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Sábado, 25 de octubre de 2014
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Dragoneos

Por Miriam Cairo
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Mi amiga dragona tiene el tic del silencio.

El tic del sexo desbrochado.

El tic de la Gaia.

El tic de la hierba.

El tic del sueño.

El tic de las danzas africanas.

El tic de la amapola.

El tic de la liebre de marzo.

El tic del tacatá, tacatá, tacatá.

El tic del universo.

Algunos creen que ella es uno de tantos artefactos femeninos que andan por la calle, que entran en el bar o que suben al colectivo. La confusión se debe a que es hábil para caminar sobre sus pies y correr detrás de su sombra, pero todos los supuestos se desmoronan cuando da rienda suelta al tic de la respiración, que trae consigo el tic de la existencia.

*

Mi amiga dragona tiene el hábito de habitarse como una rosa.

El hábito de morar recién nacida.

El hábito de conjugar verbos que muerden, arañan, humedecen, charolan, hincan y eyaculan.

El hábito de perderse en su genealogía china.

De ir cuando va y de venir cuando viene.

Pero también el hábito de venir cuando se va y de irse cuando viene.

Mi amiga dragona tiene el hábito de las constelaciones. Crea sus propias órbitas, sus anillos, su vía láctea, su estrella polar, el ínfimo asteroide donde descansa sus pies de peregrina.

*

Mi amiga dragona tiene el prurito del oráculo.

La tendencia a la profecía jamás cumplida.

El vicio de vaciarse en una noche ante los ojos que la miran.

El afán de difusas sensibilidades que se reproducen involuntariamente.

La manía de mirarse a contraluz y de conocerse a contrapelo.

El capricho de usar el sistema bancario cuando no lo entiende.

La voluntad de atender el teléfono cuando no suena.

El afán de creerse una criatura vegetal entre corderos y de sentirse enteramente lagrimal cuando alguien llora.

Más aún, con frecuencia se levanta temprano y sin metamorfosis. Entonces, es dragona en el cabal sentido de la palabra mujer que desespera donde todos ríen.

*

Mi amiga dragona dice que en el lugar del yo solemos tener una enorme confusión.

Que en la noción de patria solemos tener una enrome confusión.

Que en el terreno de la memoria tenemos grandes agujeros.

Que en los agujeros de la memoria tenemos una enrome confusión.

Que en el lugar de la certeza tenemos dudas razonables.

Que el resplandor es algo que vuelve sobre sí mismo.

Que el aparato fonador de las estrellas no pronuncia ciénagas fricativas.

Que durante el tiempo que sea bulbo de dragón no dirá jamás la palabra siempre dicha.

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