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Domingo, 10 de junio de 2012
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Fotografiando la zona

Walt disney a la parrilla

Por Adrián Abonizio
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* Hacía meses que guardaban ese dorado de nueve kilos en un freezer celeste. Cuando lo sacaron estuvieron cerca de ocho horas para verlo desentumecerse y ponerse flácido, adquiriendo ahora sí la textura y todo el aire cadavérico. El asador, con los utensillos en la mano, cual empleado de la morgue graficó pinchando el muerto: -Es como querer comerse a Walt Disney.

* Si uno mediría la importancia social de cada persona de acuerdo al volumen de su llavero, cada uno de nosotros tendría un lugar de capitoste en la vida. Nos pesan las responsabilidades exageradas tanto como el manojo idiota de bronces y alambres con que nos enredamos sin advertir que se nos va por el entramado, la mismísima vida que está ocurriendo siempre en otra parte, en lugares sin puertas, expectativas ni seguridades.

* -La suerte no existe, pero de existir la compraría pirata- apunta el tipo que duplica cds y los vende con sistema delivery.

* Debutó sexualmente en un hotel entrando con su novia en el baúl del 128, mientras su amigo lo hacía con la suya, estacionando con esmero y sin llamar la atención. Pagar una pieza para dos entrando cuatro. A ninguno se le ocurrió la idea de intercambio de parejas o de orgía. Cada uno por su lado; a ellos les tocó el baño. Aún recuerda el calor, la ducha abierta y el olor a nafta en la ropa, producto del encierro en la caja del auto. Y la sospechosa desenvoltura con que actuó su chica.

* No andaban bien. Ella lo humillaba y él esperaba para escapar, mientras trataba de no ser rápidamente expulsado de la Tierra de la Dignidad. Ella le ordenó que vaya al super con un bolso rojo. -Para evitar gastar en bolsas de nylon; las odio, contaminan, esgrimió ella. El accedió. Comentó el hecho con el verdulero. -Mientras no te obliguen al changuito. A los dos días fue sorprendido con un regalo: El artefacto nuevo, floreado, con rueditas. Fue a otra verdulería. Al regreso él comentó a la dama que se lo habían arrebatado. ﷓!Cómo están los choritos!, abundó. -!Te tendrían que haber matado...con lo que a mí me gustaba!. El sólo se concentró en huir de ese pelotón de fusilamiento al otro día.

* El tío Franco tiene modales irrecuperables por lo asqueroso. Pero es un tipo ordenado. Para la cera de los oídos usa el índice, para los mocos el anular, el meñique para los restos de comida. Sólo cuando vienen visitas hace un excepción que anuncia como un hecho formidable: -!Hoy me lavo bien las manos!. Y continúa su labor de insecto depurativo no importa quién esté delante.

* Es hijo de un contador prestigioso: Salió fallado el chico y le encomiendan tareas en los bancos, que consisten en la nada, en la ausencia de labores. Llena papeles y hace cola; se revuelve las manos y mira insistemente un reloj pulsera valiosísimo. Siempre se le está haciendo tarde, nunca habrá de culminar la tarea. ¿Para qué?. Entra con un maletín rijoso, sudado de correr tras depósitos inexistentes y operaciones fantasmales. Se sabe que además le pagan un sueldo.

* En Venado Tuerto había una casa que tenía el frente pintado a mano, con pincelito escolar de colores rojo, negro y dorado. Un espanto sublime y bizarro que encantaba a modernos y jóvenes artistas. No contento con esto el dueño de setenta y cinco años también pintó su auto usado igual, de modo tal que cuando lo dejaba estacionado todo desaparecía y se fundía con un vigor de muralista sicodélico. Unos parientes estúpidos, mandaron a pintar frente y auto cuando el tipo se enfermó y estuvo un mes en el hospital.

* Fue hace muy poco: El se entretenía en cambiar por las noches, tarde, los enanos de jardín de lugar. Las vecinas se lo atribuían a un maleficio, a una broma astral, a un mensaje de la Virgen o sencillamente a brujería. El anduvo un tiempo con estas correrías hasta que decidió franquearse y contar la verdad. La decepción lo corrió del barrio hasta que todos lo confinaron negándole, de allí en más el saludo como se hace con los traidores.

* El tipo va a consultar a una bruja sereno y seguro de su hechizo -¿Puede deshacerlo?, la inquiere. -¿Cuándo ocurrió según usted?, replica ella. -Hace como treinta años. -Ajá, sólo necesito saber la palabras exactas que se dijeron para llevar a cabo el mal ¿Las recuerda?. El explotó de rabia y de alivio contenidos -!Si!, !Las palabras fueron: los declaro marido y mujer!. Dicen que la escena transcurrió en cierta casilla de zona sur cuya ubicación nadie puede detallar con exactitud.

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