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Sábado, 6 de febrero de 2016
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Un hombre contento

Por Gloria Lenardón
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Apareció en la televisión con esa corbata, ese saco, esos anteojos, y el color funcionó como excitación de la fantasía, como un factor potenciado para provocar ciertos efectos. Ya no más para las apariciones públicas trajes grises, camisas en el mismo tono, materia gris para combinar, eso era el pasado. Ahora la dedicación a la estridencia del color y sus estímulos: rojo flor de ceibo en la pared del fondo para su nuevo estudio de televisión; un azul electrizante para su saco a cuadros, gran protagonista. De un azul de campanillas, más suave que el rojo del estudio, sus anteojos. Primeros planos para la mirada, tenía que ocupar toda la pantalla, sus ojos debían abrirse como dos capullos para abrir los ojos a los demás.

Nunca estuvo tan seguro de sí mismo desgranando calamidades en la noticia, era empezar con las advertencias y tener para agregar siempre algo que alertara más. El primer paso: la declaración en televisión, para las pruebas habría tiempo, no por corroborarlas debía perderse la anticipación, el adelanto lo ponía de buen humor, en cualquier momento se abrirían agujeros negros que enterrarían como a bulbos las piernas hasta las rodillas, y la noticia correría por su cuenta; a ese tipo de anuncios le gustaba dedicarle sus pensamientos.

"¿Se entendió lo que les dije?", repetía, temiendo que no siguieran su velocidad, su penetración, moviendo con desenvoltura su capa roja. Un héroe de la escena la alimenta con su lanzallamas, su fuego en expansión lo reconcentraba; después aceptaba los aplausos con una inclinación. Prendida la mecha, con las chispas zumbando, el aire se recalentaba, cualquier consecuencia aunque quemara al impactar lo hacía vibrar, tragaba el humo del cigarrillo para devolverlo en una sola exhalación, los números se desataban en su cabeza, sumar era exultante, ¡más rating que el fútbol!

La miró a través de la cámara, separó los labios y los dientes brillaron como una margarita en la pantalla: "Yo había dicho que si usted escuchara sería posible transcurrir estos dos años de transición en paz, sino iba a ser un caos". "Usted nos dice a los periodistas cómo titular, qué decir, de qué hablar. ¿Por qué no se lo dice a los periodistas propios? Ustedes compraron periodistas como nunca en la historia argentina". Dio unos pasos sobre la alfombra felpuda del canal, la luz del foco lo coronó con un brillo de estrella, se paró en el centro: "¿Me escuchó? Baje del helicóptero y salga a la calle. Son dos años. Es bastante para laburar. Eso quería decirle cuando dije que escuchara, ¿me escuchó?, si tengo que empezar todo de vuelta para que me escuche, entonces empiezo todo mi razonamiento de vuelta a ver si me escucha, porque tengo que decirle que usted es una soberbia, ¡ que se trata ni más ni menos que de su soberbia!

Apenas pasado, un pasado que todavía lo conmueve ver completo.

2016: Miami.

Lejos de los DNU, de los efectos de los DNU que aquí se disparan para hacer agujeros en los blancos, lejos pero sin embargo cerca, avivando el mismo aire que aleja voces como la de Víctor Hugo Morales después de treinta años de estar presente, y la de la luchadora social Milagro Sala en Jujuy, hundiendo en el 49 por ciento que resiste su espada luminosa, Miami. Nuevo pulmón, una ciudad norteamericana para pensar proyectos muy importantes que le dan tanta alegría, ideal para comprar otra colección completa de camisas de colores, muy a su gusto.

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