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Sábado, 10 de enero de 2009
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De la poética del no y los giros

Por Miriam Cairo
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Primer episodio: El rescate

-Ayudáme a dar una vueltita, después vuelvo a quedarme quieto frente a la pared de mi casa.

-Veo tus viejos trajes de príncipe deshilachados.

-Por eso quiero dar una vueltita, a ver si rescato algo de mi estirpe y me siento menos sonámbulo.

-Si tuvieras ruedas en los pies, sería más fácil girar.

-Si tuviera ruedas sería una bicicleta pero yo soy apenas un hombre que no debe abandonar la pared de su casa.

Segundo episodio: la perra

-No fosforece tu pesar.

-¡No es cierto! ¿Por qué me mentís?

-No miento, pero no es tu culpa sino de la noche ventajera y sirgadora que se estampa sobre la pared de tu casa como una perra enferma.

-Vayamos rápido los dos hacia el centro de nuestra oscuridad.

-Bueno, pero no hables de desdichas si no estás fosforeciendo.

Tercer episodio: El poder

-Antes me salía mejor el rodar, caía exitosamente, por propia voluntad en todos mis abismos, pero ahora necesito ayuda.

-A esto ya lo has dicho antes, pero se me durmieron las piernas.

-Ummm... Falta que te quedes paralítica.

-Cuánta simbología en ese pequeño acontecimiento.

-Una mujerzuela no lo entendería. Una pared tampoco.

-Aun con las piernas dormidas puedo ayudarte a girar.

Cuarto episodio: La virtud

-Tu virtud consiste en ser dulce y apretarme tan fuerte.

-Eso ya me lo han dicho mis maridos.

-Aparte de eso ¿va todo bien?

-Si querés que te ayude a girar no hagas, por favor, esas preguntas.

-Si esta noche no giramos, moriremos.

-Estás duro y complicado. Pensá que girar es una ceremonia por demás simple.

Quinto episodio: La distancia

-Sentáte en mis rodillas.

-No puedo sentarme. Ahora somos amigos, no somos amantes.

-Es verdad, cada cual en lo suyo. ¿Nos reímos?

-No tengo ganas.

-Estás dura como una galleta.

-No copies mis estrategias lingüísticas. Además, los amigos mantienen cierta distancia y la distancia me pone dura como una galleta.

-Ayudame a rodar ahora que sos mi amiga.

-Te equivocás hablándome de ese modo.

-Perdón.

-Está bien.

Sexto episodio: El pájaro

-Besáme.

-No podemos.

-Probemos besarnos en secreto. Ahora que somos amigos, podemos guardar un secreto.

-Bueno, te beso pero no me siento sobre tus rodillas.

-No, claro, porque ya no sos mi amante.

-¿Te beso con lengua?

-Sí, sí, los amigos se dan enormes besos de lengua.

-¿Así?

-Mmmm, sí, así se besan los amigos.

-¿Estás girando?

-Sobre mí mismo como un pájaro.

Ultimo episodio: El columpio

-Estás lleno de gritos escondidos, como un tigre sin garras.

-Hago lo que puedo. Ya te he dicho que dedico mis días a contemplar la pared y que la pared me mire para que no reclame que me haya ido.

-¿Es cierto?

-¿Has olvidado el sexo?

-No. Yo no soy una tibia decapitada que pierde, con la cabeza, la memoria.

-Yo tampoco pierdo mis tesoros. Te confieso que con la pared es difícil tener sexo.

-Qué raro. Las paredes son firmes, robustas, hogareñas.

-No sigamos hablando. Estoy aquí para girar, girar, como mi propio sueño.

-Y yo no soy una palabra triste sino el columpio redivivo.

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