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Viernes, 6 de abril de 2007
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Santo

Por Beatriz G. Suárez
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No es una imagen pequeñoburguesa donde arrodillarse y purgar culpa tras culpa. Ni una religión que pretenda inventar lenguajes nuevos.

No son retornos de muertes antiguas que parecen reguladas por la modernidad viendo como anillo al dedo de algunos comerciantes. Que venden hoy estampitas mañana a la mañana matafuegos.

No es uno que apareció llorando de tul blanco y se elevó a los cielos sumiendo estereotipos y velorios, poniendo a la cultura en el complejo problema de volverse aburrida.

No.

Es un barrendero morocho e importante que agarra calle Dorrego de punta a punta y a las nueve te la tiene más limpia que una novia la primera noche. Es el maestro que con la cabeza baleada le da a Neuquén la oportunidad de ser algo más que una moda de la semana santa.

Es el tipo que, inundado, igual va; el que no come pero sistematiza un día para catalizar trabajo y volver al ruedo alguna vez. Es la estructura de un Irán demolido, desorientado, con verdades finísimas.

Son quienes diseñaron la Plaza cívica, el jardín de los niños, la canilla en el Monumento o el que cortó Fray Bentos para poder respirar.

No está vestido de largo con bucles mirando al infinito; está entre nosotros, en Alpa Corral, en Rosario, Pergamino, Junín, es de clase común y sentido común. Estudia, crece, se pregunta. Llora.

Revoluciona la calle al andarla y al andar se hace camino y al volver la vista atrás se quiere matar y no se mata porque existe el poema y el canto del gallo. Etcétera.

No es de yeso. Menos de bronce. No aparece después de una campana ni tiene excusas para dar el gran paso, ni se resiste, ni mata.

Es habitual y no rechaza la belleza. (Ni la calentura). Ni tiene revelaciones.

Es alguien con olor a fruta, a carnicería, a caricia frustrada, naturalidad, memoria.

No vive en templos. Vive en la barranca y se cae una noche de lluvia, entre las gotas escurre la pobreza, vuela a diluirse en Paraná.

No es intocable o venerable o novelesco. No.

Es estructuralmente actual. Hoy. Viernes santo.

Es viernes y es, además, santo. Tiene parásitos y simpatía, un germen lo reivindica cada noche y dice, humanizado, una lección difícil.

No: ha vivido; vive.

Fue a Malvinas. Al Beagle, Al banco en diciembre 2001. A la Escuela de mecánica en el 76. A mi casa cuando me enamoré. Al obelisco si ganó Boca. Al almanaque un quince del tres. Dos por cuatro. Raíz cúbica de la tristeza.

No está detrás de bancos donados a beneficencia de. No tiene olor profundo ni a Detê.

Comete errores sin maneras ni estilos.

Está acá, entre nos.

Hay que verlo.

Con mucha pero muchísima fe.

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