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Jueves, 11 de mayo de 2006
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CIUDAD BAIGON

Por Hugo Alberto Ojeda
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¿Vos sabés dónde queda Gato Colorado?.

3 no son 5.

La historieta podría ser real, transcurre en Ciudad Baigón. Una ciudad espontánea gobernada con moderada prolijidad por un ateneo de ateos políticamente correctos que van a misa de 7.

Religiosamente.

Construida al norte de un exagerado desierto de polvo viejo y amarillo, al sur de una exuberante selva burocrática, al este de majestuosas ruinas de naturalezas olvidadas y al oeste del profundo cauce seco de un río aluvional; Ciudad Baigón debe su nombre a que es una ciudad limpia pero no resuelve el problema de los basurales.

Sin embargo es una ciudad hermosa, fácil de amar. Y agradable para los polizontes que bajan de los barcos para enamorarse de la proverbial belleza de sus mujeres.

Allí la gente envejece de cuerpo, pero manteniendo hasta el último suspiro la candidez de los niños. Sus calles son rectas como laberintos y su clima es sofocante, con la tierra pareciendo estar siempre a punto de incendiarse.

Esto último es la causa natural del mayor promedio mundial de bomberos involuntarios por habitante. Los "involuntarios" (los nativos los llaman así) se visten de azul. Actúan por sobre leyes y derechos obedeciendo al rizoma de un código imposible de leer (jamás se escribió).

La historieta del traslado de Danonino a Gato Colorado se inicia una madrugada. 5 dotaciones de los "involuntarios" sorprenden a un grupo de fanáticos a sueldo marcando con rojinegro esmalte sintético paredes del territorio parcial. Los "involuntarios" hablan como escriben. Les comunican a los integrantes de la barra mansa que serán llevados a la seccional más cercana, donde se les pintaran las yemas y labrarán las actas correspondientes por atentado a la propiedad privada. Entonces alguien pronuncia la frase mágica y realista:

﷓¿Cómo podemos arreglar esto?

﷓5 lucas, una para cada dotación ﷓ tarifa automáticamente uno de los "involuntarios", apoyándose canchero en el guardabarros del móvil.

Se produce un diálogo irreproducible. Al fin, los mercenarios de López (el de la Guía) aceptan. Llaman al Pepo, el dueño de la lavandería "Los dos rosarinos", el único administrativo con acceso a efectivo a esa hora. Son las 2 y media y la noche es de invierno. Ningún cajero desembucha tanta tarasca.

Quince minutos más tarde. El Pepo llega durito con su maletín, se abraza con los "involuntarios" y luego de un corto regateo, arregla todo por 3 mil. Es lo que hay y si la división no da justo, que la resuelvan como sea entre los cinco.

Los fanáticos a sueldo son liberados. El Pepo vuelve a su piso de Weelright y Corrientes. Antes de subir hace una llamada al Número 2 de la Pirámide involuntaria.

﷓Yayo, ¿cómo andás? ¿Todo bien, la familia? Te despierto para avisarte que recién termino de arreglar un asuntito por 5 lucas con los chicos del Comando, no vaya a ser que te quieran pizarrear.

El ascensor llega. El Pepo llega a su departamento y se duerme con una sonrisita ruin.

Yayo llama a Danonino, le recomienda que no afloje con el porcentaje de la comisión. Al terminar el turno, los muchachos van llegando al playón. Entregan el porcentaje con honestidad: mil doscientos, el 40 de 3 mil. Danonino los frena, faltan 800 para las 2 lucas. La discusión se prolonga en la Fábrica, las dotaciones retrasan su salida, alguien murmura la palabra motín. Los muchachos se plantan en su honestidad, recibieron sólo 3 lucas. Pidieron 5, pero no había. Al fin, Danonino recauda prometiendo sumarios y traslados.

Yayo cumple. Las 5 dotaciones son sumariadas y todos son traslados. Hasta el mismo Danonino, quien ligó el pase a Gato Colorado. ¿No sabés dónde queda?

Yo tampoco, puede ser por la frontera de los quebrachales. Pero uno nunca puede saber dónde queda el norte de una ciudad tan ilusoria.

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