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Viernes, 11 de noviembre de 2005
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Bésame mucho

Por Miriam Cairo
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a) Quisiera que cada vez que me arranques el corazón no lo idolatres y te animes a comerlo sin temor, porque para eso ha nacido mi durazno jugoso.

b) (Te hablo en voz baja para que yo también pueda escucharme: la realidad sabe poco de la vida, pero existe.)

c) Lamento decirte que ninguna de mis culonas viajará a Londres este verano; que los días llegan con muchas semanas de atraso y que a mis saludos les está costando ser cordiales. Puede que algo de todo esto no sea cierto, pero no te apures a descreer. Apresurarse es tan inconveniente como salir de mis mosaicos sin sombrero.

d) La poesía ¿se parece siempre a la poesía?

e) Los catorce besos que me pediste fueron confeccionados rápidamente y entregados al impresor. Por fin las cosas marchan desordenadamente. Voy a enviarte un ejemplar especial con las catorce poses de los labios, encuadernado en vitela rosada, salvo que lo prefieras en papel de arroz o en las láminas translúcidas del insomnio. Espero que esta vez, los

besos, te alcancen. Te sugiero que los hagas durar, como al libro de Cheever que tardaste tanto en devolverme.

f) No tiene caso que cerremos los ojos para no ver más nuestra imaginación.

g) Vos dejáte caer sobre mi cuerpo con los ruidos descalabrados del corazón, con los pelos en la mano, con los pies abiertos y el alma estrujada. Abríte en dos mitades sobre mí. Sé, en toda su dimensión, tu

peor desmoronamiento.

h) Después de estar toda una noche bajo la influencia de tu tacto, veo la llanura tan inquieta, la noche tan brillante, que pongo en duda todo lo que no creí saber del universo.

i) Sigamos explicando esto: cuando digo ella, soy yo. Cuando digo él, sos vos y también soy yo. Cuando digo ellos, somos nosotros o sos vos y otros. Cuando digo nosotros no son ellos, ni vos, ni yo. Pero no te confíes porque tampoco esto es siempre así.

j) Hay que tener mucho cuidado al imprimir besos. Por eso me mudé a Londres. Me recomendaron un especialista y asistí a su estudio para poner, personalmente, mis besos en la posición deseada y darlos vuelta cuando fuera necesario. Me comprometí a no pensar en otra cosa sino en mi propio libro. Página uno, beso de labios. Página dos, beso de espalda desnuda y brazos extendidos. Página tres, beso de piernas abiertas. Página cuatro, beso de libros abiertos. Página cinco, beso de cinco patas. Página seis, beso de pájaro en posición de nido. Página siete, beso de lengua estrangulada. Página ocho, beso de ojos abiertos. Página nueve, beso de muselina. Página diez, beso de joven virgen en manos de un borracho. Página once, beso de respiración. Página doce, beso en el cuello hasta que desaparece el cuello. Página trece, beso en herradura. Página catorce, beso de sexo molido.

k) Sé que es erróneo hablar de transmigraciones y de reencarnación. Te conozco porque te he creado.

l) Para que yo te niegue ¿cuento con tu complicidad?

m) Pienso en el hombre que encontraba cavidades en todo el cuerpo y se dejaba. Encontraba pelos en todo miedo y se dejaba. Encontraba gajos pelados en toda la boca y se dejaba.

n) Todo lo que voy diciendo es a favor de la incomprensión de estas historias a las que les faltan aptitudes para ser aptas, les faltan tumbos para ser vuelcos, les falta espuma para ser jabones.

Todo lo que no digo es para aliviar la constante y levísima punzada narrativa que las acompaña desde el principio hasta el sinfín

ñ) (Me cubro con la noche porque la luz es fría.)

o) Demás está decir que por nada del mundo, habría dejado mis besos solos, en el estudio, en manos de cualquier operario. Corría el riesgo de que te llegaran sucios o estropeados. Así que todo se hizo en varias sesiones, pero siempre estuve presente, cuidando hasta el mínimo detalle. Espero que este volumen llegue a tus manos (o labios) sin contratiempos. No sé, a veces se me ocurre que la próxima vez vaya a dártelos personalmente. Temo que haya problemas en el envío por correo. Además podría mostrarte algunos borradores de los que no te mandé porque me salieron lamidos, como leng_etazos.

p) Todo ha sido culpa de los endecasílabos. Más aún: de los alejandrinos que se esparcían como lluvia. Culpa de los libros que provocaron el lenguaje. Culpa de la obstinación que no me permitía elegir el silencio en detrimento de la poesía. La sombra en detrimento de los ojos. El amparo en detrimento de la intemperie. Todo es culpa mía, por no prescindir del cuerpo para llegar siempre a las palabras.

q) (Mentiría si te dijera que mi sabiduría no se equivoca.)

r) Vientos, cataclismos, letras, equinoccios ¿cuáles habrán sido las fuerzas que nos hicieron caer uno sobre el cuerpo y la melancolía del otro?

s) No es necesario que me extrañes (tanto), a veces es preciso que el mar se agite solo.

t) (Estas sacudidas ¿nos desnaturalizan?)

u) Ahora sabrás por qué te confío estos secretos: hay bocas horribles. Bocas que nunca podremos besar. Todo es culpa de las palabras que han pronunciado. En cambio la tuya es la boca de un durazno blanco que se absorbe a sí mismo. Es la comisura que transforma una brisa marina en tajazos en el cuello. Un catálogo de ángeles obscenos.

v) ¿Te alcanzará el hambre para devorar hasta mis últimas palabras?

w) Francamente, en tus brazos una no sabe si va a hacer un viaje o será evaporada.

x) Junto a estos peces que abren los brazos y se echan a volar para vernos desde arriba, todo es enorme y lento. Ellos viajan sin equipajes y olvidan sus pañuelos de papel tissue. No tienen fotos de sus hijos. Cuando alguien les pregunta no responden y con las lenguas extendidas juntan nuestros pedazos dispersos en la arena. Comen el liquen de tus manos o cualquier sombra parecida y regresan cabizbajos al agua o al fondo de los espejos, como si allí estuvieran nuestras almas.

y) Hace tiempo que quiero decir oscuramente todo lo que siento.

Uno: me gusta saltar en puntas de pie frente a ningún espejo.

Dos: escondo palabras entre las palabras como paja en el pajar.

Tres: tengo un diario infiel que me confiesa todo lo que no quiero saber.

Cuatro: no me animo a hacerme autopsias. Me muero sin saber de qué.

Cinco: puedo leer tu cuerpo con el método braille.

Seis: el amor está de espalda. Tal vez sólo tenga espalda y nosotros debamos amarlo de atrás, sin verle los ojos.

Siete: reparto amparo a domicilio.

z) (Ente otras cosas sé que a un escritor no hay que leerle todo lo que escribe.)

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