*De los tres perros que quedaron en la casa encerrados, con el placebo del agua, los calmantes y la música de la radio, mientras la familia se reunÃa lejos en la noche de Navidad, abandonándolos, solo uno entendió lo que debÃa hacer. La Naty se aterró de los primeros cuetes asà que meó largamente y quedó temblona y desmayada bajo la cama. Atila terminó hecho una madeja dentro del placard. Pero el Pincho, el negrito de la calle, flaco y despectivo, sencillamente destrozó a mordiscones el arbolito familiar y los paquetes con regalos
*Marcelo está feliz: se está cambiando en uno de los pasillos de la casa. Aunque suda como loco todo tributo vale porque va a salir disfrazado de Papá Noel sobre el techo. Para eso, se confeccionó en secreto un vestido con papel crepé. Oye a los chicos en el fondo y el corazón le da un salto de felicidad. Confiado, mientras sube por la escalera interior toma un puñado de velas en sus caireles y lo enciende. La aparición es fulminante. -!Jo,jo,jo!, aúlla. Y los chicos aplauden a rabiar. El fuego toca el borde del traje que en segundos arde como una tea. Lo ven arrojarse al césped de una altura considerable y rodar, rodar, rodar gritando de dolor. Los chicos, agradecidos, aplauden y piden otra.
*En la cocina hacÃa calor. Si sacaban la mesa al patio se mojaban por la llovizna. Hubo discusiones, tironeos, palabras subidas de tono. La abuela lo solucionó. Ordenó a su yerno dejarla en la mitad de la abertura, repartiendo las sillas; invitando a que cada uno elija lo seco o lo mojado. Dicho esto ordenó servir la ensalada rusa.
*La foto, arrancada de una revista, mostraba a la modelo MarÃa Noel, vestida, según el epÃgrafe, de Mamá Noel. AparecÃa con una módica pollerita y un corpiñito rojo. Por turno se la llevaban al baño y cada uno se masturbaba. Cuando se la pasaban la tomaban con precaución para evitar pringosidades ajenas. El más chico, el Maxi, futuro homosexual, fingió un entusiasmo excesivo. Se estuvo quieto en el excusado y se echó agua sobre la remera como para simular transpiración. Salió y se sonrió como vio que hacÃan todos. Cuando se es pibe los abismos no tienen fondo y nada se explica. Menos aún en las Fiestas.
* En Navidad a las mujeres jóvenes de la familia algo se les suelta. RÃen, van vestidas con ropa sueltas. Un poco de alcohol y el calor hace el resto. El aprovecha para observarlas. Son sexuales, tienen hambre y sed: no oyen, hablan a boca de jarro, están desatadas, se mojan y cada cosa que gritan les sale desde lo hondo del corazón como en ningún mes de año. Es como si se terminara el mundo. Lo besan al pasar, bailan, sirven ensaladeras bamboleantes, mueven las caderas, huelen a sudor. -No se puede disimular la vida, piensa. Y le gusta tanto la frase que la comenta. Luego se queda con algunos hasta el amanecer en el patio, estremecido por algo que no sabe que es. -No se puede disimular la vida, repite y se bebe el café.
*En la pileta de arpillera está la botella de espumante. La trajo el pariente próspero que la exhibe como un espejito en tierra de indios. Una sola botella; es cara, tiene un cordón elegante en su cuello. La dejan para el final; no alcanza para todos. Aparece un champagne en medio de tanta sidra. Dos botellas caras para muchos. Son la nave insignia en una formación de canoas criollas y va adelante. Pocos beben pero nadie comenta el hecho. Ya se sabe que en el próximo año van a poder.
*El tÃo Nacho en un costado de la cabecera explotó al fin: ya habÃa oÃdo suficiente sobre el rock, Allende, la lucha armada, la descomposición de la familia, los anticonceptivos y la lucha o traición de la clase obrera. -!Manga de afeminados! ¿Porque no se quedan en sus casas en vez de venir con esas ideas de mierda? Se silenció la noche: habÃa gritado de una punta a otra. Su esposa, palmeándole el brazo le aconsejó calmarse. -No se dicen malas palabras en la mesa, tÃo, exclamó Andreita, la sobrina menor. El sin reparar de donde venÃa la amonestación replicó: "!Andá a la puta que te parió, vos también!". Para no ser linchado, la abuela, su mamá de ochenta años, lo encerró en el baño, donde pasó buena parte de la noche. Le dejó llevarse un turbo para el calor. Afuera su esposa, respetuosamente pedÃa perdón y le decÃa a su suegra siciliana: -Le juro que no lo hace más, mama, déjelo salir, dele, sea buena, mama.
*Sucede. El canal peneano sometido a la presión de la vÃa anal se dilata y queda agrandado y tieso: el glande opera de tapón y el miembro entonces, irrigado en demasÃa, no se baja. Luis y AnalÃa faltaron a la cena y ya estaba la familia sentada a la mesa cuando decidieron buscarlos en la casa. El papá de ella los encontró en el problema. Los llevó, envueltos en una manta al Centenario, donde le aplicaron un descongestivo inyectable a él y consolaron a la dama. Al mes se casaron en secreto y se fueron a vivir a otra provincia. Supieron volver pero solo para saludar a los padres y jamás regresaron para festejo alguno, menos aún para las Navidades.
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