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Martes, 9 de abril de 2013
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Diablos

Por Mariana Miranda
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Diz que Mandinga habita en muchos lugares.

Diz que te mira torcido desde el principio, desde el vamos, desde el inicio de la relación.

Diz que uno no lo reconoce sino al final, nunca al principio, cuando las cartas ya están jugadas sobre la mesa y el macho es macho y la flor habrá que verla.

Diz que Mandinga es muy travieso y anda siempre con otros atavíos, entremezclado con otras gentes, confundido con la multitud de seres mezquinos, avaros, ambidiestros que pululan, indefectiblemente, por las calles de nuestra ciudad.

Diz que hay veces que se encuerea de hembra y anda, como si nada, seduciendo a los varones de por ahí...

Diz que en el fondo de los ojos, por ahí a veces, uno le puede reconocer, algún atisbo de alimaña ancestral... lo mira bien entre las líneas, pos, porque si no, que ni de ahí que se va a dar cuenta uno.

Diz que avanza, poquito a poco, entropezándose torpemente, también, con los arreglos de las veredas, de estas veredas todas rotas que tenemos...

Diz que a veces se entropieza y se cae, como nosotros, como todos, por esta vida.

Que también sufre los porrazos que sufrimos todos, aprendiendo, aprendiendo apenas, nada más, que a vivir un poco.

Que a veces también se equivoca y hace las maldades en donde no eran, porque, como quien dice, tuerce el rumbo sin darse cuenta... Y se equivoca.

Diz que no es tan malo como dicen los curas, que a veces sabe entender, comprender, un poquito, la mala suerte de algunos, la avaricia de los otros, las envidias de los amigos, los vecinos y los parientes.

Diz que a veces tuerce los odios para que no se emparenten tanto, y terminen, como quien dice, enredándose en las vicisitudes del amor, de este amor enrevesado y tergiversado que nos toca vivir, a veces muy bien, a veces muy mal, algunas veces, unas peores que las otras.

Diz que Mandinga es hembra porque eso dijeron los varones... Que era un demonio oculto en la hermosura de un cuerpo de mujer, de la más hermosa de todas las que habían nacido.

Diz que la perdición es tentarse en la hembra porque ahí domina Mandinga y pasa a hacer con uno lo que se le place. Cuando habita el deseo de uno en forma de hembra, ahí te domina y te mata. O te hace sufrir al enésimo, que es lo peor.

Dicen por ahí que a veces anda, como una alimaña perdida, extraviada desde hace siglos, con cola de bestia cuadrúpeda, ojos de serpiente de cascabel, y piel de lagarto.

Pero tiene mucho cuidado de no dejarse ver nunca así. Siempre anda encuereado entre otros cueros, habitando otros lugares, otros espacios, otros sitios en donde nadie nunca lo pueda llegar a reconocer.

Las hembras dicen que el diablo habita en muchas partes, no sólo en ellas mismas. También dicen que los varones son idiotas por creerse la historieta de que el Diablo tiene forma de mujer. Y también dicen que hay múltiples diablos en múltiples cosas, las armas, las guerras, los olvidos, las penas, las prisiones, las muertes, la tortura.

Dicen que a veces se asoma en las mariposas, en los gorriones, en la música de la lluvia acariciando las paredes de los vidrios, en las flores recién abiertas que trae consigo la primavera y en el sol, que asoma radiante en todos los horizontes, iluminando con su luz las inmensas superficies y calentando con sus días todos los deseos. [email protected]

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