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Sábado, 25 de abril de 2009
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ESPLENDORES

Por Miriam Cairo

EL RAMAJE DE LA NOCHE

Si la falible tiene algo por decir es que todavía sigue siendo nadie. Ha intentado algunas cosas: escribió su nombre en un papel, cantó huyendo entre las ramas y alzó la sombra por los bordes para no estar tan volcada en sí misma y no seguir jugando la carta de su insignificancia. Pero claro está que las falibles, fallan.

No es que le haga mucha falta ser un alguien, pero a veces baraja también la carta de la existencia. Como discípula que complace a su vestal, ella no es nadie, pero tiene un plan que nunca muere: para hacerse oír día a día va creando a su oyente.

BESOS

Si bien acepto la validez de todos tus actos prefiero concentrarme en esas mínimas obras, donde tu poder de síntesis me atrae como contempladora que ama el mundo de los actos breves y el rememorar prolongado.

ESO DICEN LOS OJOS

Te recibo escuchando, como es propio, a Martirio. Nos besamos hacia atrás, hacia los primeros encuentros y hacia delante, hacia nuevos desencuentros. Martirio canta su canción y compruebo dónde está tu boca cuando llega a los versos que dicen "verdadero...". Te siento con los ojos vendados frente al espejo para ver en qué modo tu cuerpo me recuerda, me rememora, me reinventa.

COMO LOS HOMBRES ALTOS

Desnudo en el mármol de los días, turgente, desafiante, pisabas el mundo como pisan los ángeles las estrellas y echabas tu aroma duro de hombre con gesto de animal arcángel. Tan fuertes y tan certeras eran las redes que atrapaban el balbuceo de quien muere y quiere seguir muriendo mil veces.

VIVIR MUCHO ES OSCURO

Preparo los almohadones en la habitación para el título de la obra: "Primero suave y luego, duro, duro." Luego llevo el espejo para duplicar la escena y romper la tercera pared. Lo nuestro es un arte.

LA NOCHE INCESANTE AGUARDA

Anoche te he sentido sin que tu cuerpo haya dormido junto al mío. No sé si has estado como sueño o como vino, pero llegaste a mi cuarto como una noche entera. Hijo de los abismos que suben y de la oscuridad terrible y silenciosa, que baja. Anoche te quedaste inmóvil y me nombrabas como si mi nombre lejos de vos no existiera.

ESCRIBIR CON LOS OJOS ABIERTOS

Aquí los labios, los grupos, las fisuras. Aquí las cabezas, el sueño prolongado. Los horizontes atados a la cintura, lo llano del mundo, elevado. Aquí arriba la espesura de allá abajo. Un zumo de estrellas corriendo por la cara. Aquí arde una gruta entre las manos. Aquí la escritura pequeña, movediza, llena de patas. Aquí los ojos no repiten lo que copian. Aquí se escribe con un puñal y un remolino en cada mano. Aquí se esconde una montaña.

EL ORO DEL CIENO

Está visto que la falta es constitutiva de su ser. La falible puede estirar las pestañas como cualquier estiradora de pestañas, pero además puede estirar las manos hasta un coser por dentro las roturas del alma.

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