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Domingo, 8 de enero de 2006
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Queríamos tanto a Dante

Por Víctor Zenobi
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A Roberto Kettle

Lascia dir le genti;

Sta come torre ferma che non croll

Giammai la cima per soffiar de venti...

Ingresar en el espacio de la Comedia, lo de Divina fue agregado por sus admiradores, es ingresar en un espacio fantástico que favorece muchos modos de lecturas; la gente del medioevo, la poca gente que sabía leer, por supuesto, fomentaba la capacidad de leer un poema en dos planos. Por lo tanto no puede sorprendernos que en la última carta que se conserva de Dante, la carta al Can Grande de la Scala de Verona, que en algún momento fue considerada apócrifa pero después de rigurosa autenticidad, conste que la Divina Comedia fue escrita para ser leída de modos distintos. Uno de ellos, el alegórico, es el que ahora, más fácilmente identificamos con el medioevo. Según este, Dante es símbolo del hombre, Virgilio de la razón y Beatriz de la Fe. También, y esto puede leerse en la Vita Nuova, Beatriz es símbolo de Amor y Dante pretendiendo decir de ella "lo que jamás fue dicho de ninguna" nos introduce en una modalidad cortesana cuyas resonancias sumamente enigmáticas no han sido develadas y son imposibles de esbozar en la brevedad de esta nota.

