Iñaki UrdangarÃn, el duque de Palma, ha modificado el relato de la Casa Real. Es sabido que la monarquÃa se explica con los hechos y sugiere con el silencio. En cada discurso del rey Juan Carlos el sentido se construye con las omisiones. Cuando en esta Navidad puso énfasis al afirmar que "la justicia es igual para todos", inequÃvocamente el cuerpo social puso rostro a quien no podrÃa eludir las preguntas de la ley. La princesa de Asturias, en la Pascua Militar, se presentó con un vestido que ya habÃa utilizado en una recepción oficial el año anterior, un hecho al que no se le quitó foco y que emite un mensaje de austeridad al unÃsono con la invocación del monarca. Ambos gestos, el de la princesa y el del rey, sumados a la exposición por vez primera de cierta claridad en las cuentas de la Casa Real, intentan contrarrestar el giro que ha dado Iñaki UrdangarÃn: introducir el tema del dinero de la peor manera posible en el relato real. Hasta ahora la transparencia en las cuentas de la monarquÃa era un reclamo recurrente de la izquierda parlamentaria que era sistemáticamente rechazado por los partidos mayoritarios. Pero esta negación era avalada por un cuerpo social que no habÃa vinculado, hasta esta situación, la relación del dinero con la Corona.
Una manera de verlo es recordar algunos pasajes de la pelÃcula El discurso del rey, que cuenta cómo el Duque de York superó su tartamudez ante su inminente coronación como Jorge VI tras la abdicación de su hermano Eduardo VIII. La trama gira en torno a la imposibilidad del Duque de York de enfrentar discursos y apariciones públicas por su problema con la tartamudez. Isabel, la esposa del Duque, contacta con Lionel Logue, un ex combatiente australiano afincado en Londres que ejerce como logopeda. Durante buena parte del film la relación entre paciente y terapeuta es traumática y se centra en la reticencia del Duque a someterse a una terapia que considera disparatada. El logopeda, para demostrar la confianza que tiene sobre la eficacia del método que le propone, le apuesta un chelÃn. El Duque le dice que, como es obvio, no lleva ni usa dinero. "Debà suponerlo", responde irónicamente Logue, y le presta un chelÃn. El Duque se frustra y abandona el tratamiento pero luego reconsidera lo ocurrido y decide volver a la consulta. Logue entonces le reclama el chelÃn que le ha ganado y el Duque festeja la broma. Ya coronado como Jorge VI, el Duque acude nuevamente a la consulta para poder enfrentar su discurso de coronación y el discurso a la Commonwealth cuando el Reino Unido entra en la Segunda Guerra Mundial, y en esta última ocasión le lleva el chelÃn que le debÃa. El monarca le habla de su incapacidad, de su falta de fuerza para reinar y Logue le recuerda que su padre ya no está allÃ. "Sà está", contesta el rey, "está en ese chelÃn que le he dado". Logue le dice que no tiene porqué llevarlo encima y le ordena que se deshaga de él. Acto seguido toma el chelÃn y antes de metérselo en el bolsillo se lo enseña y le dice: "Su cara es la siguiente que estará aquÃ".
Una de las razones por las que cuesta tanto materializar el dinero del rey es porque el rey mismo es el dinero. Lo era en una moneda de cien pesetas cuando comenzó la Transición y lo sigue siendo ahora en las de un euro. Y aquà se produce un raro cruce entre el capital simbólico y el económico ya que uno se alimenta del otro y no es sencillo dilucidar cuál oxigena a cuál. Recordemos que el rey Juan Carlos construye su imagen y su capital simbólico como protagonista de la Transición, rol que consolida con un discurso de un minuto y veintiséis segundos ante el golpe del 23F. Ese breve lapso de tiempo le permitió encarnar un personaje que se mueve en la Historia con relativa calma. Ese es su gran relato. Por eso cuando se mira una moneda de un euro puede que se vea al rey pero cuando este aparece públicamente nadie ve el dinero. Se percibe como un monarca. Iñaki UrdangarÃn ha puesto en juego esa relación dialéctica entre la monarquÃa y el cuerpo social. El filósofo René Girard sostiene que la democracia es una vasta corte burguesa en la que los cortesanos están por todas partes y la monarquÃa en ninguna; el duque de Palma, con su manera de obrar da sentido a esta afirmación. El relato de su vida se construye con el de su mujer, la infanta Elena y se ancla en el storytelling de la Barcelona del 92, la de los Juegos OlÃmpicos, la modernidad y la consolidación de la transición democrática. Hace unas semanas, cuando se hizo pública su vinculación a la trama de corrupción que está siendo investigada, su figura en el Museo de Cera de Madrid, como integrante de la Familia Real, fue retirada y se exhibe ahora en la GalerÃa del Deporte. Vuelve al punto de partida en un tránsito que se va significando con la justicia igualitaria que invoca el Rey y los gestos de la princesa de Asturias. ¿Qué otras réplicas tiene preparadas la Corona?
El escritor Enrique Vila Matas menciona l'esprit de l'scalier, el espÃritu de la escalera, una figura que utilizan los franceses cuando se tarda demasiado en dar una réplica, es decir que cuando se encuentra la respuesta adecuada ya es demasiado tarde, ya no sirve, porque se está bajando o se ha bajado la escalera y la réplica debió darse cuando se estaba arriba. Quizás al ser el silencio el modo de comunicarse de la monarquÃa, le falte pulso para el diálogo y eso ayude a confundir al interlocutor. No estarÃa mal que reconsiderara, antes de bajar otro escalón, que la réplica debe darla al cuerpo social.
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