*--Si un presidente llegara a arquero su mejor papel serÃa el de cortar los centros peligrosos, atajar penales e ir por el cabezazo salvador en el área rival. Pero la mayorÃa se queda pegado a la raya y solo oye a la tribuna --comenta el tipo en el bar. Su amigo mirando hacia afuera responde: --El mejor arquero es el que no tiene protagonismo porque la defensa es buena. Y lo protege. Ese habrá de ser el mejor presidente también.
*"¡Tiene problemas para cortar los centros el arquero, fundamentalmente en los partidos nocturnos!", declama el locutor. Entonces el comentarista, aburrido con el encuentro prepara el chiste. "Es que le hizo una promesa a la esposa". "¿Que promesa?", interrumpe el primero mientras el match está siendo inmerecido de ser narrado. "Le juró no salir más de noche", remata el otro.
*El arquero es el vigÃa, la defensa última, la reserva de coraje. Una mamá protectora que nos habrá de esperar a la vuelta del cole o cuando salimos de correrÃa por áreas rivales. A veces se angustia por nosotros y sale desesperadamente de su casa a buscarnos. Sobrevienen catástrofes pues se le meten las ladrones y festejan la fortaleza vulnerada. Entonces sufrimos por ella, que es también el sufrir por nosotros. Siempre está sola en su lÃmite, en su vereda, siempre estará sola y de vez en cuando la acompañamos, pero siempre ineludiblemente la dejamos para que se arregle. Siempre confiamos en que podrá contra el adversario. Pobrecita mamá arquero.
*Los nubios, guerreros de un reinado cercano a Egipto, eran famosos por su destreza con los arcos, siendo conocidos por su habilidad de acertar en el ojo del contrincante durante las batallas. Hay guardametas que aciertan también con eficacia.
El arquero de Boca, Orión, sale a cortar un avance del delantero Bueno con las dos piernas hacia adelante, acertando con precisión en la coyuntura de dos huesos y produciendo quebradura de tibia y peroné. Lo expulsan. Cuando va a la AFA a realizar su descargo, la prensa lo está esperando."Hice lo que tenÃa que hacer", dice inmutable. Claro que su oración esta destinada a la obligación de presentarse allÃ, pero no deja uno de recordar las declaraciones de secuestradores o torturadores cuando son enjuiciados. Da miedo, el fútbol da tanto miedo como la guerra.
*El querÃa morir, morirse de asco por la vida adolescente en donde estaba entrando y que lo angustiaba hasta la entrañas. Una tarde se paró a mirar un partido en un barrio de maleantes. Se ofreció de arquero. El área estaba sembrada de piedras y vidrios y como poco le importaba la vida atajó pelotas increÃbles, recibió golpes en los centros y un cabezazo que resulto en revuelta. El ni participó, pelota en mano, sangrando estoicamente por la frente. Los compinches circunstanciales lo miraban con admiración. Y siguió jugando en toda una temporada donde campeonaron. El era el kamikaze suicida de los tres palos.Y lo que era indolencia fue confundida con valentÃa. Lo alzaron en andas cuando atajó el penal consagratorio. Allà en la altura entendió que su Mal habÃa terminado y estaba en la Tierra de los Vivos de nuevo. Lloró largamente de agradecimiento y se fue rengueando para nunca más regresar. Aún lo recuerdan aquellos malandras de calle Brown como a un héroe surgido de la nada.
*En el idioma de la calle llámase "arquero" a todo aquel caballero arcaico que protege la virtud de una dama, evitando el encuentro gentil con otro hombre. Una función que suelen cumplir ciertos amigos de la fémina, algunos hermanos y parientes. Su posición expectante es abrumadora. Aún no se sabe si es referida a la acción del arquero de guerra que debe defender el castillo impenetrable o el golero sus tres palos. Como sea es una actitud deleznable.
