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Domingo, 21 de julio de 2013
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Fotografiando la Zona

Rarezas

Por Adrián Abonizio
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* El camión, blanco, esmerilado, circulaba bien pegado a la banquina. Detrás se podía leer entre dos faros. "A la mujer le gustan cuatro animales: Un visón en el armario, un tigre en la cama, un oso en la alfombra y un burro que corra con todos los gastos". Cuando superó la trompa del armatoste y buscó la cara del chofer se encontró con una dama que fija la vista en la ruta silbaba un tema de rock.

* "Y me dijo", comenta la rubia ante la rueda de amigas: "No es que no te quiera más, es que estoy cansado de la forma que tenemos de querernos". "Es muy confuso", dijo la de al lado. "Tiene otra", replicó la morocha. "A mí siempre me pareció raro tu marido", culminó la flaquita. Ella que oía todo desde la mesa contigua se apiadó del fulano como de un amigo en desgracia.

* Autoridades de China encontraron una pareja desnuda muertos en el piso e informaron que esto habría sucedido después de que la ventana contra la que tenían sexo se rompiese y cayeran al vacío. Testigos revelaron que vieron que la pareja cayó desde la ventana abrazados. "Se estaban sosteniendo muy fuerte cuando cayeron del edificio", reveló una fuente citada por el diario The Sun. Lo que se dice un amor con altura

* Sabía que el tipo de la esquina había abusado cuando niña de su novia y de su hermanita. Habían pasado cuarenta años. Cuando obtuvo la certeza tocó el timbre: Había pensado dónde le ensartaría la primera trompada, dónde el codazo y dónde la patada final. El que abrió resultó ser un anciano fantasmal que comprendió todo de golpe y balbuceó una disculpa. Tartamudeando de odio y estupor le escupió y se fue. Al volver la cara el ancianito seguía en la puerta de su madriguera, encorvado, de perfil, mirando a la nada, limpiándose la saliva.

* "El abuelo es raro", comentó Hilda a su hermano. "Sí, el viejo está gagá, habrá que ir pensando en llevarlo a algún lado". "Sí", sentenció la otra. Lo singular del viejo era que había empezado a dormir con frazadas triples aún en verano. Nadie le preguntó el por qué, sólo lo acusaban de senil, de extraño. Ignoraban que tenía pesadillas de frío, muerte y nieve, de cuando estuvo preso, allá lejos y hace tiempo en la Gran Guerra. "Está raro" repetía ella. "Y, está muy choto ya", cerraba el otro. Par de brutos sin estirpe ni palabras. Raros monstruos familiares.

* Acerca de la Madre Teresa de Calcuta se lee en una revista: "La atención médica que reciben los enfermos es rudimentaria. Ella se opone a que sus misioneros estudien medicina porque deben permanecer pobres, simples de espíritu y sin equipaje". Todo un combo salvaje e insólito. Desde la llanura de los conocimientos, la inextinguible tierra fértil de la fe y lo surrealista de llamar madre a quien o lo es. Extrañezas en un mundo de hambre y misterios.

* Cuando se era chico el término "pinchar" equivalía al sexo. Por eso, absorto lee la noticia: Un policía capturó a un hombre que se masturbaba con bicicletas. Para ello pinchaba la goma trasera y, mientras ésta se desinflaba, lo hacía. Incluso fue capturado por la cámara de una de las casas. Un policía de la ciudad de Osterlund, en Suecia, trata de relacionar esta serie de delitos con casos similares que ocurrieron en el 2007. El hombre, de 35 años, fue arrestado por haber pinchado las gomas de 20 bicicletas antes de eyacular sobre sus asientos. "Este hombre es probablemente inofensivo y las bicicletas sólo son lo suyo", lo defiende un vecino al que probablemente, sólo le encantan las llantas pero de las motos.

* Domingo Cavallo luce un corte a la altura del mentón que lo hace casi viril. Ojos celestes de diácono, cuerpo envasado en trajes por lo general azules y un andar de gordito de pasillo que lo torna vulnerable y ameno. No desentonaría en una mesa familiar como un tío lejano, próspero y afable, meticuloso a la hora de servirse vino, caballero con las damas, levemente tímido. Hasta podría acariciar la cercana cabeza de un niño que ni conoce, granjearse la amistad de los varones y la sonrisa apacible de las damas. Pero, si uno observa bajo su capa imperceptible, más abajo de la grasa y los ojos, hay un gusano horrendo, oscuro, un súcubo. Una rareza asquerosa. La Historia, esa madre con hijos muertos en las guerras, aún no lo ha asesinado sumariamente. Pero ya va a despertarse. Está buscando el silenciador del arma.

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