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Domingo, 1 de julio de 2012
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Fotografiando la zona

Son efectos especiales

Por Adrián Abonizio
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* Fue en dictadura durante un operativo en Corrientes. El iba con su novia y fueron sorprendidos por la requisa en una ruta lateral. Era de noche. Los encandilaron; él entorpecido por los métodos bruscos no entendió lo que el milico, un guasón de bigote, le estaba inquiriendo a los gritos. Se asomó por la ventanilla y escuchó aquello -!Bajá la lú, vo! ¿O no entendé? !La lú! ¿Entendé? !Lú! !Ele u equi! !Lú, te dije, chamigo!

* A ella la molestan los tipos que limpian los vidrios en la calle, los que dan volantes, los que venden cosas en los colectivos. Y ahora se le ha metido literalmente en su vida una nueva especie: Las propagandas por internet que se pegan delante de un portal de noticias, por ejemplo y rezan Saltear Publicidad y por más que ella desgasta el mouse tardan en correrse. Está cercada.

* Viven juntos hace una década, asombrosamente solemnes y discretos con su rutina. Ella, ante el espejo del baño, comenta. -Uy, me confundí y estoy usando tu cepillo de dientes. Y él, apenas murmura. -Es la única forma que me des un beso. Y ella acepta, como han aceptado todo últimamente.

* -!Es como el mar pero con ventanas!, larga el pibe ante el acuario que lo recibe de pronto, estallando de animales expuestos sobrenadando en un océano artificial.

* Era acomodador de un cine en ruinas e iba todas las semanas una vieja loca que hablaba en las películas, siempre con la peluca mal encajada y labios pintados de rojo como de una brocha. La noche que proyectaron Nosferatu, los murciélagos, cazando bichos se paseaban sobre las cabezas de los espectadores. La primera en quejarse fue la señora. El la tranquilizó. -Son efectos especiales traídos de afuera, ¿entiende? Y ella entendió y se sentó por vez primera a disfrutar de las imágenes.

* Era una conocida de su amigo quien narraba sobre ella. Tenía fines prácticos con los hombres. Decía: Con este me compro la casa y lo hacía. Con este me compro el auto. Con este me financio la carrera. Cuando se enamoró dijo en el mismo tono: -Con este encontré el amor. Y se murió al mes. Un pariente lejano, a quien no conocía ni quería se quedó, por ley, con todo.

* Lo recuerda. El obeso abogado sentado en el sillón narrando cómo en el exilio había recalado en España. -Me la pasé cagando gallegos, son muy boludos. Y justificaba su desatino por el fraude y el crimen de las invasiones de Colón. Una forma oblicua y enferma de la balanza. Y dormía tranquilo, pensando que se había convertido en justiciero. Cualquier disfraz es bueno si sirve para acallar al fradulento que llevamos dentro. Luego prosiguió acá, y por fin conoció la cárcel. -Soy un perseguido político se le oyó farfullar. -Por eso me buscan problemas.

* Ella estaba pendiente de estos detalles. -No, no puede ser, elucubraba mientras se fijaba con atención que el cartelito de acrílico que señalaba "Consultorio Psicológico" estaba torcido, signo inequívoco de desvarío e inestabilidad. -Nunca me atendería allí, cerraba.

* Fue en aquella época en que se empezó a fijar en los brazos de la gente.Uno más ancho que otro, señal que su dueño era tenista. El izquierdo más quemado que el otro, camionero o taxista, por aquello de pasarse horas con el del lado del corazón apoyado en el marco. Al que no pudo ni tuvo tiempo de catalogar fue al que vió como un rayo negro y que le arrancara su bolso en la peatonal.

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