"El misterio no es una posibilidad pero de él emana toda la posibilidad.
Toca todo como el viento".
Arturo Carrera. "Nacen los otros"
Parece entonces que el Paraná moviera el agua e hiciera signo con su nombre, que se elevara más sobre sà mismo y empezara a colocar comillas o puntos suspensivos. Que por el viento el rÃo se decidiera a hablar con letra grande y clara.
Fenómeno nupcial de aire, un rencoroso ir y venir que no hace copla y le da al Paraná el poder de discutir muchÃsimo o morir de vela, pajonal sucesivo, belleza indiferente, corriente y veleta hacia la ene.
El viento norte (cuando viene) asiste a un contrapunto caótico, es difÃcil navegar pues todo tiende a Buenos Aires, no hay freno ni pedal suplementario frente al que podamos seguir siendo marineros indefensos. Hombre.
Una barcaza quiere engullir a la costa pero han sembrado mentiras que no se las puede imputar a tanto movimiento; casi se sabe de memoria el imposible horario del descanso. El viento Norte lleva rÃo por transparencia.
Desde la barranca se nota infinito verde, infinito andar de la arboleda,
hallazgos veloces, ráfagas sabias que vienen de Brasil.
No puede evitarse la suma ineludible del vendaval cuando llega de arriba, nadan los grillos ligerito, van paralelos a nuestra vanidad, son cómplices de una cinética milenaria que acarreará hojas, tallos y cri cri hasta donde lo permita la palabra.
Miro desde una teja urbana la voz sagrada y caudalosa de esta pista húmeda que acribilla la tierra, tan cercana al misterio. Su belleza sin horario me interpela, es la correspondencia de dos fenómenos inseparables y una pregunta que viene a mis hipocondrÃas cotidianas.
Es difÃcil mirar el viento Norte, que su silencio moje y cante, que perturbe la tranquilidad. Que el enigma sea liso. Que entre él y el rÃo exista una matemática sin resultado.
Agua y aire son además son además dos frágiles nociones. Inventan sitios mejores o peores para ser.
Un camalote hace un escrutinio de kilómetros por hora, música las arañas
descifradas que van subrayando los parajes como capÃtulos.
El Paraná neumático no ofrece resistencia y se deja llevar como una secretaria con principios, el norte lo revuelve como un don, le ofrece secretos cuadrados y fórmulas. Y cosas sabidas.
Dicen que a las cinco de la tarde para, que la bruja deja de apuntar y el enloquecimiento pone punto aparte. Proveniente del verbo se calma por doctrina, a la hora segura dejará de soplar sus privilegios.
Mientras tanto corre experimentado y loco, arrastra la atención y sabe.
Simula eficacias casi religiosas. Su viento toca todo. El rÃo modifica su esqueleto.
Dicen que hasta las cinco duran los dioses, que las canoas, como vecinas inadecuadas o mujeres ligeras sufren esta perfidia rápida. Hasta las cinco soportaremos los diablitos, el marrón, la basura mesiánica que viene desde lejos.
Y el rÃo cual si fuera la memoria misma.
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