles.
Podemos decir que Tommaso camina, a lo largo del relato, sobre un filo de cornisa y es su búsqueda hacia el diálogo con su padre lo que a veces naufraga en su acostumbrada soledad. "Anche libero va bene" (término que se explicita sobre el final del film) es un film que tiene una tradición en el cine italiano en esos niños que no encuentran su propio lugar, que son mirados de manera indiferente por el adulto, que esperan siempre la palabra, la caricia. Y en esta dirección es que nos vienen a la memoria "Los niños nos miran" de Vittorio De Sica, "El incomprendido" de Luigi Comencini, y otros films del grupo Zavattini-De Sica, de Ettore Scola; tales como "La familia" y "Competencia desleal".
Sobre como vive su infancia el pequeño Tommi en ese hogar en el que, como el de tantos otros, se registran enfrentamientos y ausencias, su director nos señala: "No se puede decir que la infancia del personaje esté marcada por la infelicidad; sí por la tensión, por las dificultades, como suele ocurrir habitualmente. En este sentido he tratado de no ocultar el lado solar de cada personaje".
Ante estas palabras se vuelve relevante el tiempo que la cámara dedica a cada uno de los miembros de esta familia, en la que el concepto de responsabilidad pendula temblorosamente a través de una narración que evita los clichés; por lo que también esos roles van asumiendo otro modo de ser. Y es particularmente la relación padre-hijo la que domina toda nuestra atención.
Fuera del ámbito familiar, hay ciertos apuntes que permiten subrayar y contrastar con aspectos de esa familia. El relato va insinuando ciertas líneas de tensión que llegan a un punto de estallido. Desde su corta edad -el pequeño Tommi tiene once años-, el protagonista va renunciando a su mundo de sueños e ilusiones, frente a las exigencias de la voz de un padre cariñoso pero presa de reacciones violentas. Es en este microcosmos familiar donde la narración adquiere la precisión y la mesura propia de un relato clásico, en el que los elementos se ajustan a una equilibrada puesta en escena que coloca al oficio del actor en primer plano.
La trayectoria de Kim Rossi Stuart se inicia en 1974 con "El Caso Murri", de Mauro Bolognini, junto a su padre Giacomo, actor en el film. En esta historia, basada en un crimen familiar que sacudió a la opinión pública, a la sociedad italiana de principios de siglo, encontramos a Catherine Deneuve, Giancarlo Giannini y Fernando Rey en los roles principales. A los diecisiete años obtiene una pequeña participación en el exitoso film de Jean Jacques Annaud, "El nombre de la rosa". Tres años después sera el adolescente rebelde en "Disculpe, si molesto" de Franco Brusati, junto con Stefanía Sandrelli y Vittorio Gassman.
Al igual que Gianni Amelio, ahora Kim Rossi Stuart en "Líbero" revela la capacidad de comprensión del mundo de la infancia a traves de un relato que narra lo cotidiano desde una perspectiva ajena a falsas promesas.
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