Usted no puede gastar gas, ni luz, ni agua.
El no puede gastar gas, ni luz, ni agua.
Ellas y ellos no pueden gastar gas, ni luz, ni agua.
Si no podemos gastar ni gas, ni luz, ni agua, hay que doblar la cabeza y mirar hacia atr谩s para revisar el pasado; al calor de la rememoraci贸n resulta que abrir una canilla, prender un mechero, o encender una lamparita, fueron gestos comunes, por completo corrientes en la vida de todos los d铆as.
El desenvolvimiento normal y b谩sico de una vivienda, su luz, gas y agua, fue en el pasado inmediato un derecho de todos y no una d谩diva otorgada. El respeto al derecho, la pretensi贸n de que a nadie le falte lo esencial vuelve inaceptable este presente de restricciones y culpas por supuestos excesos; y sucede cada vez que se usa agua, fuego o luz, porque el costo de sus servicios es demoledor. El que llega en las facturas hace a帽icos el bolsillo, a la par que retrocedemos en el plano de los derechos adquiridos.
Encender el fuego. Empez贸 con el m谩s avispado de los que se irguieron primero, el Homo erectus, hombre erguido que supo arrancarle a una pila de ramas mal armada la llama milagrosa. El fuego cuyo valor lo deslumbr贸 le hizo dar el paso m谩s grande de su historia. Gracias al fuego el Homo tuvo calor, luz en la oscuridad, una alimentaci贸n que mejor贸 con la cocci贸n y permiti贸 a su organismo una absorci贸n que le dio masa muscular, as铆 se aventur贸 con m谩s posibilidades por el mundo, ese mundo que ahora se extend铆a indefinidamente.
Pero de la historia del fuego saltan chispas en muchas direcciones. El fuego de Prometeo; el mito dice que trepado al monte Olimpo Prometeo le arranc贸 el fuego a Zeus con un 煤nico prop贸sito: devolverlo a los hombres. Indignado con Zeus que hab铆a privado a los hombres del fuego, Prometeo se lo roba para reparar la falta determinante para su progreso. Por esa acci贸n temeraria en beneficio de los hombres enfrenta castigos horribles. Atado a una roca el 谩guila que lo atormenta, lo atacar谩 una y otra vez, infinitamente, ya que Prometeo es inmortal; la agresi贸n dura hasta que vienen en su socorro y dan muerte al 谩guila. Con Prometeo libre, Zeus quema su furia contra el benefactor de los hombres en la oscuridad de su morada.
Sin un Prometeo cerca, hay quienes quieren arrebatarnos de nuevo el fuego. Desde el fondo de los tiempos el fuego permanece pr贸digo; darle vida, aplacarlo, sofocarlo, hacerlo revivir, es una responsabilidad diaria, y fue as铆 hasta que lleg贸 la factura de su servicio en este invierno del 2016, una factura que obliga a resignar siglos de historia, y abstenerse, decir no al fuego. Cuando el fr铆o no deja vivir, la propuesta es que en vez de fuego: frazada, o cualquier cosa que cubra.
La llama azul del mechero, primer ingrediente determinante para hacer una comida, despu茅s vendr谩 la mezcla, a fuego lento o arrebatado, del resto de los ingredientes con que se cuenta. El fuego delicado, el fuego azul y silencioso del mechero que transforma lo crudo en cocido, en comida que se llevar谩 a la mesa, mientras se sufre el hambre ansioso del primer bocado, la urgencia de llevar los primeros bocados a la boca. 隆Me muero de hambre!, es una de las frases que expresan la vuelta a casa despu茅s del trabajo.
Con fuego, al calor de la decisi贸n tomada, crepitan las marchas. Para que el fuego est茅 presente y su presencia no peligre, la gente sali贸 a la calle, al ruidazo, sali贸 a reclamar. Y reclam贸 no solo porque ya no puede pagar el fuego donde pone la cacerola sino que tampoco le queda resto para poner algo en la cacerola.
A enorme distancia de los reclamos, los dioses del limbo se ocupan de los negocios del oro negro y sus adyacencias: "Por el gas entregado al sistema de transporte (boca de pozo) las gas铆feras pasar谩n de facturar de menos de 4 mil a 7 mil millones de d贸lares anuales. Si se toma como referencia el costo de producci贸n de YPF, reciben casi 5 d贸lares por la unidad que les cuesta 1,9 producir... El tarifazo del gas empez贸 con una transferencia a las gas铆feras por alrededor de 3 mil millones de d贸lares anuales".
Que el ruidazo del reclamo tenga peso, el fuego es para los humanos; es un reclamo que no va a tirarse al fuego.
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