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Domingo, 15 de noviembre de 2015
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23N

Por Javier Chiabrando
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El 23N nace un país nuevo. Nueva grieta. Nuevas y viejas crispaciones. Argentina volverá a ser el paraíso de los psicoanalistas y se habla de la creación de la carrera "Sicofacultativo especializado en argentinos agrietados". Yo ya pedí turno. Por las dudas pedí a uno al que se le puede pagar en doce cuotas kirchneristas y a otro que cobra con bonos del Club del Trueque y acepta los viejos con la cara De La Rúa.

Va a ser un país duro pero entretenido. Como en Los Campanelli, que antes de la comida peleaban por tonterías que luego se olvidaban en la mesa. La familia es la familia. La Argentina es la Argentina. Así que, unidos en la desgracia y en la felicidad (la mitad con cara de desgracia y la otra con cara de felicidad), nos sentaremos a la mesa cada día a vivir la gloria de ser argentinos. Poco importa que luego nos tiremos los tallarines por la cabeza o envenenemos el flan, es la mesa en la que debemos estar, es la nuestra, es la mesa de la que no nos podemos ir. Es nuestro destino.

Si gana el neoperonismo viviremos una prolongación de lo actual. Un país desendeudado, protección del trabajo y la producción local, las internillas de los muchachos y esa tendencia a traicionar con excesiva frecuencia. Si gana el PRO entramos en zona de misterio. Sabemos lo que dicen sus operadores. Pero no si van a ser capaces de lograrlo porque al primer ajuste se les va a paralizar el país. El trabajador paladar negro que generó el kirchnerismo, que no temía perder su trabajo, saldrá a la calle a la primera jugarreta neoliberal. Me puedo equivocar. Pero puedo tener razón.

Si gana Macri tendrá el apoyo de gente poderosa. Pero a veces no basta. Sino el Turco que lo Reparió no se habría ido al descenso y los gobiernos europeos nadarían en intención de votos. Y ambas cosas cayeron por el peso de sus propias burradas. El pueblo puede ser tonto un día (y justo el día que vota) pero no todos los días. Hay argentinos que votan por la apertura del cepo pero si el dólar sube excesivamente son capaces de voltear al gobierno que votaron ayer nomás, como sucedió con el Gran Dormilón.

Los que votan a Daniel son mayormente k-peronistas, y lo seguirán siendo. Los que votan a Mauricio son indignados, radicales confundidos, confundidos no radicales y antiperonistas, runfla que se puede ir detrás del primer globo de otro color. Por eso nadie habla bien de Macri, de su capacidad de gestión, de sus dotes de estadista, de su oratoria. No les importa, les importa sus intereses inmediatos. La movilización del campo desaparecerá el mismo día en que le bajen las retenciones y la devaluación revalúe la soja estoqueada. Después no vas a ver un chacarero haciendo política ni en Billiken. Mis derechos terminan donde me los dieron, ¿entendiste? ¿O se piensan que van a seguir pidiendo por los derechos de los Qom?

El 23N la grieta se ensancha, como en las películas de terremotos. Saltar no va a ser suficiente. Habrá que aprender a volar, cosa que los argentinos podríamos lograr con ajustes en nuestra idiosincrasia y retoques en el ADN. Porque si gana Daniel, la argentina resentida primero dirá fraude y después saldrá a darle un empujón más al gobierno nuevo, como en Brasil, con toda la bronca de haber construido algo alimentado a puro odio que no bastó para hacer la única justicia en la que creen, la que les da la razón.

Y si gana Macri comenzará lo que se podría llamar devolución de gentilezas. Antes a los gobiernos nuevos se les daba unos meses de gracia, digamos cien días. Pero como este nuevo gobierno representa a la gente que culpó a CFK de haber matado a Nisman, esa tregua de caballero va a durar un día, un domingo, y el lunes agarrate Catalina. Así va a ser, y así debe ser. No hay otra cuando se juega sucio. Se juega sucio, te juegan sucio. Eso lo sabe cualquiera. Si me acusás injustamente de corrupto, o de cosas peores, cuando vengas a pedir paz y amor te voy a servir el café con una escupida con forma de emoticón. Como mínimo.

Hablemos de Poder. No hay poder invencible. Siempre hay otro poder, escondido, por manifestarse, que puede vencer al de turno. La mayoría de las veces el poder económico vence al político. Pero a veces sucede al revés, y así se escriben las páginas de los cambios sociales. El poder de turno es vencido por el pueblo que sale a la calle, por las revoluciones sociales y las novedades políticas. Es como en X-Men. Por muy poderosa que sea la mutación, siempre hay alguien inmune a ese poder. A las garras de acero las vence el que se hace de humo. Al humo lo vencen el viento y al viento lo encierran en una caja de vidrio. Así hasta terminar en Dios. Pero Dios también tiene un poder que lo supera: el ateísmo. Para aquel que no cree, Dios es un cuento para chicos. Y así se vuelve a empezar.