Lo que sí podemos, al menos insinuar, es lo que ocurre con el otro personaje. "lo più che padre ni dicea: `Figliuole,..." "...el que era más que padre me decía: Hijo querido...". Uno puede sentir que Virgilio es la poesía, es el gran maestro a quien su discípulo honra tomando como punto de partida el canto VI de la Eneida, y reconoce, incluyéndolo en la realidad de su historia. Digo la realidad, deliberadamente; no es necesario conocer a alguien personalmente para sentir su influencia en nuestra vida. El más íntimo o ínfimo de nuestros sentimientos tiene precedentes. Además, en la comedia está Dante que inaugura el procedimiento de ser el personaje de su propia obra y que quizá, al menos eso es lo que siempre he sentido, obedeció al deseo de haber sido amigo personal de Virgilio. La literatura casi siempre sirve para modificar o envolver la realidad en tanto esta reniega de lo que deseamos. Pero, bueno, ahí está Dante que se dirige a nosotros, que nos incluye dentro de su obra: "Se tu se`or lettore, a creder lento..." "Si eres, lector, de creencia algo tardía...", y está Virgilio y Beatriz y ese otro personaje que brilla por su ausencia, que se hace sentir por sus efectos, está Dios. En toda la Edad Media se difundía el concepto de que Dios había escrito dos libros: la Biblia, dictada a los diferentes escribas por el Espíritu Santo, y también el Universo. Y ambos libros, la Biblia y el Universo, debían ser estudiados teniendo como marco a la ética, ya que el concepto de Dios, al menos desde Platón en adelante, se identificaba con el bien. Por supuesto, la complejidad de tal concepto, la ambigüedad que lo caracteriza, no desestimaba las aporías ni las contradicciones. Dios como escritor, no siempre permitió conocer el sentido de sus dictámenes; su escritura muchas veces permanecía indescifrable. Hay un antiguo refrán que lo atestigua y que siempre he puesto en relación a la Comedia: Dios escribe de derecha a izquierda, solo que a veces escribe torcido. Más allá de que la escritura de derecha a izquierda es un hábito de occidente, un cambio de dirección que tiene sus momentos privilegiados en una extensa literatura, impresiona la noción de que Dios escribe, Dios es escritor o un narrador omnisciente y es o podría ser el misterio de la escritura misma. Recuerdo al respecto una noción de Recanati y de Chicatilla, cabalistas españoles que sostenían que Dios es la Torá "ya que la Tora no es algo exterior a Él ni Él algo exterior a la Torá". Según Bocaccio, que fue el primer comentarista encargado de aclarar la complejidad de la Comedia, Dante comenzó a escribirla en Florencia, poco antes de su exilio, más precisamente en el año mil trescientos dos. En esa época, la noción de la Torá como un organismo viviente es común a varios de los cabalistas de la época y sabemos que Dante no desdeñaba la riqueza de esas nociones. Por lo demás, ni siquiera es necesario ir tan lejos para percatarse de que un escritor y para colmo un poeta como en este caso, el más grande poeta del medioevo, sienta que su libro es su vida, un símbolo de su vida, del viaje de la vida y también de muerte, ¿por qué no? Esta dolorosa Comedia "este libro con que me he adelgazado durante todos estos años", nos dice con gravedad elocuente. Dante muere en Ravena, poco tiempo después de concluir su obra y después de atravesar el Infierno del exilio, ya que nunca pudo volver a Florencia. Pero, bueno, no es el caso de ponerse grave, ya que desde el título, el género se advierte; una Comedia que no vacila en parodiar a muchos de los personajes de la época. Dante explica que la titula Comedia, hecho que parece deberse a un malentendido, porque "la historia pasa de la angustia a la felicidad" y porque "está escrita en un estilo descuidado y humilde, en la lengua vulgar, que hasta las amas de la casa hablan" A poco que se lo lea, se podrá apreciar que no hay en Dante excesivo recato ni pueril pudor y claramente no vacila en incurrir, para enfatizar el tema, en figuras que eran corrientes en la expresión popular. Bocaccio comenta que Dante comenzó escribiendo la Comedia en hexámetros latinos, pero para la intensidad de sus emociones era más favorable el italiano que la concisa contención clásica. Además progresaba la renovación estilnovista, que recibía influjos de la escuela siciliana, la poesía trovadoresca y las razós provenzales que, según creo, influyeron en el uso que hace Dante de la primera persona. Por supuesto, no es necesario todo esto para deleitarse con la Comedia, con la lectura de la Comedia. Pero, entonces, ¿para qué lo señalo? Lo señalo para mostrar que Dante es un poeta típico del medioevo, sin duda el más alto representante de su época y profundamente comprometido con ella y, sin embargo, es muy cercano a nosotros. ¿Cómo es posible? Una de las explicaciones dadas es que la certidumbre religiosa y filosófica, propia del medioevo, y las nuestras, de fundamentalismo religioso y certidumbre científica, se contactan. Puede ser; por de pronto, creo que nunca hubo tan alto grado de desarrollo de las disciplinas de lo simbólico, como en ambas épocas. Pero no juzgo esto esencial; lo esencial para mí es otra cosa. Hay una movilidad en Dante que lo lleva a retomar el mito de los antiguos, el descenso al infierno, la gran poesía de Virgilio, porque su poesía, la poesía misma, es predominantemente insatisfacción de su tiempo, del tiempo y del orden que nos rodea y nos imponen con absurda potestad. Para consolarnos, solo contamos con los mejores momentos del pasado que subsisten en nuestros sueños. Dante tomó el ejemplo de Virgilio que contó con Homero, nosotros contamos con Dante y con todos ellos. Es sólo en ese sentido, que somos más ricos, mejor dicho que nos creemos más rico, porque nadie puede estar seguro de que en el futuro, alguien cuente con nosotros para poder dar. La Comedia consta de tres partes. Infierno, Purgatorio, Paraíso. El nueve se distingue; hay nueve círculos en el infierno, nueve pisos en el purgatorio, nueve esferas en el paraíso. La raíz cuadrada de nueve es tres, el número preferido de Pitágoras, que aquí remite a la Santísima Trinidad. Salvo el infierno que consta de treinta y cuatro cantos, los otros dos constan de treinta y tres cada uno; lo que hacen un total de cien. Cada canto está escrito en grupos de tres versos y el segundo verso de cada grupo, rima con el primero y el tercero del grupo siguiente. ¿Quién se implicaría hoy, en tan ardua tarea para constituir un arte poética? Por si esto fuera poco, la excelencia de sus tercetos y la intensa melodía de sus versos favorecen la idea, ciertamente comprometida, de que son insuperables. Cualquiera que haya leído la Comedia y que tenga un compromiso con la poesía padece esa consideración. "¿Se puede escribir poesía después de semejante poema? Por supuesto, ya que si no, nuestra afección por la Comedia sería una afección inútil. De hecho y justamente por obras como la Comedia es que intentamos expresarnos poéticamente, contrarrestar la pobreza del mundo con un verso logrado. Para tal empresa es necesario ser muy severo con uno mismo ya que el poema exige una fidelidad extrema y en cierta medida, hasta un cierto destierro de uno mismo. Dante lo supo y acaso por eso no volvió a sonreír. El amor a las grandes obras como el amor, en algún momento, propicia la contracara de algún reproche. ¿Y por qué no? Si uno nunca está seguro hacia donde su vida lo conducirá. "...quando la nova gente alzò la fronte, ver`noi, dicendo a noi: `Se voi sapete, mostratene la via di gire al monte'. E Virgilio rispuose: `Voi credete forse che siamo esperti d`esto loco; ma noi siam peregrim come voi siete'". "Cuando la nueva gente alzó la frente, se vino hacia nosotros, preguntando, por donde al monte se va directamente. Y Virgilio respondió: estáis pensando, que alma somos de este sitio moradoras, pero vamos también peregrinando".

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