La búsqueda. El resplandor de Stanley Kubrick se apagó un domingo de marzo de 1999, algunos meses antes del estreno de "Eyes wide shut". Esta obra llena de genialidad y controversia se comió, literalmente, los últimos años de su vida. La crÃtica, con la suspicacia que la caracteriza, llegó a afirmar que "ningún otro director hubiese invertido tanto tiempo y esfuerzo en filmar esa pelÃcula", desconociendo tal vez que Kubrick no sabÃa trabajar de otra manera. Riguroso, demandante, obsesivo, se dejó devorar por la búsqueda de un cine perfecto, y en esa obsesión se llevó puesto a quienes lo rodearon. "Eyes wide shut" le costó a Tom Cruise una úlcera gástrica. Jack Nicholson juró haber quedado loco de verdad después de filmar "The Shining", y Malcom McDowell todavÃa se estremece cuando recuerda los ensayos maratónicos de "A Clockwork Orange". Alguien dijo que el perfeccionismo y la exigencia del director llegaban a lÃmites absurdos.
Si es cierto que Dostoieski no recordaba el nombre de su mujer cuando terminaba de escribir, y si es cierto que Balzac tomaba litros de café por dÃa para no dormirse, entonces no es extraño que Kubrick comparara al cine con la novela del Siglo XIX.
Lo bueno y lo malo. PodrÃamos pensar que "A Clockwork Orange" es una gigantesca metáfora sobre la libertad relativa que tiene el hombre para elegir entre lo bueno y lo malo. El excéntrico Alex es un joven de instintos liberados, perverso y brutal, capaz de golpear a un anciano y de violar a su mujer; pero también es una vÃctima del aquelarre del mundo, del desamparo, de la manipulación del poder.
Hobbes sostuvo que el hombre es naturalmente malo. Rousseau dijo que el hombre es naturalmente bueno y que se corrompe en sociedad. ¿Usted qué piensa, Mr. Kubrick? "Que el hombre nace malo, y que la sociedad lo vuelve peor".
La música. La historia del cine se divide en antes y después de Stanley Kubrick. No sólo en términos de calidad o innovación, sino también en términos de utilización de la música. El punto de inflexión lo marca "2001: A space odissey". Hasta entonces, para Hollywood, la música era un mero resaltador de situaciones, una herramienta obligada para la apertura y el cierre. Pero desde "2001" se convierte en parte del guión mismo, en un metalenguaje constitutivo del relato. Aún hoy podrÃamos aceptar cualquier pelÃcula de los 60Æ con cualquier música de fondo. Lo que es imposible, sin dudas, es concebir a "2001" sin la música de Strauss o de Ligeti.
Woody Allen dixit. "La primera vez que vi `A space odissey' no me gustó. Me decepcionó. Unos meses después estaba en California. Volvà a verla y me gustó un poco más. La tercera vez pensé: ¡Qué pelÃcula tan sensacional! Como pocas veces me ha pasado, comprendà que ese artista iba muy por delante de mÃ, que Stanley Kubrick iba muy por delante de todos nosotros".
La experiencia visual. Tengo tres imágenes imborrables de "A space odissey". El hueso lanzado al aire, rotando suavemente contra un cielo limpio. La silenciosa agonÃa del computador HAL. La criatura humana, hacia el final de la pelÃcula, mirando la tierra desde el útero cristalino. Tres instancias de fotografÃa pura. Entonces comprendo a Kubrick: "No es preciso tratar de entender la pelÃcula como sea. Lo que es preciso es verla, oÃrla, y sentirla". Reparemos en el orden de los verbos, que no es azaroso. Se trata, antes que nada, de una experiencia visual. Y cualquier interpretación de sentido, siguiendo a Susan Sontag, es aniquilar la belleza intrÃnseca de sus imágenes.
Los mitos. Misógino y paranoico, vivÃa en una mansión de rejas electrificadas en las afueras de Londres. El guión de "Eyes wide shut" fue impreso en papel rojo para evitar las fotocopias.
Durante el estreno de "A space odissey", contó que 241 personas se habÃan retirado de la sala antes que terminara el film; ni una más ni una menos.
El hombre no llegó a la luna el 21 de Julio del '69: lo que se vio fue una gigantesca puesta en escena que Kubrick montó en un estudio de Hollywood, a pedido del presidente Lyndon Johnson.
El computador de "2001" se llamó "HAL" porque sus letras son las que preceden a las de "IBM", que se habrÃa negado a prestar el nombre para la pelÃcula.
Kubrick se encargó de negar cada uno de estos mitos, aunque tal vez los haya negado sonriendo.
Kubrick y la esperanza. Nada está resuelto en las pelÃculas de Kubrick, porque nada está resuelto en la vida misma. El conflicto entre los sexos, entre las naciones, entre el hombre y sus semejantes, entre lo humano y lo artificial, giran y se repiten eternamente en una elipse sin fin.
Hay una lente -la de Kubrick que mira al género humano con un tajante pesimismo, pero también con un guiño de ternura, de padre esperanzado.
A diez años de su última pelÃcula, tal vez nos quede la tarea de encontrar, bajo la superficie sórdida de su obra, un profundo mensaje de esperanza y amor por la humanidad.
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