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Sábado, 11 de agosto de 2007
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EL NOTABLE MUSICO RAMIRO GALLO EN EL PARQUE DE ESPAÑA

El violinista del tango moderno

Es una de las figuras más importantes del tango post Piazzolla. Además Wynton Marsalis tocó una obra escrita por él.

Por Edgardo Pérez Castillo
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Ramiro Gallo llega con su grupo a Rosario.

Desde que tenía apenas cinco años, Ramiro Gallo tomó al violín como un elemento de diversión que le permitía, entre otras cosas, acompañar al dúo de guitarra de sus padres, sumándose en la interpretación de tango y folclore. Con el correr del tiempo continuarían los estudios formales con el instrumento, que se complementaron con una cuota justa de azar. El mismo que lo cruzó con Carlos Aguirre, Luis Barbiero y Leonardo González para formar El Molino, agrupación de música popular que daría paso a una nueva experiencia: el trío que (luego de algunos años de residencia en el exterior) conformó con Barbiero y Martín Vázquez. Gallo llega hoy con su quinteto a las 21.30 al Centro Cultural Parque de España.

Claro que entre esa sucesión de nombres hay algunos hechos difíciles de dejar de lado. Quizás la más notoria sea la de su presencia en El Arranque, la prestigiosa agrupación con la que, en poco menos de una década, recorrió el mundo, destacándose no sólo como un notable violinista, sino además desde su rol de compositor y arreglador. Fue precisamente en ésa área, la de los arreglos, donde desempeñó una aclamada tarea para la Lincoln Center Jazz Orchestra que dirige el virtuoso trompetista Wynton Marsalis, experiencia que el músico rescató en su entrevista con Rosario/12.

-¿Descubrió alguna vez la razón que determinó que se volcara definitivamente al tango? Porque si bien estaba presente en sus primeras formaciones, allí también interpretaban otros géneros.

-En realidad es solamente una cuestión de piel. No hubo nada muy pensado, aunque de golpe fui consciente de esa piel. Hubo sí dos cosas muy definitivas. Una fue en el trío que teníamos con Barbiero y Vázquez. Con ellos hacíamos folclore latinoamericano y tango. Pero a poco de empezar a preparar nuestro repertorio se nos hizo muy evidente, por nuestra propia sensibilidad como músicos, que lo que mejor sonaba era el tango. La otra experiencia fue un dúo que armé con el guitarrista Ernesto Méndez de Paraná. Los dos éramos fanáticos de Oregon, nos gustaba mucho la búsqueda armónica y sobre todo de su guitarrista, Ralph Towner. Empezamos a tocar juntos en violín y guitarra temas de Towner. De golpe surgió la posibilidad de tocar temas nuestros en ese estilo, y el primer día que tocamos fue también la primera vez que tocaba un programa completo de composiciones mías, y fue una experiencia muy definitoria. Sabía de antes que me gustaba la composición, y lo hacía desde los 15 años, pero ahí fue evidente que era lo que realmente quería hacer. Tanto el tango como las composiciones propias me dan un nivel de contacto conmigo mismo que me siento lo suficientemente seguro como para pararme en un escenario y mostrar lo que estoy buscando y haciendo. Ese nivel de seguridad, que viene de una gran conexión con algo muy íntimo, es lo que me definió por seguir este camino.

-Mencionaba a Towner y, con el tiempo, trabajó junto a Marsalis, otro nombre fuerte del jazz. ¿Cómo fue ésa experiencia, considerando que él es un artista muy puro en su búsqueda musical y muy ligado a lo clásico, casi un perfeccionista?

-El es una persona muy generosa. Participó como invitado en nuestro primer disco y lo que dejó grabado ahí es algo que voy a llevar muy cerca de los pequeños logros que uno pueda ir cosechando. Fue un gran placer trabajar con él, que lo hizo con un nivel de humildad y cercanía que no encuentro en músicos que a lo mejor tienen mucho menos camino recorrido. Por otro lado, con respecto a su estética que se relaciona con lo tradicional, yo estoy muy en sintonía con ese pensamiento. No creo que él sea alguien que rechace lo nuevo, simplemente que él está dedicándose a un género de mucho peso, con muchos años de historia como es el jazz. Nosotros nos dedicamos a un género que tiene prácticamente la misma edad y el mismo tipo de evolución, en ese sentido son muy paralelos, y son los géneros populares más evolucionados en la música mundial. El no es que esté en contra de las nuevas corrientes, sino que defiende el aprendizaje de las corrientes principales. Particularmente en el tango encuentro que ha habido una explosión de nuevas propuestas, pero no todas vienen desde dentro del género. A veces encuentro propuestas muy evolucionadas en lo que respecta a los elementos musicales y compositivos puestos en juego, pero desde el punto de vista estilístico y tanguero son muy pobres, muy ingenuas.

-Considerando todo esto, y dejando de lado a los que incursionan con cierto espíritu comercial, ¿el tango se encuentra en uno de sus mejores momentos post-Piazzolla?

-Creo que, en un punto, sí. Porque si uno es un poquito despierto se puede dar cuenta de que, por ejemplo, la dicotomía que había antes (entre hacer tango tradicional o tango de Piazzolla) ahora ya no está, porque tenemos una perspectiva que nos permite ver el valor de cada época e incorporar todos los elementos dentro del lenguaje. Este es un momento muy interesante para quien tenga un poco de inquietudes creativas. Lo que no creo es que llegue a ser como en las décadas del 40 o 50, donde el tango era el principal protagonista de la escena musical argentina. Creo que es un gran momento, pero falta que surja una figura que tenga mucha llegada al gran público. Pero el artista que surja tiene que venir dentro del género, no como muchas expresiones que ahora tienen el nombre del tango pero nada del sonido del género.

-¿Puede haber nuevas rupturas en el tango?

-Sí, puede ser. Lo que pasa es que yo creo que uno de los legados que nos dejó Piazzolla fue esa desesperación por relacionar calidad con novedad, con ruptura. Yo no estoy de acuerdo con eso. Hay un documental de la BBC sobre Piazzolla en la que él arranca diciendo: "El tango tradicional era aburrido". El ya lo daba por muerto, y a partir de ese discurso cada nuevo creador vio esa necesidad de ser el nuevo Piazzolla, quien rompe, y en realidad casi todos terminan tocando como Piazzolla, parten de él entonces tienen la historia por la mitad. Piazzolla pudo hacer lo que hizo porque venía de aquella corriente.

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