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Lunes, 21 de diciembre de 2009
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Monstruos en vivo

Por Sonia Catela
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-¿Eso nomás conseguiste?

-¿Te parece poco? Siameses. Cosidos del costado, cintura, la pelvis. Un único hígado. Tenés que verlos caminar, pegados como muñecos defectuosos. Y cómo se fastidian con los brazos.

.¿Te aseguraste de que sean auténticos? No aguantaría otro fraude.

-La prueba camina con su cuerpo, bien visible.

-¿Cómo los pensás presentar?

-Con la estética habitual del programa? en carne viva. Van a salir a torso desnudo.

-¿Seguro que aceptaron mostrarse en cueros ante las cámaras?

-Lo estamos conversando.

-¿Quién se encarga?

-Loyola, de Jurídicas.

-Garantizame que mantendremos el ráting del hombre de tres piernas.

-Titi maneja las encuestas telefónicas. Van bien.

-Pero ¿esta gente alcanza verdaderamente el perfil del programa? Detestaría entrar en concesiones exhibiendo trucos de circo, primero por la audiencia, y también por lo que salen: caros.

-Los Disante no cobrarán. No aceptaron un peso. Además la ciencia los considera formalmente monstruos. Traen documentos de la Academia de Ciencias, y el certificado de un médico escolar de cuando quisieron ingresar a la primaria: monstruos xifópagos.

-Que Loyola les haga firmar una exclusiva para mostrar esos papeles sólo en nuestro programa. Que quede todo por escrito.

-Anda en eso, negociando. También quiere filmarlos con sus esposas e hijos en su hogar.

-En el dormitorio.

-Dónde duermen, cómo viven. Los Disante son padres de un par niños cada uno.

-Quiero a esa parentela aquí, en vivo. Nada de videos.

-No codicies tanto. Estamos frente a gente difícil.

-Entonces ¿qué se traen estos Disante en manos si rechazan la plata?

-Cómo saberlo. No me pagan para entenderlos.

-Quiero ver de nuevo la foto de cuando nacieron. Qué horror. Deben aparecer lo más desnudos posible. En eso radica la cosa. Porque mirándolos así, cosidos, llegan, sí, al nivel que buscamos.

-Califican, no te preocupes.

-¿Te acordás del papelón del tipo que se pintaba el tercer ojo?

-Markis no habrá tenido tres ojos, pero respirar con dos narices no me parece poco.

-Es nuestro trabajo.

-Sí, nuestro sutil trabajo. Los Disante se graduaron en Sociología.

-No te quejás cuando pasás a cobrar tu tajada. Y a esos monstruos, los aprobaron en la facultad de lástima. No lo dudes. Repica el sonsonete de los derechos humanos.

-No prejuzgues. Y tené cuidado.

-¿Qué querés decir?

-Que el programa va en directo. Mantené la lengua sujeta. Nada de chistes como: ¿Por qué estudiaron la misma carrera? O ¿cómo hacen cuando van al baño?

-Si son tan serios ¿por qué se prestan a la payasada de exhibirse semidesnudos?"

-No estoy segura. Atendé ese teléfono que me crispa los nervios.

-Era Loyola. Todo arreglado. Los Disante firmaron para mañana, en nuestras condiciones.

...

Encantado, encantado, un honor contarlos en este programa. No quiero cuestionar nada, pero les recuerdo que contractualmente tendrán que quitarse esa camisa en el curso de las primeras secuencias de la presentación? en fin lo que ustedes ya saben? En un minuto nos ponen al aire. Manténganse tranquilos. Quédense de pie hasta que esa señorita de carpeta les haga señas. Y? eeentramos.

Mi primera pregunta para esta gente extraordinaria es, lógicamente, ¿cómo han logrado llevar adelante una vida normal afrontando semejante problema?

Pero los desgraciados ni siquiera me respondieron. Desenrollaron esa especie de manta de tela liviana y oscura, se cubrieron completamente, se enmascararon, y metidos dentro de su carpa y abandonaron el set sin emitir palabra. Y lo que llevaban escrito en sus espaldas, ?Monstruos en Vivo es el monstruo?. Vinieron a reventarme. ¿Sabés cuánto estuvieron al aire? Diez segundos. ¿Cuánto duró mi programa? Diez segundos. Y con el recurso de amparo que interpuso su abogado por introducción de cámara oculta, violación de domicilio y todo el repertorio, se nos impide televisar cualquier fotografía de ellos o su familia, avalados por, ya se sabe, Madres, Abuelas y toda esa comparsa, eso fue lo peor, pero lo peor de lo peor, que pincharan el programa. Mirá el ráting. No quedó uno solo de la competencia debajo de nosotros. Ultimos. ¿Qué explicaciones vamos a dar? Un agujero negro. Y ver esa gentuza infiltrada en las gradas del auditorio, complotados, enfundándose al unísono en sus carpas con el mismo insulto, abandonando el estudio. Se nos metió la política en el programa. Mi dios, diez segundos, audiencia cero. Loyola me dice que el contrato tiene sí, una falla, una pequeña ambigüedad de la que se agarran esos malhechores para denunciar cámara oculta, por esa camarita que los muchachos pasan haciéndose los giles, no saben ni meterse una cámara en un bolsillo. Diez segundos. Tiene que ocurrírseme algo. Si hubiera en el país otros siameses que pudieran venir a desmentir a los Disante? Pero no. No hay. La política se infiltró y me pudrió el programa.Tiene que ocurrírseme algo. Sólo nos salvaría un suicida en cámaras. ¿Verdad? Un suicida. Se puede hacer. Claro que se puede hacer. Conseguite un enfermo terminal, ofrecele una buena suma para dejarle a sus deudos, mirá si no va a prenderse? ¿Quién no se prendería? ¿Vos no? Llamalos a Loyola, a Titi, a Lucía, hay que ponerse a trabajar sin perder un instante. Ya lo veo, un padre o una madre, agonizantes. Una madre es mejor, conmueve más, pero qué cagada, las mujeres no se disparan un balazo en la sien, hombre entonces. Llamá a todos; en cinco minutos los quiero aquí. Puntualmente. Sin excusas.Tenemos que organizarnos; no está muerto quien pelea...Y a ver: El Suicida De La Semana... qué bien suena.

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