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Domingo, 2 de diciembre de 2012
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Fotografiando la zona

Equívocos

Por Adrián Abonizio
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* Le gustaba jugar con las frases: Derechos humanos vs. Desechos humanos. Cintura de obispo por cintura de avispa. Jardín de infartos por jardín de infantes. Cuando acudió a la fiesta donde festejaría su aniversario número veinte con su esposa y ella no acudiera por escaparse para siempre con otro, alguien, en honor del caído murmuró mirando el cartel: -¿Salón de recepciones o Salón de decepciones?. Y abrazó al herido quien con lágrimas en los ojos aprobó la oración.

* De Horacio se comentaba que andaba hecho un saltarín de felicidad: Había encontrado la mujer de su vida. Nunca un si ni un no, aclaraba. ﷓Seis meses sin un grito, una queja, un reproche....ah...si todos tuvieran esta suerte que tengo yo. El pedigré de Horacio incluía golpes, demandas, cafúa y accidentes varios en el amor. Por eso, por curiosidad, se llegaron esa tarde al bar donde su hallazgo, oficiaba de moza. De lejos saludó y se sonrió cuando fue presentada. Tomó los pedidos mirándolos muy atenta y no dijo nada, solo sonreía desde sus pupilas celestes. ﷓Es ideal...es sordomuda, dijo para completar el cuento. Al mes nomás se casaron.

* Pelotazo en contra, eso era. En el afiche para atraer alumnos que ella misma diseñó, por distraída puso en lugar de Cierre de inscripción Cierre de inspiración. Increíblemente eso acercó a freaks de toda laya al taller de escritura.

* Ella era jovencita y no tenía idea de lo que hacía pero era cruel y le gustaba jugar. Una noche, antes de salir sirvió la sopa a su abuelo y dejó caer en la cacerola ácido lisérgico. Al regresar, lo encontró abrazado a la heladera, charlando con un viejo amigo muerto. Lo dejó porque estaba animado y festejaba junto al fantasma viejos cuentos. Sobre el amanecer se levantó a servirse agua helada y el viejo seguía allí, solo que frente al aparato con un cuchillo en la mano. -¿Qué sucede, nono?. -!Es este boludo que ahora me doy cuenta no me contesta!, replicó el viejo.

* Era cobrador de un club en baja. Se lamentaba por la hondura de la pena y hasta sentía pudor de pasar por casas o los negocios de los socios porque recibía el malestar y la congoja a borbotones. -A veces me parece que reparto ostias en vez de estos, decía alargando los cartoncitos de las cuotas.

* Había un viejo chiste de un santiagueño al que le dijeron que en la Capital la cosa iba tan bien que se encontraba la plata tirada en la calle. Al bajar del tren y pisar el anden vió un billete de cien pesos caído. -Ma, sí... empiezo mañana, se dijo. Así le pasó a él: Tenía que asistir a una marcha a favor de cierta revolución en cierto país del planeta, pero también había logrado una cita con una bella a la misma hora. -Pensando en el postergado apoyo progresista que no brindaría repitió aquella misma frase del morocho del interior.

* Supo vender terrenos financiados muy accesibles, aún sabiendo que la firma era camandulera, pues los predios eran estatales. Se regalaban casi y él lo único que hacía era estarse bajo una sombrilla en un terreno con banderas, camisa con el logo de la empresa y un gorro. Una mañana de domingo estalló la revuelta y vió venir un enjambre de estafados. Se sacó la camisa, escondió el gorro y se mezcló con los que protestaban. No lo identificaron. Esa fue su mejor caracterización antes de convertirse en un gran actor: Le salvó la vida y lo orientó en su profesión. Alguna vez alguno creyó reconocerlo, pero él lo negaba e instantáneamente sonreía y concedía un autógrafo. Encima le pedían disculpas.

* El la observaba con desinterés creyendo conocerla de algún lado. Ella lo espiaba y por dentro se regocijaba de que aún era deseada, pese a la poca monta del caballero. El pensaba que ella era horrible -pobre, va a creer que la busco-; ella dejó de mirarlo para no generarle ilusión a alguien tan feo. De malos entendidos se construye la autoestima.

* Estaban en una fiesta. Los drogones iban y venían del baño a darse un saque y continuar. En medio de la comilona y el alcohol, uno le dice al otro: -Che, tenés un cachito que te cuelga. El otro se aspiró una fosa nasal. -No, lo que yo te decía es que tenés ketchup en el costado de la boca.

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