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Sábado, 9 de enero de 2010
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Autoayuda

Por Miriam Cairo
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Voltios

Sólo por hoy no salgas a la calle con el rouge corrido por esos besos de 3.000 voltios. No alcances los riesgos que corras. No devores el idioma en grandes llamaradas. Sé opaca por fuera, impermeable a la mirada que te encuentra, sorda a la voz que te nombra, lejana a los cristales errantes. Mientras la luz provenga de las lámparas, habrás de hacerte otra naturaleza con tarascas abullonadas en los profundos rincones del yo.

Grifo cósmico

Sólo por hoy cerrá el grifo cósmico: no traces un cielo entre los astros. No detectes el gusano entre las sábanas. No casques enigmas dentro del salón de los enigmas. No oblicues el alfil en una partida sin imaginación. No subyugues al vizconde invisible con el follaje rojo de tus párpados. No lo angeles en tu piel, no le deslumbres el hueso, no le agigantes el penacho de fuego azul. No mojes tu desnudez abandonada. No tomes ron en el bebedero de las calandrias, sólo por hoy.

Wallace es mirlo

Sólo por hoy no mires con sencillez a tus monstruos ni a esas otras criaturas del mismo género invisible. Habrás de saber que Wallace Stevens viajaba por Connecticut en un coche de cristal cuando confundió su rostro con un mirlo. No seas el mirlo de Wallace, sólo por hoy. No respires ese vaho entretejido de silencio. Dale a tus manos sus oficios de manos, no propagues la expresión de los peces atrapados en las redes.

La esponja

Sólo por hoy no conduzcas ebria tu corazón. El unicornio entre los caballos y el alfil, sutilísimo, hace su juego de cometa para espanto del tablero. Lo dijo otro, no vos: el corazón ebrio es un aliado muy poderoso. No traduzcas, no innoves, no sueñes con soltar en el mundo monstruos nuevos del mismo género que el yo. Guardá la esponja donde gotea la noche sus destilaciones de sueño, sólo por hoy.

Besos y borrascas

Sólo por hoy no salgas a la calle con esos ojos abrillantados por los besos de 3.000 voltios. No encandiles. No te quites los anteojos de sol. Lo que tengas que hacer, que lo demores. Lo que tengas que encender, que lo apagues. No sueltes el olor de bestia acorralada debajo de la piel. No muestres tu cabeza ensimismada, tu cabeza borrascosa. No dejes ver los besos del vizconde en ninguna de tus bocas, sólo por hoy.

El reverso del cielo

Sólo por hoy no te des cuenta. No transformes pájaros en flores. No sepas cuáles han sido las napas de estupor que atravesaste. No encuentres la sortija en el desierto. Sólo por hoy no asustes a las mujeres que no fuiste. No te conviertas en reina del reverso del cielo. No comas el prepucio en escabeche. No bebas leche de estrellas. No duermas en brazos del vizconde. No le des besos de 3.000 voltios sólo por hoy.

Suspiros últimos

Sólo por hoy no te embriagues con el vino de la lucidez. No comas de ese cuerpo desnudo. Dejá de mirar con 3.000 voltios de inocencia lo que las lámparas de bajo consumo miran con terror. No recojas suspiros últimos. No te pares como un pájaro en el borde filoso de la noche. Entre salto y caída tratá de caer hacia adentro en cada tumbo. Tenés el talismán catástrofe, no durará mucho: sé parte del mundo, sólo por hoy.

El tajo

Sólo por hoy no le abras al pájaro la jaula del pecho. No desmarañes el dialecto inútil. No levantes el elefante con un solo dedo porque días más, días menos, el vizconde que ilumina estos textos te aplicará un tajo de hondura por el mismo lado de los presagios y del amor. No ices la vela del vizconde. Dejalo adormecido como monstruo infantil que junta las pequeñas piedras de la luna. No enciendas las fogatas invisibles, no vibres, no pienses. No veas pasar al mundo rodando en una lágrima, sólo por hoy.

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