Aguda precisión para quitar al sol de las veredas. La construcción en auge nos dejó sin los rayos, sin encanto amarillo, se ha vuelto microscópica la luz y hace mutis a las siete en punto para dejarnos sin tardecita, sin la hora de frenar, la hora lenta e instantánea que otorga el verosÃmil anuncio de otro final para los dÃas.
Los nuevos edificios dan inaccesibilidad solar, nos iremos hacia alguna parte junto a las lagartijas que ya no dicen nada de tanto mesurar partÃculas de luz con cuentagotas.
Nos robaron la tarde y nadie dice nada, todo está autorizado por la SecretarÃa de obras públicas pero en la sutil municipalidad del dÃa hemos sido perjudicados por una noche eterna a favor de teorÃas y ladrillos.
Las empresas imponen sus razones rabiosas y del sol experimentamos huellas, edificios de veinte pisos lo almuerzan, lo vuelven una versión rarÃsima y viscosa que en nada se parece al que nace en la isla y existe separado de nosotros.
El solazo afanado ¿en qué comisarÃa se denuncia?. Llamo al 101 para decir que algunos albañiles lo taparon de casa, que un ingeniero recibido más dos o tres maestros (que se dicen mayores y de obra) lo sacaron del medio tal que los adoquines húmedos y yo esperamos en silencio un regreso, que lo larguen de este secuestro injusto.
Llamo, pero la señorita no me entiende, me dice que no sabe lo que digo, que aunque no lo veamos el sol siempre está. Que, en todo caso, mire bien.
Dicen que por Pichincha dentro de algunos años lo pondrán directamente en un museo, una foto, un cuadrito, para que los más chicos imaginen un domingo a la tarde, un verano, una mañana. Y que la vereda impar de Oroño pronto a va a vestirle luto a cada cordón porque se esconde y ya no se ve dónde, porque ni pueden hacerse los poemas por este abuso de tejas y carpinterÃas metálicas. Y la luna queda porque en las islas no puede avanzar el cemento por ahora.
No se ve. No está. Se fugó. Lo chorearon, vino la noche de la soja, tenerlo es solo un sueño.
¿Con quién habrá que hablar? ¿se podrá hacer un petitorio? ¿porqué no nos organizamos en una O.N.G.: "Oscurecidos sin comerla ni beberla"?.
Que el sol era de todos, que habÃa breves fragmentos para cada quien, que era gratis, etc. Ya lo sabÃamos, lo que fue inesperado es esta invierno eterno en las calles rosarinas, cómo vamos perdiéndolo y ganando palidez medieval.
Ayer buscaba el sol en todas partes y apareció un albañil de discurso exasperante, un arquitecto, un constructor, un inspector de azul hacÃa alegatos. Ayer busqué el sol hasta debajo de la cama.
Y me encontré tan sola y boba. Y gris.
Si se va, se va la joya; una urgencia delicada viene con esta noche.
Sin embargo seguimos pagando cuentas, tapando heridas y consultando cositas por internet.
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