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Domingo, 26 de agosto de 2007
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Teatro. CHARLA CON EL DIRECTOR Y DOCENTE MARCOS ROSENVAIG, DISCIPULO DE KANTOR

"No hay polémica, sólo vanidad"

Este prolífico hombre de teatro, vino a Rosario invitado por la Sala Amigos del Arte para dictar una conferencia.

Por Julio Cejas
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"Para que naciera el teatro de Kantor, hicieron falta el horror de los campos nazis".

Invitado especialmente a conmemorar los 63 años de la Sala Amigos del Arte, el reconocido escritor, director y docente teatral tucumano Marcos Rosenvaig dictó en Rosario su conferencia "El teatro de Tadeus Kantor".

El prolífico hombre de teatro que ostenta entre su currículm el haber realizado un trabajo de investigación con el grupo Cricot 2 de Tadeusz Kantor, dialogó con Rosario/12 acerca de la formación y la ética teatral.

"Esta es la primera vez que vengo a Rosario y se debe a la invitación de Amigos del Arte para dar esta charla sobre Tadeus Kantor a quien considero uno de mis maestros fundamentales", dijo.

Profesor de Letras recibido en la Universidad Nacional de Tucumán y Doctor en Filología Hispánica (Universidad de Málaga), Rosenvaig ha participado como actor en obras como "El último padre" de Rodolfo Braceli, obra con la que participó en el Festival Internacional de Teatro de Estocolmo (Suecia) en 1985 y más recientemente en "Regreso a casa, obra de su propia autoria (2005).

"Soy escritor, tengo obras publicadas como dramaturgo, ensayista y novelista y hace 20 años que me dedico a la dirección teatral, justamente acabo de estrenar en el Teatro Estable de Tucumán, una versión mía de `Los derechos de la salud' de Florencio Sánchez".

Además de Kantor, se especializó en la obra de Copi, escribiendo varios ensayos como su Tesis doctoral "Ser e identidad en la obra de Copi" (Universidad de Málaga) y varias publicaciones: "Copi: Sexo y teatralidad", (Editorial Biblos) y "Copi: Laberinto de espejos" (Editorial Universidad de Andalucía).

Se siente orgulloso al comentar que en el 78 obtiene una beca de la Embajada de Rumania, iniciando sus estudios en la Universidad de Teatro de Bucarest y en Polonia se encuentra con uno de los grandes maestros del teatro contemporáneo. "Allí trabajé con el Cricot que era el grupo de Kantor y fui generando mi lenguaje teatral, mi padre artístico fue Kantor, antes había sido formado por las malas huestes stanislasvkianas, hice teatro en Europa durante algunos años, dirigiendo un espectáculo en Florencia con más de 110 actores".

-¿Qué puede seguir planteando hoy Tadeuz Kantor a las nuevas generaciones?

-En una época donde todo se tecnifica cada vez más ,el hombre vuelve a encontrarse en la raíz y en el alma, desterrando todo lo tecnológico y volviendo a lo más básico, eso es Kantor, para que naciera Kantor se necesitó campos de concentración, de ese clima patético, de las cenizas surge ese teatro no sólo de Kantor sino también de Grotovsky- señaló.

Marcos Rosenvaig se permite reflexionar sobre la frivolidad del presente donde la televisión y sus paradigmas han contaminado toda la cultura globalizada. "El brillo del espectáculo, las grandes luces están en El Gran Hermano, en aquella frivolidad, en esa necesidad de lo lleno, pero el teatro esencial es el teatro vacío, en lo vacío es donde nace el teatro, en lo lleno no hay posibilidad porque al estar lleno de luces, decorados, no hay nada para pensar sino saltar como monos".

En el proceso de su trabajo con la obra de Florencio Sánchez, "Los derechos de la salud", le pasa algo parecido ya que tanto el director como los actores no confían en la obra. "Los actores la leen a regañadientes, estamos perdiendo el espíritu de la lectura, no se sabe leer, esto tiene que ver con algo fundamental que es el tema de la formación actoral.

La gente quiere formarse, pero en realidad se comprueba que hoy la gente quiere halagos, si uno le dice lo que realmente piensa es un enemigo, se ha instalado el culto a la vanidad, no hay espacio para la polémica, y se trata de generar la polémica, no la vanidad".

El reconocido autor de obras como "La fotografía", "Regreso a casa" y "Qué difícil es decir te quiero", admite que otro de los aspectos de esa vanidad que ha afectado a una buena parte de los teatreros la constituyen los concursos y sus respectivos premios. "La gente tiene que correrse de todo eso, de esa la moda en la que todos se presentan a los concursos, ganan premios y se sienten halagados, pero los buenos espectáculos no están allí, todos ganan, eso se transforma en una vaciedad", dice. Y agrega que "hay muchos talleristas que conozco en Buenos Aires que no tienen muchos conocimientos pero juntan cerca de 200 alumnos y esto los convierte en grandes vendedores".

En su conferencia, Rosenvaig comentó que su viaje a Polonia en el año 95 se debió a que había empezado a aburrirse del teatro, y partió buscando un lenguaje distinto, un lenguaje que pudo alcanzar gracias a la experiencia con el Cricot de Tadeuz Kantor. "Pretendo abrir la cabeza, a tratar de pensar el teatro desde un lugar distinto, se habla mucho de investigar, todo el mundo quiere investigar, pero hay que saber cómo".

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