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Domingo, 26 de mayo de 2013
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Fotografiando la Zona

Tres años no es nada

Por Adrián Abonizio
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El director, quien me conoce bien aconsejó el lunes pasado con tono fraternal: "Oíme, bestia, no escribas una nota en caliente que va a salir recién el domingo!". Habiéndome ya afeitado -cábala que mantuve en secreto hasta ayer si Rosario Central ascendía- y expuesta mi irregular dentadura que se solía esconder en una mata de pelos barbados, no me queda otra que ir al dentista a que me diseñe fundas nuevas. Diez lucas me saldrá romper la yeta. Y lagrimales. Los dejé secos la noche del 19 de mayo. Mi hijo me susurraba. "¿Papá, estás llorando?. Sí hijo, sí. Dejame que no puedo manejar", mientras esquivaba a un vendedor de banderas a 40 mangos que se tiraban sobre el capot para hacer su agosto. La que compré en el revoleo era un remanente del campeonato del `71, un poco deshilachada. Mejor. La guardo como reliquia. Un gordo de la GUM me la quiso afanar pero la defendí a los empujones. Es sabido que son como las tortugas: Una vez caídos de espalda no se pueden levantar.

Lo que mi hijo ignoraba era que lloraba de indignación: Eramos esa noche como soldados vueltos del frente a los que el pueblo saluda pero que no pueden hablar, porque el desprecio que guardan por los jefes que los mandaron al deguello es infinito.

Reproduzco un cable de Télam, 25 de mayo del 2010.- "El ex presidente de Rosario Central, Horacio Usandizaga, asumió hoy la responsabilidad del descenso del club a la Primera B Nacional, y mostró incredulidad cuando se enteró que All Boys había goleado a Central en Arroyito". Ni escuchó la radio, el irresponsable. Borrachín como siempre, encurdelado como los mafiosos timoratos describió su "momento" como si fuese una vedette. "No lo podía creer, no lo podía creer. Me puse a llorar como un chico, estuve llorando todo el día, llorando toda la noche, no pude dormir", reveló cual prosti mediática defraudada en amores. Y ojo que es la cabeza -chiste mediante- de un témpano podrido y fantasmal cuyos nombres están escritos y no se borran.

"Usandizaga, repudiado masivamente en todas las manifestaciones de hinchas tras el descenso, permanece temporariamente recluido en la ciudad española de San Sebastián", cerraba el cable. Mientras el cobarde se asilaba en Europa, el pibe Juan Pablo Dandretta se suicidaba. "Anoche, deprimido por lo sucedido con el club de sus amores decidió quitarse la vida". "El es un ejemplo de cuando cantamos yo te aliento con el corazón, daría la vida por verte campeón. Algunos mandamases comentaban: El descenso no es la muerte de nadie. Después de esto huelgan las palabras. Mis respetos hacia sus deudos en estos duros momentos", describió un amigo en aquel momento a modo de obituario. Exagerado, confuso, extremista y controvertido lo cierto es que el pibe actuó dentro de su lógica de samurai: Antes que perder el honor mejor perder la vida. Esto no es apología, es incredulidad y advertencia. Fue mucho más valiente que todos los cagones llorosos que anduvieron como hienas, meándose por los rincones. Todos humilladores profesionales que nunca entendieron qué significa manejar la proa de esta divisa. Maleantes. Embusteros. Ahora es el Nunca Más de ellos. Que vayan pasando por el banquillo, que la justicia, los socios, los medios los pongan y que se defiendan si pueden. No hay dramatismo, no hay odio, pero tampoco silencio. Hasta el día que la Parca les cierre los ojos no vamos a olvidarnos. Claro que si El Vasco se practicaba el sapuku -muerte ritual honorable a cuchillo- se le iba a ser imposible hallar un tramontina miserable en su casa: Sólo existían destapacorchos.

"Se murió Videla, ahora sí ascendemos", dijo el virtuoso analista "Panadero" Trivissono con su lógica de vidente. Pero, bueno, acertó. "¿Videla de qué cuadro era?", le tiro. "No sé, pero era mufa: Lástima que ninguno de los `otros' lo sigue", exclamó haciendose la señal de la cruz. Los "otros" son, lectores, los dirigentes arriba mencionados. Y cerrando el tema mortuorio: Es hora de que una filial lleve el nombre del pibe que decidió quitarse la vida, ¿no les parece?. Juan Pablo Dandretta, repito es su nombre. Con el dibujo de un gran corazón y la casa de sus huesos sembrada de flores. Amarillas y azules.

Dejemos atrás los resbalones de Valentini y sus regalos a los adversarios -su condición de Atleta de Cristo lo obligaba a donar goles-, las lagunas de Lagos -valga la redundancia-, los inexplicables laberintos que se armaba el Chuky sorprendiendo a propios y extraños. Caso aparte el de Javier Toledo: El fardo intoxicado -convertido en peyote- con que se alimentaba se descubrió le afectaba la visión, además que antes de salir al ruedo el siquiatra, en el entretiempo en Jujuy, tuvo un pálpito sagrado: Lo conversó y allí fue donde el Homo Canayium admitió que por vergüenza no había dicho que era diestro. "Siempre quise ser zurdo", admitió entre sollozos. Sus compañeros enterados de la nueva, le tomaron las manos y lo admitieron en el grupo pese a su mentirilla piadosa y así Javiercito logró la confianza de pegarle con la de palo. Y con el tronco que lleva por cabeza. Pero todos contentos. Jujuy aumentó sideralmente sus ganancias en venta de humitas, vino en cajita y empanadas. Se vendieron souvenirs a lo loco en Rosario. Y por tercer año consecutivo, hasta la fecha, Dios Canaya nos guarde, la Lepra no advirtió ni reseñó alguna cargada hiriente, alguna chuza que nos malhiriera: Todos fueron fantasmitas zonzos y juegos infantiles con la B larga.

Ahora si hubiese sido al revés, además de usar al Abandono y la estrella fraguada, seguramente se nos hubieran ocurrido perlitas maravillosas, con que historiar la masacre. Pero ni aún la victoria es para cualquiera. Les dimos letra, les servimos la mesa, pusimos en bandeja nuestro martirologio y no supieron aprovecharlo. Se lo perdieron por distraídos, por contemplativos y por pechugas. Pero a no olvidar esta máxima: Por burlarnos del chiquero ajeno se nos escaparon los cerditos propios. Y recuerden lectores que esta artillería de palabras es sólo un juego. Y que mañana el amor y el espanto nos puede volver a unir o separar, pero que duda cabe, somos una moneda de dos caras. En una brilla el sol, en la otra la cruz. El sol es amarillo y la cruz es tan gris como la que preside la entrada al Parque en la figura del Sarraceno. ¿Vieron cómo enseguida me dan letra, amigos leprosos? Somos incorregibles. Salimos de la mazmorra y ahora nos reímos con todos los dientes rotos. Un abrazo para todos y nos veremos donde debe ser: No tramando en los escritorios o mediante la prensa o matándonos por el territorio de barra brava o en los pasillos abovedados de la Afa; en la cancha, en la canchita de los domingos. Los esperamos. No entiendo cómo es que no venían. Los perdonamos porque estoy seguro será una fiesta.

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