*El arquero titular de Blooming, uno de los clubes más populares de Santa Cruz, Bolivia, decidió salir a manejar un taxi para subsistir ante el retraso de tres meses en el pago de su salario. "Todos tenemos que comer, hay que buscar maneras. No queda otra: ¡a tachear (conducir taxi), se dijo!", declaró Marco Daniel Vaca, un prometedor portero boliviano de 23 años. Cada vez que baja la banderita mira por reflejo hacia los costados buscando al linesman.
*El arquerito aquel era valiente e intuitivo pero gordo. Su agilidad de vaca fuera de diseño lo ponÃa en estado de gracia, porque sacaba todo lo que le tiraban, dando rebotes o atrapando; le era igual, la cuestión es que la pelota no entrara, suficiente para bancarse la parada y ser titular. Ocurrió que una mañana de otoño fueron al country a jugar un amistoso con los chicos de allá, hijos de dueños de las industria, caballeros pulcros de culos sucios, remotamente europeos, frÃamente enriquecidos. Nadie supo como lo hizo pero entró a una cocina de alguna de las casas majestuosas y se engullió lo que habÃa a su paso. Luego del desliz, fue a su puesto. No se podÃa mover: jamas habÃa devorado tantos platos fabulosos, en su casa tipo rancho aquello jamas entrarÃa. Lo que sà entraron fueron los siete goles que el metieron. Una pena, porque aquel retrato tristón contemplaba a un gordo caÃdo, inútil y parecÃa confirmar la regla del obeso torpe. ¿A quien le iba a demostrar que aquello fue solo un mal dÃa producto del ensañamiento con lo robado en las bodegas de los millonarios? Volvió a pie muerto de vergüenza y con dolor de panza.
*Sucedió en tiempos que el mencionado arquero de un club importante estaba en letanÃas amorosas, ya que se habÃa enterado que su mujer le era infiel. En un enriedo, el delantero enemigo le dijo al pasar: "Dale, pedazo de cornudo". A lo que el número 1 reaccionó dándole una trompada. Penal y expulsión. Lo sacaron entre todos. Luego en el vestuario, el numero nueve, un pibito debutante, se enteró que aquello que habÃa proferido era cierto y se agarró la cabeza. Intentó pedirle disculpas pero fue peor. Más aun cuando le preguntaron el porque de la reacción del arquero, el pibe, inexperto y con candidez respondió: "Yo no sabÃa lo que le estaba pasando". El resto de la historia la terminaron de armar los periodistas, implacables, quienes conocÃan el asunto.
*El arquero frente al penal nada tiene que perder. Lleva las de ganar y no al revés. Es el ejecutante el que debe estar nervioso. Eso lo sabÃa bien aquel guardametas: se acercaba al pateador, le hablaba de su novia, del sueldo bajo, de ciertos temores y de amenazas de la barra hacia él si erraba. Sabido de aquellas mañas, vieron al que estaba por patear recibir todas aquellas trampas verbales con indiferencia e incluso con sonrisas. Luego del gol, lo abrazaron y le preguntaron como habÃa aguantado tanto palabrerÃo. "¿Que?", les replicó. Y se extrajo de los oÃdos unos tapones que usan los buzos en las profundidades.
*"Tenemos un arquero que es una maravilla, ataja los penales, sentado en una silla", cantaban los pibes de la esquina. El viejo que conocÃa todas las canchas se sonreÃa: el habÃa sido arquero y supo del piso como de cemento de algunas áreas, de los postes con filo y los botines afilados ex profeso de algunos delanteros. Supo de quebraduras y golpes en la cabeza. Supo que no habÃa droga para el dolor ni para el olvido, supo que lo habÃan dejado allà en esa casita de techos de chapa por no querer dejarse ganar aquella tarde. Supo y recordó tantas cosas ante el canto de la murga que los llamó y les mostró una tapa del Gráfico donde estaba el retratado volando alto, sacando una pelota sucia y malversada hacia afuera, hacia la libertad y el poder dormir en paz, pobre y en paz como todo arquero bien nacido.
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