* A veces el delantero letal suele errar estos penales ante un arquerito novato, la hinchada generosa a favor y el empate en ciernes. El que cuida el arco mira antes del ajusticiamiento a los ojos del número nueve famoso y siente que le esquiva la mirada. "Esta es una de las veces", asegura antes de arrojarse a una punta y ver que la pelota va a la otra, pero lejos, y que el retumbar que ha sentido en el aire antes de caer al piso, no es la pelota chocando contra el chapón del costado sino el raspar en las mallas de la red y luego el estruendo del gol. "Otra vez será", lo consuela el crack sin malicia. Pero él le pega un cabezazo en la frente.
* Parecen cartulinas grises emplumadas eso que vemos en el pavimento, pero son algunas palomas aplastadas por la irregularidad asesina de ciertos automóviles. Es que hay veces que ellas, tantean, conjeturan mal y le erran el cálculo para caer abatidas. Porque ocurre que siempre en el momento justo de arrollarlas, ellas levantan vuelo. "Se hacen las cancheras a veces", dice su amigo con indiferencia. "Y asà les va".
* El es muy feo, tiene los dientes chuecos y luce desprolijo. No obstante suele estar acompañado de señoritas aceptablemente hermosas. Se descubrió el enigma cuando supieron que trabajaba de fotógrafo de modelos. "Claro -explicaba uno llevando alivio a la mesa de envidiosos todo el dÃa con minas lindas y con el correr del tiempo y la familiaridad, alguna cae. Como son todas casi perfectas, de ahà la diferencia que vemos nosotros, desde acá". "Puede ser, no es mala teorÃa", elucubra otro mordiéndose los labios.
* Los pibes son chorros y andan "puestos" por ende suelen tirar al bulto, pero ante la evidencia de otro ser humano que les llama la atención, que les produce un destello de piedad, de conocimiento secular, de haber pertenecido a antiguas manadas comunes, suelen mirarlos a los ojos y sencillamente les perdonan la vida sin saber bien el porque. A veces ocurre.
* El tipo que escribe horóscopos para el diario levanta los pronósticos de otros sitios o bien pone cualquier cosa. Pero hay veces que siente el fraude muy hondo, recurre a libros, se interesa por ciertos signos y traza lÃneas emotivas, cargadas de honestidad y buena disposición. Le sucede cuando le aumentan el sueldo o anda enamorado. Ambas cosas ocurren no muy a menudo.
* Le ha pasado en su larga carrera docente que una alumna jovencita lo interrumpe con alguna excusa en una escalera, en el café, en los pasillos. El pone distancia y oye la consulta sin atreverse a mirarla a pleno. Evita mezclar las aguas. Pero aquella vez lo hizo y concluyeron enredados en la cama de la jovencita. "Creo que a veces uno deberÃa poner lÃmites", se acuerda él de decir. Ella lo mira desde su desnudez y lo hace callar. "A veces usted es muy idiota".
* Están desmontando en forma ilegal pero con el visto bueno de un juez. Van leguas adentro, cegando, tumbando la arboleda y haciendo arder los bordes. El capataz Ceferino MorrÃñigo, hachero de profesión, distingue el nido provisorio de una tigra y sus dos crÃas bebés. Entonces, cambia el rumbo de los tractores deliberadamente hasta el otro dÃa, hasta una semana de ser preciso, para darle tiempo a la mamá reciente que se aleje con sus tesoros. Y que tal vez, pueda cruzar el riacho.
* A veces la guerra permite licencias del alma. En plena batalla el soldado Ruiz Acevedo de las fuerzas realistas, corajudo y con sobradas muestras de valor, empieza a darse cuenta de golpe que está realizando una matanza, una irrespetuosidad a esta gente y a la tierra, donde son intrusos. Ese instante, esa vacilación poética lo distrae y cae atravesado por un lanzazo criollo. Sus últimas palabras mientras rodaba fueron: "!Que lástima, que pena!".
* A veces el cura se sincera y habla de las cadenas de la religión; a veces la tostada cae del lado opuesto a la de la mermelada; a veces el taxista corrige el vuelto y nos da los veinte que faltan; a veces un abogado abandona sus honorarios por una causa justa; a veces el beso se corta porque quien lo da lo considera poco sincero; a veces llueve cuando hace falta y otras veces sale el sol radiante; a veces las maestras estudian el programa y lo van corrigiendo a favor en silencio, por sus propias cuentas, a veces la policÃa vigila y advierte y disuade, a veces las hinchadas solo alientan sin crÃmenes, a veces a los que escribimos nos sale redondo, redondo lo que quisimos anotar. A veces. A veces. Solo a veces.
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