A quien corresponda
Damas y caballeros, señoras y señores, lectoras y lectores: estamos en la última página de un diario que a su vez está dentro de otro diario mayor, el cual nos trae noticias de asuntos turgentes que deben mutar a urgentes por razones obvias. Pero aquÃ, en el patio trasero, por asà llamarlo, tenemos la posibilidad de asistir a la conversación de dos personajes. Uno de ellos viene de otras páginas. El otro también.
Usaremos los términos masculinos con inclinaciones femeninas y los términos femeninos con inclinaciones masculinas, es decir, usaremos las inclinaciones.
Los personajes no tienen mucha experiencia fuera de esta historia, por lo cual les pido la máxima comprensión posible.
Uno de ellos viene a presentar un gran proyecto, el otro podrÃa llevarlo a cabo, es decir, podrÃa parecerse a aquel personaje de otra página que se conmueve ante cualquier injusticia.
--Mi proyecto es mostrar al desnudo el fingimiento.
-Y eso a quién le interesa?
-A todo el mundo! La gente lo pide a gritos: "sinceridad del fingimiento", "sinceridad del fingimiento".
-Es posible que haya alguna necesidad en el mercado?
-Ni hablar. Si algo le hace falta al mercado son las necesidades que hasta al momento habÃan sido innecesarias.
-Bueno, hábleme más del asunto.
-Esto viene a ser como un striptease.
-Ajá, me interesa.
-Un striptease metatextual.
-Mmmm... No manejo mucho el porno.
A esta altura de la página no hará falta que les advierta que las palabras de los personajes salen estiradas como sombras.
--Se entiende?
-No, no se entiende.
-Se trata de metaescritura y metalectura.
-Ah, meta y meta...
Ahora, en este mismo instante, el personaje que tiene un gran proyecto saca la palabra cuerpo y la coloca sobre la mesa. Por razones de plano inclinado, la palabra cuerpo va con naturalidad lingüÃstica de un género a otro, de la falta a la sobra, de la a hacia la o, del vestido a la corbata.
Tampoco será necesario decir que las aves chillan sobre el rubor de una rama dorada porque ellas se hacen oÃr por sà mismas en esta página.
El personaje que tiene el gran proyecto, saca de la palabra cuerpo la palabra sexo y con adoración separa los pliegues, acaricia los labios. Con la misma minuciosidad corre el prepucio del verbo escribir, que es sensible a las miradas y se yergue como si entre estos párrafos hubiera dos mujeres anaranjadas besándose desde abajo, desde la tersa rosa, desde el origen.
-Mire usted dice el personaje que tiene en sus manos la posibilidad de conmoverse ante las injusticias-, y qué pretende con todo esto?
-Escribir un libro.
-Un libro! Usted!
El personaje que tiene un gran proyecto, y que está dispuesto a entregarlo todo para lograr su sueño saca el as que tiene guardado bajo la manga y pone sobre la mesa la palabra lenguaje.
-Mire. Saque de aquà la palabra que quiera.
El personaje que tiene en sus manos la posibilidad de conmoverse ante las injusticias, no sabe cuál elegir. Hurga con un dedo, primero, luego, ganado por la curiosidad y la aventura, mete las dos manos y revuelve.
-Cualquiera?
-Cualquiera.
-Cuántas palabras raras.
-Busque, busque tranquilo, en ese costado están las de Vicente Aleixandre, que, le voy a contar un secreto, no es que sean taaannnn raras, sino que las saca de sus posiciones habituales y asà logra la extrañeza.
-Qué interesante.
-SÃ, sÃ, es uno de mis preferidos.
-Ay!
-Tenga cuidado, por ahà está lleno de palabras fuertes.
-SÃ! Me di cuenta!
-Saque la que más le guste asà la vemos.
-De las fuertes?
-Si usted quiere?
-No, no ésta es bravÃsima. Usted podrÃa incomodarse.
-Por mà no se preocupe, yo no les temo.
El personaje que tiene en sus manos la posibilidad de conmoverse ante las injusticias, sigue buscando. Al cabo de unos segundos se detiene ante el ángel de la inspiración que ha hecho nido en el verbo leer, y el personaje lee el striptease de la palabra desnuda. Y se conmueve.
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