Página/12 :: rosario :: Una falacia que se arrastra desde Altamira

¿Será que llueve?

Es agosto. Mentiría si dijese que no duele.

Rayos tajo de yegua percuden el cielo de la niña de ojos verdes.

El instinto huye junto a una jauría de centauros.

Al rojo del amanecer le declara su amor una lechuza.

Prodigio tan visceral enmarca la partida de los elegidos. Ellos, acaso por Venus abanicados, lleguen a una tierra de alabastro o acaso desaparezcan absorbidos por el gris.

Ellos, los elegidos los condenados, atravesarán infortunios y espantos que aterrarán a los sensibles apenas oigan el comienzo.

Darle demasiada importancia al inicio, considerarlo tan decisivo... eso es un error. Y de los graves. Una falacia que se arrastra desde Altamira.

si me preguntasen a mí, respondería que deseo lectores como de vidrio roto

sí sí... en mi edad de piedra el resplandor de los rubíes expresa nuestros deseos y no necesitamos del habla, es absolutamente cierto lo que les han contado

en la tierra de los rubíes, según me lo han referido, la sangre, de tan roja, es usada como tinta

Hace llover rubíes cuando se lo propone y es capaz de arrastrar el hilo del amanecer tres días hacia delante o atrás si la causa así lo requiere. Espanta de palabra a lo rancio que se aposenta sobre las auras y con sólo mirar puede sacar al daño que afecta en el bajo vientre.

El aire agitado por sus pestañas se torna una circunstancia cromática que apabulla.

Hágase la luz dice y les permite creer.

te lo juro por el tiempo que tarde en disiparse esta luz, por el gris de la luna, por las ramas florecidas del ciruelo

riega las flores de tu ignorancia

riégalas con el sudor de tu fe

riégalas de palabra

letra vaho

Vientre de la contradicción.

Ritmo que el fuego ejecuta sobre la carne.