El capitanejo Manuel Borravino penetró esa mañana gélida en mi toldo, visiblemente "achumado". La noche anterior le habÃa estado dando duro y parejo a la ginebra peñà y ahora llevaba muy mal la resaca. Se cubrÃa con unas pieles astrosas y continuamente estaba reprimiendo un eructo. TenÃa la mirada borrosa. Yo estaba en ropa interior pero siempre con mis guantes, y llevaba puestas apresuradamente unas pantuflas de pezuñas de oso que el sargento Gómez me habÃa traÃdo como obsequio la última vez que habÃa ido a buscar provisiones a las poblaciones.
Se vienen, nomás.....dijo el indiazo Ya el sargento Gómez los vichó con un catalejo desde el mangrullo. "Se viene una nube de tierra" dijo.
Yo sabÃa que esa nube de tierra sólo podÃa ser la levantada por una gran y numerosa galopeada. Bostecé.
Habrá que apechugar con tus lanceros.....dije yo sin convicción.
Ahora eructó. Un vaho alcohólico se expandió en el toldo.
Nos van a hacer pelota.....
Yo sabÃa que era verdad. Los "lanceros" de Borravino eran un montón de gordos llenos de caña con menos reflejos que una toalla. Las busardas llenas de buen chupi y buen forraje más los postres horribles que hacÃan las chinas con el "achúcarachúcar" los tenÃan en un sopor continuo.
.....Y eran sólo lanceros. No sabrÃan ni como manejar un arco y una flecha. Un combate cuerpo a cuerpo con los alzaditos del Cuchu Danonino era un suicidio. No probaban el alcohol. Sacaban su fuerza de unos cargamentos de yogurth que conseguÃan en los malones a las poblaciones que, como no eran muy frecuentes, pero sà el botÃn abundante, siempre tenÃan "stock", asà que se los tomaban incluso supercortados, por lo que más asolaba a la tribu eran las cursiaderas. Asà que tenÃan unos reflejos excelentes. ParecÃan masticar hojas de coca el indescifrable desprendimiento del Altiplano todo el tiempo, y agregarle el buen bicarbonato para acelerar la liberación de sus numerosos alcaloides, lo mismo que le adicionaban todos los motormen de las grandes urbes, para conducir despiertos toda la noche y soportar con jovialidad toda esa caterva de viejitas que chistan cuando se quieren bajar.
Nos van a hacer pelota.....dijo Manu como en una letanÃa. Y extrayendo de entre sus pulgosas pieles una botella y un vaso sorprendentemente relucientes, me invitó:
Yapai, hermano, yapai.....
Yo le eche un vistazo a mi "Mondia Quartz" con cadena de oro que, por ser tan temprano, todavÃa estaba sobre la mesa en lugar de mi bolsillo. Eran las 9:45. Iba a ser un dÃa largo.
Borravino salió con paso cansino de mi tienda. Al incorporarse, despertó al cuzquito que dormÃa acurrucado entre sus pieles desde que habÃa entrado. Comenzó a ladrar exasperantemente. De ser mejor el ánimo del capitanejo, le habrÃa dado un buen tochi pero simplemente lo ignoró. Yo puse la pava y le agregué "Cachamate" a la yerba. Por mi dispepsia.
"Estamos perdidos" pensé mientras chupaba el mate. "Los alzaditos no se andan con chiquitas. Los lanceros de Borravino ni van a saber lo que les pasó".
Pensé una vez más en la locura que serÃa un combate cuerpo a cuerpo y se me ocurrió la idea.
No por nada soy el terror del Jockey Club. No se me escapa ni una mosca al vuelo, ni una vaquita de San Antonio con el "dopping positivo".
Como en mis mejores épocas se me ocurrió una estrategia militar. No por nada soy el capitán Chamonix. Un dandy. Un coinosseur. Un cosmopolita. Un polÃglota. Un multifascético. Un ranquel más entre estos gordos pedorros.
Como dije, soy un multifascético. Un tigre en el llano y en el lodazal. Una yarará en las Termas. Una Mantis Religiosa en un domo sasei. Una leona de dos mundos. Pero también una mente ágil y despierta entre el sopor de la barbarie. Un cerebro de homo sápiens que piensa, relaciona, saca conclusiones y que también se acuerda.
Me acordé del poco tino que habÃa tenido el sargento Gómez cuando fue a aprovisionarse la última vez a las poblaciones.
Como dijo Descartes, el famoso tahúr: "Nada se pierde. Todo se aprovecha" .
Pero, volviendo al tema, los alzaditos no transigen. No quieren al "huinca" y están en guerra con los indios amistosos.
Entonces, se me ocurrió darle un uso a las cajas innumerables de "Bombucha" que el tarado de Gómez me trajo en lugar de los forros.
Empecé a requisar el alcohol en los toldos. Nunca he visto escenas tan tristes. Los gurises e incluso los indios boludos grandotes lloraban y se abrazaban a las petacas. No me querÃan dejar ir. Definitivamente no querÃan que me llevara el "agua de fuego".
Empezaron a llenar y a atar los bombuchas con el contenido de las tontas mientras se les caÃan los lagrimones y me miraban con ojos de ternero degollado.
Ya me lo van a agradecer cuando lleguen los alzaditos decÃa yo.
Y me miraban sin comprender.
Les ordené que metieran cuidadosamente el cargamento en unas bolsas de consorcio. Que cada guerrero se aprovisionara bien. Y se apostaran y se escondieran en las alturas esperando a los alzaditos.
Y que soltaran los potros. Ya se agenciarÃan otros.
No podÃamos permitirnos el mÃnimo ruido.
Que el enemigo pensara que nos habÃamos mandado mudar a caballo.
Y que se escondieran entre los árboles y en los techos de los toldos.
Cuando llegaron esa tarde los alzaditos del Cuchu Danonino no entendÃan nada. Se encontraron con una desolación.....
Comenzaron a encogerse de hombros y ya se iban cuando dà la orden de disparar.
Mi grito se multiplicó en ecos en el aire enrarecido de la Pampa, ya inútil el resguardo.
Y sobre los alzaditos comenzaron a llover los bombuchas llenos de caña y ginebra lanzados por mis bravos.
Primero se aturdieron.
Después se empedaron.
No habiendo probado jamás una gota de alcohol, los efectos fueron devastadores.
Comenzaron a revolcarse en los charcos producidos por los bombucha al estallar y finalmente se durmieron.
Cuando despertaron, ya estaban cristianados y dispuestos a servir al huinca.....a cambio de su dosis. Su espÃritu guerrero parece haberse evaporado en medio de esa nube de alcohol que siempre los circunda.
Las dos tribus se amalgamaron en una especie de junta de doble A.
Se la pasan meta yapai yapai y organizando chupandinas en las que todos quedamos culo pa arriba.
Y todo gacias a mi plan.
Soy un dandy en la ciudad pero también hago roncha en los toldos.
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar|República Argentina|Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.