...lo que les pasa a quienes se hacen creyentes por curiosidad
Acto único.
Todo sucede dentro de un living comedor parecido a la ilustración de las dos primeras páginas de la Colección Robin Hood de lomo amarillo. Hay puertas cerradas, podrÃan ser usadas pero sin embargo permanecen asà por voluntad de los protagonistas. Es evidente que no desean irse de ahÃ. Jamás la situación evidenciará encierro. Por la ventana dÃa y noche son fragmentos de un colectivo temporal que los aglutina. (Esto deberÃa ir entre corchetes porqué es una digresión que se me acaba de ocurrir, inocua al resto del texto: Cuando haya poco talento y mucha inquietud, puede decirse que se pertenece a algún colectivo, los artistas contemporáneos lo saben de sobra). Las estrellas, ocasionalmente, serán nÃtidas y proverbiales, otras veces el sol iluminará al cuarto tan intensamente como pueda verse reflejado en una puesta teatral modesta.
Las tormentas sobre el parietal de los espectadores deberán descerrajar el fulgor de las centellas. La luna menguante, cuando acontezca, tendrá un poder tal que hasta la bravÃa de la marea del Titicaca se verá afectada. Fino polvo de plata hará las veces de niebla o neblina. Saturno, astro del ocaso, pasará tan cerca de la ventana que decapitará a las aves aposentadas en las ramas del árbol más próximo. Habrá de llover. Espesa será esa lluvia, que si no lo es mejor ni acontezca. Ahora les hablo a los directores: una lluvia sin sustancia estropeará la esencia de la escena. Entiéndanlo bien o renuncien a la puesta. Un recurso a usar, que ya ha demostrado su eficacia en "Singin'in the rain", es hacer que caiga agua mezclada con leche. Tal vez la de oveja sea mucho más concisa y pesada que la de vaca, hablo desde el remoto suponer. Y no se me culpe de descabellado ni raro ni perturbador. Si traigo un ejemplo tan Hollywood es porque pretendo que lo que acontezca sobre el cristal desmedidamente translúcido de la ventana sea cine casi puro.
A veces me perturba el sustento especÃfico de esa ventana en la trama. Cavilo, la cierro, la abro, la despojo de sus postigos. Si un objeto conceptual, surgido de un bosquejo escenográfico, cobra tanto vigor, de qué lado de la lÃnea debe pararse el autor? Hacer caso omiso al resto del hecho teatral y focalizar la potencia emergente? Redistribuir, en función de las tensiones, los conflictos y las alocuciones? Es probable que a veces sÃ. Pero ya he escrito los parlamentos, y mucho trabajo me han costado. En este caso, deliberadamente escojo ser todo lo explÃcito que la oralidad lo tolere. Obra hablaba. Intérpretes mediocres se aceptan, pero es menester que tengan buena dicción. No me molestarÃa para nada que una adaptación la transforme en obra para tÃteres. O en teatro de sombras, o en ópera rock.
Personajes
La madrastra de Tristán
Anacarsis el pollo
La madrastra de Tristán: --Solo, en una habitación helada, está muriendo Mortimer de la Garoye! Qué terrible para todos! El fin de una era llega con este deceso! Muere un prócer! En muy poco tiempo se le detendrá el corazón. No hay sufrimiento fÃsico en él en estos momentos, apenas una sensación de que el motivo pasa a ser la consecuencia.
Anacarsis el Pollo: --Azuzar al destino no trae ventura. El hambre te envileció. Una saliva carroñera corroe tu mandÃbula. Las llamas de la infamia, crepitantes en la combustión de tus cuerdas vocales, te abrazan. En este cuarto, desde hace más de tres dÃas, estamos solo vos y yo. Acaso la lÃnea recta entre cada ángulo del piso te proporcione datos en un idioma todavÃa no creado? De qué antena te ha dotado algún dios para obtener desde la nada información?
La madrastra de Tristán: --Está a punto de morir! El todavÃa no lo presiente. Lo sé! Al verbalizarlo siento idénticas proporciones de tristeza y certeza! El pinzamiento de mis vértebras, en código morse, se lo dicta al cerebro. El Profeta de la Dolencia determina cada palabra que nace del cerco de mis labios. Necesito que creas! Tu acto de fe será esencial en un futuro muy cercano. La figura de nuestro lÃder lo necesita. Entiendo que la manera en que todo esto se manifiesta es extraña. Ninguno de nosotros dos eligió, y sin embargo, al desamparo de una ventana sin vidrios, vemos las luces que se extienden en lo que se supone dura un dÃa. Una cadena de malos entendidos se sucederán a partir de la muerte de la Garoye y tal vez seas el único capaz de dar verdad a un asunto saturado de hipocresÃa.
Cécille, la amante despechada, tramando venganzas sangrientas, ciega de celos, sufre convencida que su esposa está ahora con él. Su esposa, masturbada por eunucos que el esposo ausente proporciona, lo cree en viaje de negocios. Su secretaria privada, sin dudar ni un segundo, afirmará que de la Garoye está en medio de una reunión con su secta secreta. La cabeza de la secta secreta colige que el ausente está confabulando con los rivales. Los rivales entienden que de una personalidad inquebrantable como la de la Garoye no hay que esperar traición a la causa que abraza. Y podrÃa seguir, si no se tornase confuso y repetitivo, nombrando equÃvocos en torno al paradero de un hombre que supo filtrarse por lo sólido y disolverse en el fuego.
ANACARSIS EL POLLO. -Debo colapsar frente a tu elocuencia? Torcer mi intelecto hasta una respuesta que jamás necesitó pregunta? Dejarán de pertenecerme mis más bajas creencias al aceptar como verdad las revelaciones de los pinzamientos de tus vértebras? Qué crees que darÃa por conocer dónde está ese hombre de quién sólo he oÃdo hablar? Poco realmente, poco es muchÃsimo para las chances que tenés En qué situación me colocarÃa la historia al saber cuál fue la última pared que le dio sostén a sus sombras? Un testigo iluminado ausente del escenario, un mecanismo providencial a la lumbre de lámparas de aceite. Una mancha de irrealidad.
De haber regido los destinos la ventana muy diferente hubiese sido la obra, algo parecido a esto rondarÃa por el final:
Anacarsis el Pollo: --Ponte de pie en la ventana y que el flujo del cosmos te sanee. En pocos momentos empezarás a recordar los tiempos en que perturbaste la infancia de tu hijastro Tristán. El coletazo de una pesadilla te tornará nube dentro de jaula de alambre. Lejos, tan pero tan pero tan, serás fugacidad violeta sin testigos que vislumbren. La verdad no nace del dolor sino de los pies del verso. La curiosidad mata al creyente...
Si la obra estuviese dirigida a los teens de hoy dÃa, he aquà el remate ideal:
La madrastra de Tristán: --Supéralo, Anacarsis!
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