Acá hay dos poderes en pugna, que representan dos modelos distintos. Eso está claro. El que no lo entendió será una víctima o un beneficiario ignorante. El que vota en blanco, también. Y si alguien usa su poder contra otro, lo que hace es habilitarlo al otro a defenderse, o sea a usar ese poder que tiene, o tendrá, para vencer al poder que lo martirizó. Por ejemplo, si un grandote de cien kilos te agarra a las piñas abusando su fuerza, estás autorizado a usar el poder de agarrar un tenedor y clavárselo en el ojo. El uso indiscriminado del poder del primero avaló el uso del poder del segundo. Hay límites, claro, pero acá hace rato que esos límites se pasaron.

En caso de ganar Macri, el poder saliente, el pueblo herido, va a salir en búsqueda de reparaciones. Es simplemente devolverle todas las trastadas al poder que mintió y basureó este proyecto político, y con él a millones de personas. No hace falta que hable de bóvedas inexistentes, las cien tapas de Noticias, y de lo que ya sabemos. Me basta con la acusación de que al copetinero de Nisman lo mató la mismísima presidenta. Idea detrás de la que se movilizaron miles de argentinos, entre ellos bienpensantes, distraídos, asustadizos, gente que odia con excesiva facilidad, represores y nazis. ¿Alguien es tan inocente como para pensar que de eso se puede volver? ¿Alguien cree que después de eso hay un regreso posible al país que se sentaba en la vereda a saludar al vecino?

El tema de la movilidad social también estará en la agenda. Esta última década se movilizó la clase media, que no mostraba esa furia desde que le fumaron la plata con el corralito. En caso de que gane Macri y toque algún derecho adquirido, los que se van a movilizar son los neoperonistas. Gente de avería, si las hay, que además tiene ganas de cobrarse las afrentas. Que son muchas y duras de tragar. Ya no se trata de escupir el café, se trata del poder de una docena de gobernadores, los sindicalistas que no traicionen, un congreso con la primera minoría, y la militancia, que no compra espejitos de colores ni quiere globos como soluciones.

Para los ingenuos que piensan que el 23N nace una argentina de amor y paz, recuerden que aquellos que pretenden gobernar el país son los mismos que acusaron a la Presidenta de la Nación de matar a un Fiscal de la Nación (perdón, estoy monotemático). Y aquel que ha sufrido el embate del poder mediático y económico se va a sentir absolutamente autorizado a usar el poder que tiene para devolver gentilezas. Y creo que tiene razón. Ese poder será a medias político, capacidad de movilización, inserción social, pero existe, y tiene una alta capacidad de hacer daño, de devolver el daño que le hicieron. Y así debe ser, es una ley de la vida. La ley del Talión. Me la hiciste, te la hago.

Salga pato o gallareta, el 23N nace otro país. Más crispado. No tengo argumentos ni inteligencia para desarticularlo (ni me interesa). Es el resultado del abuso de poder sobre un sector de la población, que no dudará en usar su propio poder para cobrarse el desaire. La política de caballeros desapareció el día en que, sin sentido, sin pruebas, sin lógica, un sector de la población, indignada por el pan con excesiva miga de precios cuidados, acusó a la mismísima Presidenta de la Nación de haber matado al corrupto de Nisman (otra vez, no puedo evitarlo).

Para resumir. Si gana Daniel se viene la época del aguante. Aguante más mentiras, más basurero mediático, más mierda. Para resistir eso se necesita una etapa de compromiso superior a la que ya hubo, de ser posible. Más movilización, más participación sectorial, más notas de Chiabrando. Y menos críticas al voleo, al estilo de las de 678 cuando verdugueaban al que terminó siendo su candidato, o los votos desgarrados de los muchachos de Carta Abierta. Las críticas hacia adentro, por inbox, por favor, muchachos. Para no darle letra al contrincante, ¿vio? ¿Es tan difícil de entender?

Si gana Macri, se viene la época jodete. Jodete trabajador que perdió su trabajo por escupir al cielo. Jodete jubilado al que le recortaron sus ingresos. Jodete, jodete. Jodete si el dólar se va por las nubes. Jodete si tu área de investigación se quedó sin recursos. Jodete si los ricos la levantan con pala y a vos te toca el hueso del pollo.

Pero no importa el valor del dólar. Esas cosas van y vienen. No importa la cantidad de miga que tiene el pan. Siempre se puede tostar. No importa la inflación. Para nosotros eso es vivir a la Argentina. Importa el momento en que hubo gente con poder que se atribuyó el derecho a pisarle la cabeza a medio país, simplemente porque iban en contra de sus negocios. El 23N nace un nuevo país, y hay que prepararse para estar a su altura. Al que no le gusta, el de estómago delicado, siempre puede emigrar a lavar copas al primer mundo.

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