Ha llegado a mi escritorio un correo digital con un proyecto de ley del senador Rubén Giustiniani, con quien tuve el honor de compartir ya que no la militancia en el Centro de Estudiantes de IngenierÃa, sà los dÃas en aquella casa de estudios. La ley proyectada –justamente- pretende reglar la Educación Superior Argentina. Excede grandemente las posibilidades de este humilde texto el análisis de semejante proyecto donde habrán participado quién sabe cuántas destacadas personalidades de la corriente polÃtica del ingeniero Giustiniani y acaso de otras opiniones. Sin embargo, aprovechando los dones cuantitativos que recibà gratuitamente primero en el Politécnico y luego en la Facultad de IngenierÃa de la UNR y con una mirada más cercana a la poesÃa que a la polÃtica me gustarÃa exponer al lector algunos aspectos cuantitativos del texto del proyecto de ley que inquietan mi espÃritu.
Tenemos muchos docentes la costumbre de sugerir a la alumna que haga -para sà y para la ciencia- una lista de palabras-llave del tema que estudia para tener un rastro de la concatenación de ideas que va teniendo su recreación del tema: este es el trabajo que me he tomado en la lectura del jugoso proyecto de Ley de Educación Superior Argentina; pero además, la ventaja de tener una versión digital de este asunto me ha permitido un fácil y rápido conteo de la frecuencia de cada una de estas palabras que a mi sensibilidad resultan clave.
Algunas -valga decirlo- brillan por su ausencia y yo hubiera esperado poder leer por ejemplo las palabras ideales, legalidad, fraternidad, lucha, marginado, obrero, esperanza, comunitario que sin embargo no aparecen en el proyecto de ley porque seguramente serán más representativas del discurso poético que del frÃo mensaje de la ley. Otras palabras que yo imaginaba frecuentes en un proyecto de ley de educación superior tienen una baja frecuencia de aparición: derechos humanos, metas, justicia, militancia, reivindicación se mencionan en una sola y única oportunidad. En las antÃpodas está la palabra "educación" con nada menos que ciento catorce apariciones, seguida de "Nacional" con cincuenta y siete apariciones y "social" con treinta y cinco. Puestos al contrapunto, la palabra "problema" se menciona diez veces, apareciendo como contrapartida "respuesta" en cuatro ocasiones pero "solución", que tal vez resulte más ambicioso, en cinco. "Derechos humanos" aparece una única vez, mientras que "recursos" y "financiamientos" están impresas dieciseis veces.
"Igualdad" que es -según un diccionario que tengo a mano- la condición o circunstancia de tener una misma naturaleza, cantidad, calidad, valor o forma, aparece dieciocho veces, pero "equidad", que significa cualidad que consiste en dar a cada uno lo que se merece en función de sus méritos o condiciones -mismo diccionario- sólo aparece nueve veces, la mitad de las veces que la igualdad se menciona, y algo similar ocurre con "objetivos" que aparece catorce veces mientras que "ideales" brilla por su ausencia, tal vez esto sea una condicion naturalmente caracterÃstica del lenguaje legislativo que lo distancia y distingue del lenguaje poético.
Sin ánimo de pretender que esto signifique algo en orden a la ley, me llama la atención que las palabras "crisis", "gobierno" y "tecnologÃa" se mencionen entre diez y veinte veces mientras que "memoria", "libertad" y "democrático" estén sólo en dos ocasiones cada una presentes en este texto.
En ocasión de una reunión de la Federación Internacional de Agrimensores se me ocurrió -mientras miraba las leves olas del Canal de la Mancha- felicitar a una colega Checa, rubia y levemente inquietante, por su presidente de entonces, Vaclav Havel, que es un refinado poeta.
PreferirÃa -me contestó ella- que el presidente fuera un contador.
Tal vez los caminos del poder y la polÃtica estén tejidos en un discurso donde siempre faltan "ilusiones", "luchas" o "ideales", y abundan "financiamiento" e "igualdad" asà entendida.
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